viernes, 1 de septiembre de 2017

La internacionalización de la Amazonia.


Arsada
Por la Caja de Pandora, conocida como Internet, llegó a mis manos, por intermedio de un amigo muy especial, un documento realmente interesantísimo por su contenido sociopolítico.

El mismo hace referencia a una intervención del, en ese entonces ministro de Educación de Brasil, Cristóvão Buarque, y publicada en 2008 en los medios estadounidenses y europeos, pero que en Latinoamérica fue totalmente ignorada. Su importancia es tal que aun hoy día resulta vital, ahora que los Estados Unidos muestran un interés descarado por apropiarse de la Amazonia.

Resulta que un miembro de la delegación estadunidense en la ONU le solicitó al ministro mencionado, que a él le gustaría que, como humanista más no como brasilero, le dijera qué pensaba sobre la internacionalización de la Amazonia. 

La  respuesta fue efectivamente la de un humanista excepcional.
Para comenzar su intervención en aquel recinto, manifestó que como brasileño consideraba que aun corriendo el riesgo de la degradación ambiental como consecuencia del descuido de sus gobiernos, la Amazonia era brasileña.

Seguidamente señaló que, en caso de que desde una ética humanista se le internacionalizara, se debería hacer lo mismo con las reservas de petróleo del mundo, dado que el mismo era tan importante para el bienestar de la humanidad como lo podría ser la Amazonia para esa misma humanidad, señalando que igualmente el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado, porque si la Amazonia era una reserva para todos los seres humanos, no se debería incendiar solamente por la voluntad de un dueño o de un país.

Prender fuego a la Amazonia resultaba tan grave como lo era el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. Permitirlo sería aceptar que las reservas financieras sirvieran para prender como leños países enteros en la voluptuosidad de la especulación, aprovechando que era el momento en que las Naciones Unidas realizaban el Foro Del Milenio, durante el cual algunos presidentes de países participantes tuvieron dificultades para ingresar a aquel país, debido a situaciones desagradables surgidas en la frontera de los EE.UU.

Señaló que, Nueva York como sede de las Naciones Unidas, también debía ser internacionalizada. En su criterio, Manhattan debería pertenecer a toda la humanidad al igual que París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, incluso Brasilia… ya que consideraba que cada ciudad, con su belleza específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.

Pero igual manifestó que debían ser internacionalizados los grandes museos del mundo: El Louvre por ejemplo no debería pertenecer solo a Francia. Cada museo del mundo era el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano, señalando el hecho absurdo que no hacía mucho tiempo, un millonario japonés había decidido enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro; por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido internacionalizado.

Ahora, que si de lo que se trataba con la internacionalización de la Amazonia era evitar a futuro miles de muertos en el planeta por la destrucción de la misma en manos de los brasileños, entonces sería muy bueno que se internacionalizaran todos los arsenales nucleares, solicitando no olvidar que fueron ellos, los estadounidenses, los únicos capaces de usar esas armas, provocando una destrucción miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas en los bosques de Brasil.

Y por último, señaló este estadista suramericano en aquel foro, que como humanista aceptaba defender la internacionalización del mundo, pero que mientras el mundo lo tratara como brasileño, lucharía para que la Amazonia fuera brasileña.




sábado, 10 de junio de 2017

No la tiene fácil Mr. Trump.



Arsada.

A raíz de la decisión tomada por el presidente de USA, nadie sabe a ciencia cierta en qué terminará el debate en que se encuentra inmersa la ciudadanía norteamericana, en torno a lo que a política ambiental planetaria se refiere.

Como sabemos, en esta semana que pasó, el señor Trump, dando cumplimiento a una de sus promesas de campaña, anunció al mundo que a partir de ese momento él, en nombre de los Estados Unidos, cesaría toda implementación del no vinculante acuerdo de París y de las draconianas cargas financieras y económicas, que en su criterio, imponía dicho tratado a su país.

El Acuerdo de París fue adoptado al interior de las Naciones Unidas el 12 de diciembre de 2015. Se trata de un acuerdo histórico mediante el cual 195 naciones se comprometieron a combatir el cambio climático e impulsar medidas e inversiones para un futuro bajo en emisiones de carbono, resiliente y sostenible.

