domingo, 26 de octubre de 2014

Será qué nadie va a responder?

Por Armando Brugés Dávila.

Por estos días recibí de una amiga un email http://www.youtube.com/watch?v=trWZRj1CW5Q&feature=youtu.be que me llevó a renegar de mi especie, puesto que pertenecer a una con tanta capacidad de perversidad no tiene sentido.
Se trata de un video en la cual un  psicólogo argentino de nombre Carlos Amodei, poseedor de un respetable currículo, acusaba a la OMS (Organización Mundial de la Salud) de ser una institución  mafiosa al servicio de las transnacionales farmacéuticas.
En primera instancia manifestaba, que no entendía cómo la OMS sin ningún inconveniente comunicaba  de manera oficial, que el virus del Chikungunya no tenía vacuna, lo cual según él no era cierto. Ante semejantes acusaciones no tuve más remedio que continuar escuchándolo. Eran señalamientos muy serios  en contra de una institución que los ciudadanos del común planetario tenemos como modelo de ética. En su criterio se trata de una pandemia manipulada por la OMS, dado que el virus del Chikungunya fue patentado, léase bien, patentado en el 2005. Es decir, se trata de un virus que tiene dueño. Pero no se queda allí, sino que muestra la patente con su respectivo número de registro, en la cual se expresa el propósito de utilizarlo. Pero según él las cosas no quedaron allí; cinco años después se patentó la molécula que controla la fiebre que produce el virus, mostrando la respectiva patente y su número de registro, así como el propósito de ser utilizada en pronósticos, diagnósticos y terapéuticos. Un año después, en el 2011, se patentó la vacuna y vuelve y lo demuestra mostrando la respectiva patente y su respectivo número de registro. Observe el lector que estamos hablando de un virus, una cura y una vacuna de una epidemia que no ha comenzado, pero como estaban las cosas, sólo faltaba producirla para comenzar a ganar dinero. Un informe de la ClinicalTrial.go, publica en el 2011 que el virus y la vacuna han sido ensayados en población saludable, señalando que la misma produce en aquellos, fiebre, dolores generalizados, musculares y en articulaciones, fatiga y cuadro febril.
Pero el asunto llega al colmo, cuando este profesional argentino presenta lo que se denominó por la compañía farmacéutica como un “Estudio de perspectiva” el cual, de acuerdo con este señor, no es más que, un estudio de marketing de la misma, puesto que allí se entra a sugerir la posible rentabilidad o no de la vacuna. Un subtítulo en el estudio lo dice claramente: “Perspectiva de la vacuna y del Virus Chikungunya”. En este pasaje del estudio, se dice que una de las desventajas económicas que presenta la vacuna es que no puede mutarse mucho, por lo que una sola vacuna puede servir para toda la vida: También se dice que eso podría obviarse con una buena estrategia publicitaria; esto último, según el denunciante, no permite nada diferente a concluir que, sembrar el pánico no deja de ser un negocio muy lucrativo. Y a propósito, será que se descubrió que el Ebola era mejor negocio y se cambió la estrategia?
En todo caso en dicho estudio se señala además que, los mercados potenciales para un buen desarrollo comercial de la misma podrían ser, entre otras, la zona tropical del planeta, en donde se producen las mayores concentraciones de poblaciones asoladas por la pobreza, también las concentraciones militares y las zonas de alto flujo turístico, esta última permitiría una mejor propagación del  mismo, en la medida en que los turistas salen y entran de los diferentes países. Habrase visto tanta maldad.
Si los lectores se toman el trabajo de entrar a la dirección con la que  inicio este artículo, se percatarán que todo está muy bien documentado, pero en el supuesto que todo fuera una miserable calumnia, me atropella la incertidumbre de pensar que la OMS no se levante en pleno a protestar y desvirtuar semejantes acusaciones. Dicen por ahí que el que calla otorga y esto sería lo que estaría haciendo esta organización que rige y maneja la salud a nivel planetario. Es más, con el Ébola ya circulan rumores que dejan mucho que desear a nivel de ética planetaria por parte de estos organismos. Pero no sólo está comprometida la OMS, también lo está la ONU, en tanto que la primera es un organismo de esta última a la cual ha concedido la responsabilidad de gestionar las políticas de prevención, promoción e intervención en salud a nivel mundial, razón por la cual, la  ONU queda bordeando de manera peligrosa los límites de la credibilidad, lo que no resulta conveniente ni recomendable dada la situación política mundial. 
La OMS debe manifestarse en torno a estas denuncias o sus miembros, si es que les queda un poco de vergüenza,  renunciar de inmediato. Pero al parecer este verbo, en estas instancias internacionales, tampoco es conocido. 




miércoles, 15 de octubre de 2014

Qué sucede con nuestros jóvenes?


