viernes, 30 de septiembre de 2016

Llegó el gran día.


Arsada.

El pueblo colombiano se apresta a escribir el más importante acto político de toda su historia desde que se instaurara la república. Los inicios de la guerra en nuestro país la podemos encontrar en la invasión española a partir de 1492, pero por cuestiones metodológicas podemos decir que a nuestro país no le fue nada bien en lo que a la pos-guerra de la independencia se refiere, ya que a partir de aquel momento, las luchas por el poder entre las diferentes facciones, los llamados señores de la guerra, hicieron que éstas se mostraran sus fauces y garras y se arrancaran las entrañas a nombre de ideologías foráneas que servían para justificar sus instintos primarios de acumulación y poder. Desde entonces, el soberano (léase el poder popular) sólo ponía los muertos; la negramenta, al igual que la indiamenta y la chusma analfabeta, no tenían derecho a participar en las altas decisiones de Estado. A la mujer simplemente se le ignoraba, era algo así como un cero a la izquierda, era la esclava de los machos, fuesen estos libres, indios o esclavos. Más adelante, cuando aparece el derecho al voto, este sólo se le concedía a los que poseían propiedad raíz, pero siempre varones; a la mujer se le siguió  prohibiendo poseer bienes, sólo se le concedió el derecho a votar en 1957.
Desde los inicios de la república, las guerras intestinas se dieron silvestres en nuestro país, dieciséis de ellas consideradas grandes y ciento y pico regionales o locales, siempre en procura de la concentración de la tierra y del poder que la misma generaba. Una de las últimas y más publicitada fue la denominada  Guerra de los Mil días (1.899 – 1902).
La guerra ha sido un fenómeno que dolorosamente nos  viene acompañando hace mucho rato. No bien había terminado la de los mil días, cuando se produce en 1929 la Masacre de las bananeras, la que pareció un pequeño ensayo de lo que se desarrollaría a partir de 1946 y que conocemos como la tristemente célebre época de la Violencia o como la denominan otros: la guerra de los cafetales. Que incluye el asesinato de Gaitán, el bombardeo de Marquetalia, el surgimiento de las Farc, el paramilitarismo y las Bacrim y todo ello permeado por el narcotráfico, lo que la hace más compleja y horrorosa.
Curiosamente, el problema de los muertos siguió igual: en ambos bandos, los sigue poniendo el poder primario, el pueblo. Por eso la votación por el sí, el domingo 2 de octubre debe ser espectacularmente abrumadora, especialmente entre el género femenino al cual junto con sus crías les ha tocado pagar un precio muy alto en esta historia atroz de nuestra patria; ningún ciudadano o ciudadana del común, confiado en que el triunfo es un hecho, puede quedarse sin votar en favor de la refrendación del plebiscito. Poderosas fuerzas oscuras, valiéndose de artimañas, mentiras y calumnias, aprovechando la ingenuidad de muchos de nosotros, están haciendo hasta lo imposible para que esa violencia infame continúe para beneficio de sus propios intereses.
Comprendo perfectamente que personas citadinas, que no sufrieron los rigores de la guerra sean partidarias de votar por el No al plebiscito, al fin y al cabo tuvimos la fortuna los habitantes de las ciudades colombianas de no haber sentido los horrores de esta absurda conflagración, pero deben recordar que el “No”, no nos lleva a ninguna parte porque, como dijera un periodista, eso de plantear que no es que estén contra la paz sino en procura de una renegociación, es el más perverso sofisma de distracción que se hayan podido inventar, puesto que ni son gobierno, ni las Farc van a ser tan torpes de negociar con un sector que lo primero que les exige es que se dejen meter a la cárcel. No se puede ser tan tonto. El propósito en últimas, es que el conflicto continúe, pero para su propio beneficio. Ya lo dice la filosofía popular; el que la debe, la teme.



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sábado, 24 de septiembre de 2016

A oídos del Alcalde.


