domingo, 27 de marzo de 2016

Donald Trump no la tiene fácil.


Armando Brugés Dávila.
A finales de febrero en una entrevista de televisión realizada por el reconocido periodista Bill Maher,  el usamericano Michael Hayden, general retirado de la Fuerza Aérea estadounidense y por si fuera poco exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), expresaba su preocupación ante el hipotético caso en que Donald Trump llegase a ser presidente de los Estados Unidos, quien manifestaba a raíz de lo expresado días antes por Trump de que iba a “matar a las familias de los terroristas”; “¡Dios, no! Si Trump ordenara esto siendo presidente, las fuerzas armadas estadounidenses se negarían a actuar. Están obligados a no obedecer órdenes ilegales. Eso sería una violación de todas las leyes internacionales de conflicto armado.” Y aquí viene la perla: “Habría un golpe de Estado en este país.” No podía creer lo que estaba leyendo, pero…
Luego el 3 de marzo Newt Gingrich, quien fuera precandidato en el 2012 por el partido republicano y presidente de la Cámara de Representantes del 95 al 99, en declaraciones concedidas al ultraconservador canal de televisión Fox News el pasado sábado 3 de marzo manifestó que el establishment tenía miedo de Donald Trump porque no pertenecía  a “la sociedad secreta”. Según él la sola posibilidad de que se convierta en candidato oficial del partido  “vuelve absolutamente loco” al establishment republicano.
Cuando el entrevistador le pregunto por qué,  no tuvo problema alguno en responder “porque él es un extraño, no era uno de ellos, no forma parte del club, es incontrolable, no ha pasado los ritos de iniciación, no pertenece a la sociedad secreta.” Y todo parece indicar que este señor tiene porque saberlo en su carácter de miembro de una de ellas conocida como la Bohemian Grove. Para los entendidos Gingrich, lo que hace es poner en evidencia la existencia de estas organizaciones secretas de carácter profundamente elitista de las que solo sabemos lo que realmente ellos quieren que sepamos.
Pero el ovillo continúa y el 7 de marzo el vicecanciller de Alemania Signar Gabriel, líder del partido Socialdemócrata germano ha declarado al dominical Welt am Sonntag, que el candidato Donald Trump, quien a su entender no es más que un “populista de derecha” no solo amenaza la paz, sino también el desarrollo económico. En su concepto el usamericano se contradice porque mientras se define como partidario del libre comercio se opone a la aceptación de trabajadores emigrados a Estados Unidos  y defiende la imposición de aranceles del 45 % a los productos chinos lo que lo convierte en un proteccionista, política económica contraria a los intereses del capitalismo mundial globalizado, el mismo de los tratados de Libre Comercio. Razón por la cual incluso algunos sectores del Partido Republicano, especialmente los llamados neoconservadores han llegado a manifestar sus preferencias por Hillary Clinton.
De otra parte el actor belga Claude Van Damme en un programa político francés se atrevió a declarar sin ningún problema que las familias Rockefeller y Rothschild, dos súper poderosos grupos financieros con intereses globalistas no permitirían por ningún motivo el ascenso al poder de Trump, y resulta apenas obvio, los globalistas como lo afirma el mismo artista, no tienen patria, para ellos la única patria que existe se puede decir que es el dinero y lo mueven hacia donde les rente más ganancias sin importarles el cómo.
Con todo lo anterior bien se puede decir como lo diría nuestro coterráneo hombre de televisión   Alejandro Palacios, el hombre no la tiene fácil. Trump podrá tener mucho dinero, pero más tienen los otros y esto será determinante ahora cuando parece que las estrategias dolosas que ellos impusieron en los procesos electorales en América Latina parecen apoderarse de la realidad electoral  al interior de su país, recordemos el chocorazo de Bush hijo en La Florida. No en vano las cantidades de dólares que se están invirtiendo en estas campañas son alucinantes y allá como acá el sector privado invierte en las campañas no solo con la promesa de que se le devolverá su dinero sino también  incluida  una generosa utilidad.  

Publicado en El Informador el 27/03/2016




sábado, 12 de marzo de 2016

La información no debe ser manipulada.