Por Armando Brugés Dávila.
Por estos días, viajando en una buseta interurbana observé cómo un muchacho, con uniforme de una de las facultades de medicina que en la ciudad existen, abordó el vehículo, llevando en su mano derecha una mandarina totalmente pelada, la que pasó a su mano izquierda para buscar en su bolsillo un billete de 10.000 el cual entregó al conductor para cancelar su pasaje. Recibido el cambio con la misma mano y guardado este tomo la fruta y la siguió comiendo como si nada. Esto sucedía en toda la puerta del vehículo; yo estoy en la silla ubicada detrás del chófer y de allí mi posibilidad de observar todo el proceso. El joven continúa su ingreso y yo quedé malhumorado conmigo mismo por no haber tenido la oportunidad de inquirir al joven qué semestre hacía y en qué universidad. Quise suponer que era de los primeros semestres y del centro universitario hasta mejor sería no saberlo. No podía entender cómo un aspecto tan elemental de salud personal, fuese ignorado por un estudiante de la ciencia médica, así fuera de los primeros semestres, pero recordé que así llegamos la mayoría de los primíparos a los centros universitarios, ignorando las cosas más elementales y obvias de lo que será nuestro futuro quehacer. Recuerdo que en sexto de bachillerato, a un compañero de curso, no obstante haber estudiado Anatomía en 4º, no le cabía en la cabeza la palabra “amígdala” siempre dijo “Amíndula”. Hoy es médico neurólogo, no sé qué tan exitoso. Pero volviendo al tema, en eso miro hacia atrás y para sorpresa el joven estudiante estaba a mi lado, a lo que sin pensarlo dos veces le pregunté: ¿Estudias medicina? Sí. ¿En qué universidad? Por razones obvias omito la respuesta. ¿Qué semestre? Noveno. Aquella última palabra sonó en mis oídos como una bomba. Que un joven de noveno semestre de medicina no conociera de los riesgos de salud que significaba comer de esa manera tan antihigiénica? ¿Qué estaban haciendo los docentes de esa facultad que tenían a sus jóvenes tan lejos del concepto salubridad?
Pero las cosas no quedan allí; me comenta una amiga, que fue de emergencia a una Clínica de la ciudad y al ser requerida por el joven galeno, ella comenzó a relatarle las dolencias que la habían obligado a trasladarse al centro hospitalario. Después, obviamente vinieron las consabidas pregunta del joven médico para terminar recetando unos medicamentos, entre los cuales se encontraba el ya famosos iboprufeno. Aterrada, la paciente le dice a su médico que por favor le cambie  ese medicamento ya que ella sufre de una lesión en el estómago, que de ingerir una sola gragea de esas le reventaría su ya delicada víscera. La consulta terminó y al ver la paciente que su médico no había determinado nada en relación con su solicitud de cambio de droga, volvió y le insistió, ante lo cual el joven galeno mirándola  de manera soslayada, le dice: Señora, lo siento mucho, pero esto es lo que ordena el protocolo, a lo que la pacienta le responde: Ese protocolo lo irá usted a poner en práctica no se con quién, pero conmigo no va a ser. Tenga usted un feliz día. Abandonando de inmediato el consultorio.
¿Cómo así que eso es lo que ordena el protocolo? ¿Qué clase de médicos estamos formando? ¿Será que se estará robotizando la medicina de manera tan drástica? No es mi intención generalizar el problema; seguramente los habrá de muy altas calidades profesionales, pero que este tipo de situaciones se presenten, así sea en baja proporciones, es como para preocupar al más despistado.
Los adultos nos hacemos constantemente la misma pregunta: ¿Qué le pasa a estos muchachos de ahora? Siendo la respuesta  casi siempre la misma: Lo que pasa es que los jóvenes de hoy no sirven para nada.  Una respuesta facilista para un problema sumamente complejo. Para nadie es un secreto que el desarrollo de un país se revela por su educación. Cuando un país anda desbaratado, siempre sucede que las gallinas de arriba comienzan a cagarse en las de abajo, iniciándose la catarata de señalamientos, hasta llegar a los maestros, quienes a su vez se descargan en los padres de familia y todos terminan en lo mismo: Estos pelados de ahora no sirven para un carajo. Pero todos, de manera consciente o no, le sacan el bulto al verdadero problema: un sistema socio-económico, a cuyos sostenedores les interesa, para su propio beneficio, mantener una sociedad atada al pasado porque allí  imperan sus privilegios y se mantiene el statu quo social que tan bien los posiciona y los beneficia.
Ojalá aún estemos a tiempo, porque si la comunidad  pierde la confianza en la ética médica, último bastión moral que le queda para creer en algo y  al cual se aferra desesperadamente, entonces sí, apague y vámonos.


lunes, 6 de octubre de 2014

La prostitución en el Congreso.