Su propósito estrella apunta al mantenimiento de la temperatura en este siglo XXI muy por debajo de los 2 grados centígrados, generando incluso esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura en el planeta, más aún por debajo de 1,5 grados centígrados “sobre los niveles preindustriales”, por lo que semejante declaración, no obstante estar anunciada, cayó como cualquier vulgar bomba madre de las que aquel stabilisment acostumbra a utilizar cuando de zanjar diferencias se trata.

Además, no era raro lo que estaba sucediendo habida cuenta que hacía poco tiempo, el fundamentalismo más recalcitrante de aquel país había enviado un primer misil en boca de la figura de Tim Walberg, reconocido congresista republicano, quien en un momento de euforia religiosa manifestó estar seguro que Dios “cuidaría” del aumento mundial de la temperatura atribuido a las emisiones.

Declaración en la que igualmente  señalaba que creía en el cambio climático, pero que como cristiano estaba convencido  que Dios era mucho más grande y poderoso que nosotros y que si había un problema real, él podía encargarse de cuidar de nosotros.

Semejante declaración sólo es posible como  consecuencia de una ingenuidad supina o de una perversidad criminal, con el único propósito de desviar la opinión de un pueblo creyente en torno a determinado tópico.

Recordemos que el pueblo estadounidense, con todo que se desenvuelve en el alto mundo de la más alta tecnología y de la ciencia, sus creencias religiosas son muy arraigadas, al punto que no resulta difícil encontrar en sus ciudades en una misma cuadra, dos y tres iglesias de igual o distintas comunidades religiosas.

Pero no la tiene fácil el presidente usamericano, tanto así que de inmediato un total de 25 compañías tecnológicas, entre las que se encuentran Apple, Google, HP, Adobe, Microsoft, entre otras, han firmado una carta en la que le exigen al mandatario se mantenga a la nación en el Acuerdo de París.

De igual manera, ciudades y territorios estadounidenses hacen fuerte oposición a la decisión del primer mandatario.  En California, Nueva York y Washington, líderes políticos han creado la denominada Alianza del Clima, que tiene como propósito aglutinar a los estados que respaldan el acuerdo y a todos los que toman medidas contra el cambio climático.
De otra parte, especialistas del tema aseguran, como bien lo señala el texto mismo del acuerdo, que un país es elegible para salir del mismo sólo tres años después de su entrada en vigor, tiempo al que sigue un año de espera hasta oficializarse la retirada.
Lo anterior quiere decir que EE.UU  abandonaría el acuerdo en noviembre de 2020, año en que se celebran las elecciones presidenciales en aquel país.

No la tiene fácil el presidente Trump, teniendo en cuenta que la opinión pública mundial se le ha venido encima, incluidas China e India, que para el caso debían ser sus aliadas naturales.





sábado, 6 de mayo de 2017

La intolerancia no aplica en un Estado de derecho.


Arsada.
Por estos días, leyendo noticias procedentes del Oriente veía con profunda preocupación las terribles consecuencias de intolerancia que suele traer el mezclar religión y política.