Arsada.
Sin duda alguna, el proyecto Todos al Parque, implementado por la alcaldía distrital, ha sido de un éxito casi que histórico, dado el impacto que el mismo ha tenido sobre la comunidad samaria. Infortunadamente, la administración se ha quedado a medio camino al no implementar mecanismos que permitan asegurar a futuro la conservación y desarrollo de dicho proyecto. 
Y para evadir responsabilidades, algunos lambones acuden a estereotipos lingüísticos, como por ejemplo: Que nuestra comunidad no tiene la cultura suficiente para conservar y enriquecer sus parques; que la gente pobre de nuestra ciudad, samarios o no, son desagradecidos e indolentes;  que los adultos en su mayoría son unos inconsecuentes y destructores de todo lo que proviene del Estado; que los ciudadanos debieran estar agradecidos porque una administración se haya preocupado por hacer obras de impacto comunitario, etc.
Seguramente tendrán algo de razón en algunos de los supuestos,  aunque sólo en parte: Si bien es cierto, la comunidad no tiene la cultura suficiente para conservar y enriquecer los parques, la culpa en última instancia es del Estado (administración local) y no de la comunidad, puesto que es aquel, a quien corresponde esa obligación. No es posible seguir dando lora con el cuento que la culpa la tienen los padres de familia al no saber educar a sus hijos; no se les puede pedir peras al olmo. Los que viven en la miseria no tienen nada que agradecerle ni al Estado ni a nadie, su rabia contra la sociedad es apenas obvia, dado que el primero e igualmente la segunda, le han negado lo  más elemental a lo que puede aspirar un ser humano para conformar una familia: un trabajo digno, esto es lo que los convierte en seres que recelan y odian todo aquello que tenga origen en ese Estado indolente e incapaz. Entre otras cosas, porque nadie les ha dejado bien claro que en esos parques hay dinero suyo y de todo los demás ciudadanos, razón de más para cuidarlos. Pero no, de manera soslayada se les inocula la idea que es un acto de graciosa generosidad del gobernante, cuando el agradecido debería ser este último por haber recibido del poder primario la posibilidad de administrarle sus bienes.
Pero vayamos a lo que nos interesa:
Señor Alcalde, usted cuenta con una herramienta extraordinaria para lograr que esa población aparentemente inculta, insensible, indiferente y desagradecida, se anime a defender sus propios intereses comunales: la escuela. Necesitamos una Secretaría de Educación que se empodere del proyecto Todos al Parque;  un secretario de educación que se ponga la camiseta no sólo de la paz de este país, que tanto necesitamos, sino también de la conservación y mejoramiento permanente de los parques, utilizando esa arma poderosa que se conoce como el estudiantado, la que, sin lugar a dudas, se puede catalogar como la mayor fuerza moral con que cuenta nuestra sociedad.
En los grados décimo y undécimo, nuestro plan de estudios cuenta con una asignatura o área conocida como Trabajo Social. Qué bueno sería que en las instituciones educativas, aledañas a estos parques, los jóvenes asumieran en jornada contraria el compromiso no sólo de velar por el manejo adecuado y responsable de los juegos allí disponibles, por parte de los padres y familiares de los niños, obviamente previa capacitación realizada por personal especializado de la administración distrital, sino que además instruyeran a los usuarios en las bondades que el cuidado de los mismos implica para la comunidad e igualmente asumieran el mantenimiento de sus áreas de jardines. Contando para ello con la colaboración de la empresa privada.
A la Secretaria de Educación debería unírsele algo que se llama Red de Parques y que no pude ubicar como ente con responsabilidad ni propósito alguno, razón por la cual dudo de su eficiencia en el sentido de liderar la vinculación a este proyecto de la empresa privada, mediante la elaboración de un proyecto que le dé identidad y respaldo de la administración al mismo. 
Pero como dijo el poeta: Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. 




sábado, 3 de septiembre de 2016

Bolivia ad portas de una guerra fratricida.

