martes, 31 de mayo de 2011

Soledad

Cuento,
Por Armando Brugés Dávila.
Sera cierto lo que mis ojos están viendo. Gumersindo, que sorpresa, cuándo llegaste?
Apenas ayer en la mañana.
¿Cómo dejaste la capital?
Con mucho frio.
Oye a propósito te conoces con mi amigo, el doctor Noguera.
No. Mucho gusto, Gumersindo Peñalosa.
El gusto es mío señor, Melquiades Noguera.
Me alegra tanto verte Alberto. Precisamente cuando venía en el avión pensé si sería posible ver al amigo de juventud. Cuanto hace que no nos veíamos?
Por lo menos 10 años. Pero hagamos una vaina, vayamos a la casa y nos tomamos un tinto de la Sierra Nevada, donde ahora se produce uno de los mejores del mundo.
Esa me suena bien. Vamos, dijo Gumersindo.
A lo que Melquiades se excuso, por tener una diligencia urgente que hacer.

Ya solos los amigos, caminaron un par de cuadras y pararon al frente de una casa de paredes anchas, puertas y ventanas de un verde opacado por el tiempo y un techo de tejas ya negruzcas por el agua y el sol.
Presuroso Alberto, toco a la puerta una, dos y tres veces.
Al no recibir respuesta dio un leve empujón a la misma y esta cedió.
Una vez ingresaron con voz pausada y algo melosa, mientras acomodaba al amigo comenzó a llamar:
¡Soledad! ¡Soledad! ¡Soledad!
Pero a la expectativa de su amigo por ver salir a la señora, solo un silencio profundo se escuchó como respuesta.
- Oye Alberto, parece que tu mujer salió.
En ese momento, su rostro se contrajo y como quitándose una máscara, con voz entrecortada solo alcanzo a decir:
Que salió ni qué carajo, lo que pasa es que quedé viudo hace tres meses y esta soledad me está enloqueciendo.
Y comenzó a llorar.


Santa Marta, Abril 6 del 2.000

domingo, 29 de mayo de 2011

El caos educativo en Santa Marta, proyeccion de un desatre nacional.

Por estos días se ha iniciado en esta ciudad, un debate en torno al peligroso aumento de la violencia estudiantil en las instituciones educativas locales, incluso se habla de sectas satánicas.
Pero más preocupante resultan las explicaciones que se dan al respecto, mientras el gobierno local y las autoridades educativas terminan culpando a los maestros por no cumplir a cabalidad con su “apostolado”, estos a su vez culpan a aquel y de contera a los padres de familia, al primero por el abandono a que los tienen sometidos, y a los segundos por dejarles a ellos la total responsabilidad de la formación de sus hijos. Pero el asunto no queda allí, y como la cuerda debe reventarse, y la lógica nos dice que debe hacerlo por el lado más débil, los padres de familia a su vez terminan señalando con el dedo acusador a los maestros, configurándose una especie de espiral sin fin en donde las acusaciones mutuas resultan interminables. El caso es que esta manera de abordar el asunto tiene la curiosa particularidad de dar la impresión que todos tuvieran la culpa pero no siendo culpable nadie. Una especie de perverso círculo vicioso en el que solo hay un ganador, los detentadores del poder económico-político de este país, siempre camuflados, a quienes nadie puede identificar, y a quienes algunos estadistas han dado en llamar “fuerzas oscuras”, además porque por ellos dan la cara los políticos, sector este último que en nuestro país, parece no temerle a nada y que además no conoce ni de lejos la vergüenza.
Al no existir responsable de semejante caos, el problema que pareciera simplificarse se torna mucho más complejo. Con sobrada razón un político samario decía que en la ciudad, y en el país en general, nuestra población parecía estar conformada por incapaces mentales y es que nuestro sistema educativo apunta a eso, a formar incapaces mentales, jóvenes impedidos de pensar en torno a su realidad, negados al análisis, al dialogo pacifico, constructivo e inteligente. A esas “fuerzas oscuras” precisamente lo que les interesa es formar gente violenta, torpe, obtusa, imposibilitadas para el diálogo civilizado y capaz de vender por cualquier cosa el tesoro más preciado que puede tener el ser humano, su derecho inalienable a opinar sobre políticas de Estado, mediante el sufragio. Ese derecho que tanta sangre ha costado, pero que un sistema educativo injusto o lo que es peor siniestramente concebido, ha logrado borrar de las mentes de la mayoría nuestros ciudadanos, embotados por el hambre y la incertidumbre,
Es esa educación siniestra la que permite el surgimiento y presencia de las barras bravas, las pandillas juveniles, las sectas satánicas y toda esa gama de manifestaciones brutales que solo una cultura de violencia, como en la que nos encontramos inmersos los colombianos, puede generar.
Padres de familia, docentes y estudiantes están solos, dando una pelea desigual, el Estado no hace mayor cosa y cuando lo hace es para abandonarlos más. Para prueba un botón, mientras en Finlandia a los docentes de preescolar, por ejemplo, se les exige como mínimo una maestría, en nuestro país por el contrario, un buen día a alguien se le ocurrió que cualquier profesional podía ser docente y lo oficializó mediante el respectivo decreto, causándole a la educación un daño de magnitudes inimaginables. Simplemente había que resolver un problema de desempleo a profesionales de todos los sectores y se les “apareció la virgen” con esta fabulosa idea, que además contribuía de manera ostensible al mantenimiento del estusquo.
Otro día se le ocurre al gobierno de turno montarse en el caballito de la privatización y comienza a concesionar a entes privados la educación pública, y no es que la privatización de la educación en si sea mala, el problema es que los volúmenes de dinero que se mueven en esto de las contrataciones públicas es tan grande que la capacidad de corrupción que genera rebasa la capacidad misma de control del estado, como lo demuestran los últimos acontecimientos. Alguien decía que en el país, como consecuencia de este nefasto proceso de privatización, hasta las vías públicas, caso Transmilenio, se estaban privatizando.
En lo relacionado con las estructuras físicas de nuestras escuelas oficiales, incluso no pocas privadas, da pena observarlas, y nos referimos a las del sector urbano, porque hablar de las rurales es traspasar el límite de lo bochornoso. Ahora, en nuestras facultades de educación la preocupación es capacitar al futuro docente en todo lo relacionado con los conocimientos de su especialidad académica, llámese matemáticas, sociales, ciencias básicas, etc., pero que piensen diferente, que tengan ideas originales, que no tengan miedo de cometer errores no pasa por los presupuestos conceptuales de sus directivos.
Mientras tanto la opinión pública y aún el mismo magisterio se mantienen impávidos, como si no pasara nada, para esto no parecen existir las redes sociales como facebooks, twitter o youtube, que en otras oportunidades han sido tan efectivas para movilizaciones masivas no solo en el país si no también en el exterior, caso M15 en España.
Cuando un Estado, con sus dirigentes a la cabeza no tiene claro que la base del desarrollo es la educación de su población, queda muy poco por hacer y esto es lo que parece estar sucediendo en nuestro país. Tenemos que cambiar, aún nos queda la esperanza de ese poco. No podemos seguir como vamos, tenemos, no que retomar ni reinventar, si no construir nuestra propia forma de educación, teniendo como base nuestra propia existencia, esa que nos conduzca a una práctica social y económica adecuada a nuestra realidad, una educación que nos permita alcanzar, en primer lugar, nuestra soberanía alimentaria, un pueblo con hambre no puede pensar, y luego y solo después la económica y la política. Si algo debemos tener claro los colombianos es que jamás lograremos estos propósitos si continuamos con este remedo de sistema educativo obsoleto, descuadernado y perverso.