Armando Brugés Dávila.

En un artículo anterior, decía que los samarios habíamos perdido hasta la vergüenza y la verdad sea dicha, creo que mi señalamiento resulta algo injusto si hacemos un parangón con lo que está sucediendo a nivel nacional y mundial. Por estos días leía un artículo de Emir Sader, sociólogo y politólogo brasileño de origen libanés, refiriéndose al nefasto papel que la prensa de la derecha conservadora mundial venía ejerciendo contra los gobiernos progresistas. En su criterio, los mismos, por ejemplo, han promovido  al interior de estos, campañas de terrorismo y pesimismo económico con el objetivo perverso, según él,  de generar desconfianza entre la ciudadanía y crear un caos al interior de los respectivos países, incluso generando denuncias de corrupción falsas o no, de las cuales posteriormente no responden, pero logrando su propósito de afectar la opinión ciudadana, mediante la fabricación antidemocrática de una opinión pública distorsionada.
De igual manera, por estos mismos días leí en La Silla Vacía, un artículo escrito por Laura Ardilla Arrieta titulado “Los mata la crisis de Venezuela: viaje por la región wayuu”  y una de las frases con que inicia dice: En la lista de lamentos para explicar esta desgracia, aun no se detalla el detonante: el colapso de la economía venezolana. Raro que diga lo anterior dado que desde que se iniciaron las noticias al respecto uno de los factores tomados como causa fue la crisis venezolana. Obviamente que se refiere a los niños que por desnutrición han muerto al interior de la etnia wayuu, los cuales según Bienestar familiar ascienden a 4.700 en los últimos cinco años, pero que según el gobierno nacional es de 179, más grave todavía, según ella misma relata, es que el Ministerio de Salud desconoce su origen.
Es más, una joven wayuu le manifiesta que el problema viene mucho antes de que cerraran la frontera; sospechosamente, cuando se refiere al contrabando, sólo habla de un barco atracando en Puerto López, el mismo en donde el buque Almirante Padilla de la Armada nacional dejara arruinado al Tite Socarrás, según la canción de Escalona, pero el de ahora cargado sólo de whisky y procedente de Aruba. En otras palabras, el contrabando de alimentos de Venezuela para Colombia está controlado en un cien por ciento,  y por esa falta de alimentos se están muriendo de desnutrición los niños wayuú. Qué lástima que la articulista no hubiese pasado por los mercados públicos de Riohacha o de Santa Marta, para que se hubiera dado gusto viendo alimentos de contrabando traídos del vecino país, expuestos a plena luz del día sin ningún problema.
Pero más incomprensible todavía resulta, que ella misma asevere que “en Colombia nadie responde por los 979 mil millones que por regalías ha recibido el departamento de la Guajira desde el 2012, y que históricamente se han perdido a través de contratos del ICBF (que según, ella misma señala, ha manejado localmente el Grupo Nueva Guajira) para atender a niños indígenas.”
Igual habla de empresas pesqueras, supongo que nacionales, porque no lo dice, como tampoco sus nombres, las cuales según los pescadores wayuu no les están dejando ni siquiera para satisfacer sus necesidades primarias de alimentación.
Pero Cecilia López Montaño en un artículo publicado en Las 2 Orillas, titulado Que no pasen “de agache”, nos dice que los actores principales de la tragedia wayuu son los partidos políticos y los prohombres que manejan la mayoría de ellos, y que ha llegado la hora de desenmascararlos y de que asuman la responsabilidad que tienen en esta tragedia y en las otras que seguramente se destaparán tarde que temprano.
Infortunadamente, con el sólo título y la segunda parte del primer párrafo, la articulista de La Silla Vacía parece lograr su objetivo primario, esto es, tergiversar la realidad culpando a otros que muy poco o nada tienen que ver con la tragedia que viven nuestros nacionales, abandonados a la buena de Dios por un Estado y unos dirigentes corruptos, máxime cuando la situación al otro lado de la frontera pasa por uno de sus peores momentos, precisamente a consecuencia de la guerra mediática que le ha declarado la extrema derecha mundial.