Apreciados amigos a partir de la fecha me identificaré con el seudónimo Arsada. Gracias
Por Arsada
Me hubiese gustado escribir sobre nuestro proceso de paz pero, la situación política de Bolivia exige que los latinoamericanos agucemos nuestros sentidos para seguir con mucho cuidado los acontecimientos políticos que allí se están produciendo.
Ya el 28 de julio,  el ministro de gobierno boliviano señaló que el encargado de negocios de Estados Unidos, Peter Brenan, enrareció las relaciones bilaterales entre ambos países al haber admitido sus reuniones con la oposición boliviana, constituyendo tal acto una intromisión en los asuntos internos de su país y lo que es más grave aún,  intentó justificarlas. Estas reuniones con el periodista de la oposición, Carlos Valverde, se produjeron dos meses antes  de que el mismo sujeto lanzara falsas acusaciones contra el jefe de estado, Evo Morales, en víspera del referéndum sobre la repostulación presidencial.
Entre tanto, el presidente boliviano ha venido denunciando que las conspiraciones contra su país no paran y los acontecimientos parecen darle la razón al mandatario. Recordemos que primero fueron las protestas de los discapacitados, una de cuyas peticiones, el aumento de las ayudas mensuales, resultaba imposible en tanto que superaba, incluso, transferencias que recibían varias gobernaciones. Más grave aún resultaba la violencia con que estos discapacitados se enfrentaban a la policía y a su cercanía a las instalaciones gubernamentales: parecían querer generar un caos con su condición de minusválidos. Luego vino el paro del transporte pesado ante el llamado que hizo el Ministerio Público a ocho dirigentes del sector para respondieran por una denuncia que contra ellos presentaran los trabajadores de la Fábrica Nacional de Cemento, quienes se sintieron perjudicados por un bloqueo de cuatro días que aquellos hicieron, citación a la que se negaban a asistir aduciendo persecución política. Y ahora el levantamiento de un sector del cooperativismo minero, que culmina con el horrendo asesinato a sangre fría del viceministro del Régimen Interior y Policía de Bolivia, Rodolfo Illanes, golpeado hasta la muerte en un acto de ajusticiamiento  brutal  que, como lo anota el jefe de estado, sólo pretende  confundir a la población y crear un clima de inestabilidad en el país propicio para un golpe de Estado.
Esta protesta la origina la nueva ley de minería que, entre otras cosas, impide satisfacer una petición de las cooperativas (en la práctica entidades privadas) que como tal  exigen se les conceda ampliar sus áreas de trabajo, en el sentido de que se les permita suscribir contratos de asociación  con empresas extranjeras, lo cual permitiría nuevamente a las transnacionales penetrar la economía nacional y apoderarse, como antaño, de los recursos mineros del país andino, lo cual está totalmente prohibido por la constitución boliviana. Pero como si lo anterior fuera poco, exigen además cero aranceles para la importación de maquinaria y equipos de minería, subvención estatal en el consumo eléctrico y eliminación de las obligaciones ambientalistas. Qué tal?
El asesinato del viceministro sólo pretende crear el caos en Bolivia, para luego justificar una intervención internacional que Latinoamérica no puede permitir por ningún motivo, menos a un gobierno que, como el de Bolivia, ha dado cátedra de buena administración pública. Con Evo, Bolivia logró por primera vez en toda su historia republicana un superávit  fiscal; la deuda pública  que en 1987 representaba el 99.2 % del PIB boliviano, en el año 2015 bajó a 17 %; Bolivia logró en ese mismo periodo el primer lugar en crecimiento económico por segundo año consecutivo en Suramérica; este país nacionalizó el petróleo y también las pensiones, privatizadas en su totalidad durante los anteriores gobiernos neoliberales, y mientras en otros países del área se bajan sus  valores o se aumentan las edades, en este país se reduce la edad de jubilación; ahora está ad portas de convertirse en la despensa energética de América Latina. 
Bolivia no se merece esa guerra miserable de baja intensidad, la misma que sufren otros países hermanos y que la derecha mundial nos esconde con una política mediática torpe pero efectiva, por lo que el pueblo latinoamericano y caribeño debe estar presto a respaldar al costo que sea. Basta ya de tanta trapisonda internacional.

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