Siempre he sido un respetuoso de las creencias ajenas y me siento orgulloso de serlo, pero las noticias que venían del otro lado del mundo, más concretamente de Arabia Saudita, me aterraban por considerar que atentaban contra la inteligencia.
Claro está que antes de entrar en detalle tengo que aclarar que se trata de una monarquía, ubicada en la Península Arábiga, donde la única constitución es el Corán. Lo anterior explicaría el que sea un Estado en donde existe una policía religiosa, esto es, una estructura similar a lo que conociéramos en las colonias españolas desde el siglo XV y que se mantuvo hasta principios del XIX, la tristemente célebre Santa Inquisición.
Hasta aquí no hay problema; cada comunidad es dueña de hacer colectivamente lo que más le convenga. El conflicto surge cuando ese colectivo pretende imponerse a todos sus miembros irrespetando la individualidad.
Es el caso de medios locales de aquel lejano país citados por AFP, que comunican que las autoridades deportivas de aquel Estado han comenzado a tomar medidas contra futbolistas que utilizan peinados que son considerados anti islámicos.
De igual manera, el máximo órgano clerical de dicha nación ha determinado renovar la prohibición de la divulgación de los pokémon, personajes ficticios de videojuegos del mismo nombre, en razón que dicho juego está basado en la teoría de la evolución de Darwin, a lo que se le suma el hecho de ser un juego de azar y de divulgar símbolos de otras religiones, incluidas la cruz del cristianismo, la estrella de David y el triángulo  masónico.
Lo que rebosa la copa de esta intolerancia, nacida de la manguala político-religiosa,  es la noticia proveniente de aquel remoto Estado en la que señala que sus autoridades han condenado a la pena de muerte a un joven de 20 años, por declararse ateo y haber renunciado al Islam.
Pero cuando aún no había salido de mi asombro, me encuentro con que en mi país el ex procurador Alejandro Ordoñez, se fue como cualquier Torquemada del siglo XV contra el actual Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, por haberse este declarado ateo.
A decir del ex, esta declaración demostraba que el ministro no sólo se había “salido del closet”, sin decir exactamente a qué se refería, sino que el gobierno con su nombramiento promovía una “cultura de la muerte”, aduciendo que siendo Colombia “un país creyente”, no merecía tener la mala suerte, diría alguien, de tener un ministro ateo, para terminar lanzando el petardo de preguntar: ¿Dejaría usted la salud de su familia y la educación de sus hijos en manos de un ateo?
Quién lo creyera? El señor Ordoñez, al igual que los fundamentalistas islámicos de Arabia Saudita, considera el ateísmo un delito e igual que el rey saudita, seguramente terminará por asimilarlo a un acto de terrorismo. Ese es uno de los grandes peligros del fundamentalismo religioso, su fanatismo puede llegar a justificar lo absurdo.
Con estos niveles de intolerancia no resulta fácil ser optimista en este proceso de paz en el que nos hemos comprometidos los colombianos, pero no tenemos otra opción, necesitamos serlo hasta su culminación. Por un vivir en paz debemos estar dispuestos a darlo todo.



sábado, 22 de abril de 2017

Algo no anda bien.


Arsada.
El que un grupo de abogados militares, que trabajan en la prisión que tiene el gobierno estadounidense en Guantánamo, hayan interpuesto una demanda contra el Departamento de Defensa de su país por considerar que han sido forzados a exponerse a peligrosos niveles de compuestos químicos carcinógenos en aquel sitio, es algo como para meditar.
Si lo anterior, en lo que a salud se refiere, sucede con los nacionales usamericanos, ¿qué no estará pasando con los prisioneros de guerra allí detenidos?
De otra parte, tres combatientes de la unidad de fuerzas especiales conocida como Navy SEAL, perteneciente a la Marina de Guerra estadounidense, han declarado a la CBS News, que no son pocos los combatientes de esa unidad de élite que han dado resultados positivos en pruebas de consumo de droga, tanto así, que de acuerdo a la misma fuente, en diciembre del año pasado el Mando superior de  los Navy SEAL tuvo que suspender un entrenamiento de combate de sus efectivos para celebrar una reunión sobre el problema de las drogas.
Recordemos que en manos de estos cuerpos élites está el manejo de explosivos como la bomba madre, lanzada hace poco en Afganistán, y la atómica B61 que se probara recientemente en el polígono Nellis, del estado de Nevada. Este tipo de armas en manos de personas de tan dudosa estabilidad mental puede no resultar lo más aconsejable para el planeta, especialmente para ellos mismos.
Pero las cosas no se quedan allí. Expertos en derechos humanos de Naciones Unidas han manifestado su preocupación, debido a que en algunos estados del país del norte se han presentado proyectos de ley que apuntan a la restricción del derecho de reunión.
De acuerdo a los expertos de la ONU, David Kaye y Maina Kiai, en varias  legislaturas estatales norteamericanas, desde enero del presente año, se han venido presentando una serie de proyectos de ley, en su criterio totalmente antidemocráticos, en tanto que violarían gravemente los derechos sobre libertad de expresión y reunión, criminalizando de esta manera las protestas pacíficas.
Pero mientras esto sucede al interior de aquel país, el gobierno de éste se ufana de señalar a otros Estados en el mundo de antidemocráticos y dictatoriales, sin motivos reales aparentes. Ver para creer, como decía el amigo Tomás.
Ahora que, para cerrar con broche de oro, en el momento en que escribo este artículo, miles de ciudadanos estadounidenses se lanzan a las calles, en muchas ciudades, para exigir a su presidente, como en cualquier país tercermundista,  que dé a conocer su declaración de impuesto. Algo que todo presidente o candidato presidencial en USA ha hecho en los últimos cuarenta años.
Y aunque Trump ha manifestado que los norteamericanos no están interesados en su declaración de impuestos, un 74% de ellos consideran que debe darla a conocer. Es más, una petición exigiendo que revele cuánto paga en impuestos, ha superado el millón de firmas.
Mejor dicho, la situación en USA se muestra realmente preocupante en muchos aspectos y sólo ellos podrán encontrarle solución mediante el diálogo civilizado. Ojala cuenten con la sensatez necesaria para lograrlo y no esperen a que otros les digan lo que tienen que hacer.


