domingo, 18 de diciembre de 2016

Optimismo y paz.


Arsada

Una forma de hacer terrorismo en este país es construyendo y difundiendo la falsa idea, para consumo de la opinión pública mediática, que los que no quieren la paz representan un alto porcentaje de ciudadanos; nada más alejado de la realidad. La paz es un mandato constitucional, razón por la cual todo colombiano que esté contra ella, está contra su Carta Magna.

A propósito del tema, por estos días llegó a mis manos, vía Internet, un libro titulado “Historia de Colombia y sus oligarquías (1498 – 2017)” del escritor Antonio Caballero. Sinceramente comencé su lectura sólo por habérmelo enviado una amiga a la que aprecio y valoro mucho intelectualmente, pero de entrada, no me pareció serio.

Pero mi sorpresa fue mayúscula: me encontré con un trabajo realmente extraordinario en torno a lo que ha sido la historia de nuestro territorio desde la llegada de los españoles, con el agravante que todo parece indicar que tal comportamiento, intransigente y violento, casi que se dio exclusivamente en nuestra amada patria; en las otras entidades territoriales en que España dividió al Caribe y Suramérica, no sucedió igual, al menos no con la misma intensidad.

Desde que estoy leyendo sobre el desarrollo histórico de este país no me había encontrado con algo tan completo, sencillo y ameno, a la vez que tétrico y espeluznante. Nuestra historia es un camino de violencia aterrador, en el que día por día, año por año, centuria por centuria, ella ha venido creciendo como corriente agua desbocada que corre pendiente abajo sin barranco que la detenga.

Antonio Caballero la sacó del estadio con este trabajo. Ningún profesor de Ciencias Sociales en este país será el mismo después de leer esta obra que relata, de la manera más amena posible, la historia de nuestra amada Colombia y seguramente perderá su talante de intelectual si no permite a sus estudiantes acceder a ella.

A la paz de este país, infortunadamente, no se llegará tan fácilmente; la aprobación del fast track por parte de la Corte Constitucional no es mucho lo que soluciona. Comenzando porque una de las cosas que habrá que enfrentar el gobierno será el asumir el compromiso de modernizar el sistema electoral; mejor dicho, cambiarlo, modernizarlo.

El nuestro es tan aberrante, que en estos momentos el cabildante conservador Jorge Useche, fue detenido en pleno Concejo distrital de Cartagena, para que responda ante la Fiscalía dentro de un proceso por fraude electoral en las elecciones de octubre de 2015,  y a quien la entidad acusa de haber pagado 150 millones  por la curul en la corporación. Y con él están detenidos, nada menos que la registradora del departamento, el delegado departamental de la Registraduría y el presidente de la Comisión Escrutadora Departamental.

Lo anterior sólo es posible gracias a la obsolescencia de nuestro sistema electoral, que es en donde comienza nuestra gran falla institucional como nación. Pero, así es que les sirve a los corruptos.

Si esto no se da  en las primeras de cambio, las cosas comenzarían mal, pero ello no significaría el apaga y vámonos; antes por el contrario, tendríamos que luchar con más empeño para alcanzar el tan anhelado estado de tranquilidad nacional.
En este momento, lo único que no podemos perder, los que anhelamos la paz, es el optimismo.