Por Armando Brugés Dávila.
Estoy por creer que el cuento ese que dice, somos el país con la población  más feliz del mundo, es cierto; los colombianos olvidamos con facilidad sorprendente y de eso se aprovechan los que de una u otra manera resultan beneficiados con el hecho de que ciertos sucesos que atentan contra el bien común, sean olvidados rápidamente por la comunidad nacional mediante una muy bien orquestada política de medios, que les permite generar una cortina de humo con otros sucesos que resultan interesantes, pero que no tienen la trascendencia social y política que pueden tener los otros que resultan sometidos al ostracismo mediático.
En días pasados, la radio resultó con una noticia que paró las antenas de la chismografía de este país. En una entrevista que le hacían a la ministra de Comercio, Cecilia Álvarez, le preguntaron sobre su relación de pareja con su compañera de gabinete, la ministra de educación Gina Parodi,  y ella muy serena y valiente no lo negó, diciendo que como ser humano no podía desconocer lo que era. Pero a su vez lanzó una pregunta a la periodista, la cual resultó de una mordacidad impresionante: ¿Por qué estas preguntas no se las hacen a los hombres?, la que remató con otra más contundente aún: ¿Cuántos hombres con tendencias como las nuestras han estado en los gabinetes? Ambas, por obvias razones, quedaron sin respuesta por parte de la periodista. Pero esta última había logrado lo que quería. El escándalo fue mayúsculo, prensa, radio y televisión afinaron sus baterías y duplicaron lectores y sintonía. Parecía que el propósito iba más allá, pues casi que de inmediato una revista On line, sacó a relucir la relación de pareja existente entre la congresista Angélica Lozano y la senadora Claudia López, situación que moralistas y avivatos  quisieron aprovechar para sacarlas del Congreso. Obviamente, igual deseo se explicitó por ciertos sectores de la reacción en relación con las dos ministras. Todo ello permitía agrandar el escándalo que se venía montando, en mi criterio, para echarle tierra a algo que estaba aconteciendo pero que no podía comprender de entrada.
Hasta que de pronto recordé que no hacía muchos días, el país había sufrido un conmoción al encontrarse con que la Fiscalía General de la Nación había reabierto el caso de la Alférez, Lina Maritza Zapata, de sólo 19 años, quien aparentemente se había suicidado en el interior de la Escuela de Policía General Santander, caso que había sido archivado, porque a decir del ente investigador no había méritos suficientes para calificarlo como homicidio, no obstante que Medicina Legal había declarado no haber encontrado rastros de pólvora en las manos del Alférez y nadie parecía haber escuchado el disparo. Sólo sus padres, quienes  tuvieron que salir del país aterrados ante las amenazas, siguieron insistiendo en que su hija había sido asesinada por haber encontrado algo muy sucio al interior de la institución policial. Siete años después, hay testigos que hablan de una red de prostitución al interior de la institución que usaba cadetes, hombres y mujeres, denominada  “Comunidad del Anillo”. Y señalan como cerebro de la misma a un coronel, para la época  jefe de seguridad del Congreso de la República, quien los llevaba allí para prostituirlos. Un testigo, que incluso publicó un vídeo en Youtube, manifiesta que el mencionado coronel se presentaba a la institución de formación policial, en busca de alférez y cadetes para ofrecerlos en el Congreso, donde se encontraba su centro de operaciones, a senadores, representantes, alcaldes, gobernadores, empresarios, incluso hasta cabecillas de las autodefensas. Pero no se queda allí; también declara que ese señor, abusó sexualmente de él, amenazándolo posteriormente con que si decía algo, él publicaría los vídeos que le había grabado y le haría daño a su familia.
Estas declaraciones, en cualquier otra parte del mundo hubieran sido causa más que suficiente, para que la cabeza  de más de un jefe de la cúpula policial rodara  sin contemplaciones; pero no, aquí tiene más importancia y es más noticia, que dos viejas que por sí y ante sí deciden asumir el papel sexual con que las dotó la naturaleza sin ellas pedírselo, que entrar a esclarecer esta especie de Sodoma y Gomorra moral que impera en el Congreso de la República y en la Policía Nacional. El señor ministro de la Defensa debiera decir algo.
La diferencia es grande entre uno y otro caso: En el de las damas, el hecho es consentido por las partes, lo que no sucede en el caso de la Escuela General Santander, en donde un proxeneta abusando no sólo de su jerarquía militar sino también del chantaje, se da el lujo de acabar con la vida física y emocional de personas que jamás pensaron que ingresar a una institución, que había sido su sueño desde niños, fuera a terminar en semejante tragedia de vida. Pero, como es el Congreso y la institución policial las que están de por medio, todo podría quedar como muchas en este país, en nada.
Esta podría ser la respuesta a la ministra de, por qué a los hombres en el gobierno no les hacen esas preguntas y menos la de cuántos hombres con tendencias como las de ellas han estado en los gabinetes: La sorpresa podría resultar mayúscula.