sábado, 8 de abril de 2017

Somos una nación atípica.


Arsada,
La radicalización al interior de las naciones en la que se hayan empeñado los grandes poderes planetarios en su propósito de mantener el dominio mundial, se puede palpar sin mayor esfuerzo tanto en Asia, como en África, Europa y obviamente Suramérica.
Una buena muestra de lo anterior, han sido los bochornosos sucesos que en estos días se han dado en la OEA, en donde en la práctica, se ha dado una especie de golpe de Estado contra la presidencia de Bolivia en aquella organización, con el único propósito de justificar, de la manera más vergonzosa, una agresión a Venezuela.
Como bien lo expresara en su momento el saliente presidente ecuatoriano Rafael Correa, desde hace tiempo, sectores interesados han querido vendernos la idea  de que la economía es un problema eminentemente técnico y no político, concepción que ha permitido hacernos creer que a la resolución de los problemas económicos sólo podían acceder los técnicos en la materia.
Esta teoría ha actuado como una talanquera para detener el avance de nuevas teorías que han surgido, y que han comenzado a cuestionar las relaciones de  producción existentes en Occidente.  Estamos en una situación muy similar a la presentada en los siglos XVII y XVIII, cuando se producen las revoluciones liberales (Burguesas) en América y Europa.
No obstante, en nuestro país las cosas se han dado de manera un tanto asimétricas, en tanto que, si bien es cierto, nuestra dirigencia política ha logrado que los colombianos hayamos caído en una intransigencia política irracional, al punto que a nuestros dirigentes de los grupos políticos bien se les puede señalar como culpables de delitos de lesa humanidad. Dividir a una nación para beneficio propio, no tiene nombre. ¡No hay derecho a tanta maldad!
La asimetría, por otra parte, radica en que a diferencia de lo que sucede en otras latitudes, en donde la lucha se da en torno a una nueva forma de concebir la administración del Estado, aquí la lucha se da en torno a qué grupo debe seguir detentando el poder y por tanto la administración y repartición de la cosa pública.
Mejor dicho, en nuestro país la lucha es entre castas influidas por el más aberrante instinto de dominación; en todo lo demás están perfectamente de acuerdo. Para ellas, en este país no hay que tocar nada, todo funciona perfectamente.
Aquí no hay miseria, lo de Mocoa fue mala leche, el hambre en amplios sectores poblacionales no existe, la asistencia social para la población más deprimida es óptima. Todo lo anterior, les da la autoridad suficiente a tales grupos, para señalar la paja en el ojo a todos los otros países, vecinos y no vecinos, porque la viga que tienen en el suyo la tapan con un parche pirata del más puro corte inglés.
Esto no lo entiende nadie.


sábado, 25 de marzo de 2017

¿Cómo así?


Arsada.
Ciertas noticias aparecidas en estos días en los medios mundiales de comunicación, nos ponen a pensar que en este planeta se están cocinando sucesos que no llevan a pensar nada bueno para el futuro.
En Perú, por ejemplo, un pastor fundamentalista y ortodoxo a morir, no tuvo problema alguno para incitar a sus seguidores a asesinar a las lesbianas, homosexuales y a todo miembro perteneciente a la comunidad LGTB, en tanto que “son gente podrida” que, como los corruptos y ateos, no son obra de Dios.
Pero allá, al igual que por aquí, al conocer de su llamado a juicio logró huir del país, y desde San Salvador se defendió diciendo que él no había hecho sino leer dos capítulos de la Biblia, del Antiguo Testamento. Cómo así?
De otra parte, el Secretario General de la OEA, atribuyéndose funciones que no le corresponden, comienza a vociferar que en Venezuela no existe el Estado de derecho. 
En su criterio, en aquel país existe una crisis económica terrible, además de una impresionante escasez de alimentos y medicamentos, violencia callejera y violación de derechos humanos, pero se cuida de señalar el origen de los cuatro primeros y no le tiembla la voz ni el pulso para sostener el último, que no es más que una vulgar infamia.
Pero, amigo lector, si usted mira desprevenidamente el rostro del señor Almagro y centra su mirada en su boca, encontrará que es la típica boca de un amargado, de un resentido, de un ser triste y mediocre que no puede gustar de la vida y por eso sólo es capaz de alimentarse de odios y rencores.
Su propuesta sólo apunta a un propósito: justificar un bloqueo para una posterior invasión a Venezuela. Piensen y verán.
Pero como bien lo expresó Roy Chaderton, ex embajador de aquel país en dicho organismo, la vida sin la Organización de Estados Americanos es posible. Y tiene toda la razón si pensamos en la República de Cuba. ¿Cómo así?
Ahora en la OTAN nos encontramos con otra perla intervencionista, cuyo papel quieren asumir ahora  estas organizaciones con clara influencia usamericana:

Resulta que en Abjacia se realizaron unas elecciones en las que el pueblo abjaciano se declaró libre y autonomo, pero como los resultados fueron adversos a los intereses de los aliados y socios de la OTAN, el Secretario general de la Alianza para el Cáucaso Sur y Asia Central, James Appaturai, manifestó olímpicamente, que la OTAN no aceptaba los resultados y punto. ¿Cómo así?
Igual, el presidente de los Estados Unidos ha autorizado a la CIA para que con sus drones puedan bombardear objetivos terroristas, papel que estaba reservado de manera exclusiva para el pentágono.
De acuerdo con el diario Wall Street Journal, a partir de la expedición de dicha orden, la CIA no necesitará del permiso del Departamento de Defensa, ni de la Casa Blanca, para realizar ataques con aviones no tripulados en misiones antiterroristas.
El asunto es tan delicado que Chistopher Anders, actual subdirector de la Unión Estadounidense por las libertades civiles, ha manifestado que “la CIA debería ser una organización de análisis y espionaje y no una organización paramilitar¨. ¿Cómo así?










viernes, 10 de marzo de 2017

El mundo de la ciencia también se desorienta.


Arsada.
Por estos días, una de las más importantes revistas científicas a nivel mundial ha mostrado su preocupación por la forma negativa en que puede incidir la administración de Donald Trump,  en relación con la investigación científica y el cambio climático en el planeta.
El asunto es como para preocuparse, teniendo en cuenta los nombramientos con que el presidente estadounidense ha venido estructurando su equipo ministerial de trabajo. Para comenzar, en la vicepresidencia y en la cartera de educación posesionó a dos connotados creacionistas, esto es, a dos peligrosos representantes de la derecha más obscurantistas del establecimiento.
Mientras que en la cartera encargada de la política energética ha colocado a reconocidos lobistas (empresarios privados) de la explotación del petróleo y del gas. Y como si lo anterior no fuera suficiente, ha encargado de la Agencia de Protección del Medioambiente a un reconocido escéptico del cambio climático.
La conmoción ha sido de tal magnitud que, la revista Nature ha hecho sonar las alarmas de manera tal que los expertos no han dudado en calificarla como la ruptura de la burbuja científica.
La revista, en un alarde de suspicacia, diría yo, considera que el problema no radica en las veleidades oratorias de Trump, sino en saber qué impulsó a la sociedad usamericana para llevarlo a la Casa Blanca. Interesante cuestionamiento que tampoco apunta a la solución real del problema.
Después, en forma por demás elegante, se va lanza en ristre contra el mundo de la ciencia vigente en nuestro tiempo, haciéndonos caer en cuenta a los ciudadanos del común, pero muy especialmente a los hombres de ciencia, que infortunadamente aquella, como tal, no siempre ha estado al servicio de la sociedad y menos ahora cuando los altos costos de los medicamentos, por ejemplo, han aumentado escandalosamente la brecha social.
En opinión de la revista, la ciencia como tal debe asumir un mayor compromiso con los problemas de la sociedad; en otras palabras, que los científicos deben salir de los laboratorios para averiguar qué necesita la gente y no pensar tanto en la utilidad material del inversor privado. El lío radica en que estos últimos, a consecuencia de un sistema “fríamente calculado”, son quienes les pagan.
En lo que a mí respecta, creo que la revista está tomando el rábano por las ramas. Pensar que el problema son los científicos y los laboratorios, sólo contribuye a distraernos en el análisis.
La anterior es la razón por la cual me atrevo a decir que, de alguna manera y por razones obvias, esta permisividad de penetración por el capital privado transnacional, sólo es posible gracias a la permeabilidad de un sistema de producción que así lo permite y promociona.
Todo apunta a que el problema radica en la existencia de un sistema estructurado de producción egoísta al que sólo le interesa la acumulación, el acaparamiento y la manipulación del poder, para someter al resto y atesorar en el mangoneo. Lo demás es pura morisqueta.





martes, 31 de enero de 2017

Será nuestro destino como Estado, la inviabilidad?


Arsada.

La pregunta me la hice, habida cuenta que por estos días un exitoso noticiero de televisión entrevistó a dos grupos de prestantes figuras del acontecer nacional, en lo relacionado con la corrupción en el país; estamos hablando, por una parte, del Fiscal, el Procurador y el Contralor de la Nación, y por la otra de prestantes figuras de la  industria como William Bruce Mac Master, presidente  de la Andi, y Jorge Robledo, candidato a la presidencia por el Polo, y sinceramente la desazón en que quedé fue manifiesta.
En el primer grupo se llegó a plantear,  por parte del entrevistador, sobre la necesidad imperiosa  de agregar a ese grupo de tres mosqueteros, así los llamó, un cuarto y mi sorpresa fue grande cuando señaló que el cuarto debería ser un representante de la empresa privada. Mejor dicho, el ratón para que cuide el queso.
Como si no fuera suficiente que la elección de los tres hubiese sido por elección del Honorable Congreso de la República, ente considerado como el más grande e importante  nido de corrupción del país, por lo menos esta es la opinión de una gran mayoría de colombianos. La filosofía popular es clara; el olmo no puede producir peras.
Sin embargo, el que se mostró más consecuente con el problema y sus posibles soluciones fue el Contralor General de la República, Edgardo Maya, quien alcanzó a expresar que el tema era tan complejo que requería de la participación de todos y cada uno de los colombianos.
En la entrevista a Bruce Mac Master, presiente de la ANDI y Jorge Robledo, los dos sin querer queriendo, con mucho disimulo y tino comenzaron a sacarse los trapitos al sol y de alguna manera concluyeron en lo mismo: que el asunto era tan complejo que igual requería de soluciones más que complejas.  Mejor dicho, no dijeron nada que apuntara a la solución de la situación.
Luego aparece la Campanita de Peter Pan en el Congreso, Claudia López,  con su propuesta de iniciar el rescate de la moral pública conminando a los electores a votar por una consulta popular de siete puntos, con la cual se obligaría a los políticos aspirantes a concejos, asambleas, cámara, senado y presidencia de la Republica, entre otras cosas, a limitar el período en las corporaciones públicas, propuesta que en conjunto, además de lógica, resulta justa; sin embargo, a la senadora se le olvidó poner también como causal de inhabilidad para dichos aspirantes, la comprobación del uso de los paraísos fiscales que tanto daño le están haciendo a las economías de América Latina.
La propuesta fue recibida, en términos generales, con beneplácito, pero de inmediato también saltaron voces como la de Alfonso Cuellar en la Revista SEMANA, quien la calificó de inocua.
Definitivamente, a los colombianos nos mata la inmediatez; pretender que un proceso de dos siglos lo podamos redireccionar en una década, es sencillamente una ilusión que bordea los límites de la ingenuidad.
Aunque parezca increíble, en esta búsqueda angustiosa nadie menciona a la educación. Al parecer, no se quiere apostar un peso por ella en este proceso de restructuración del comportamiento ético nacional; no obstante participar la gran mayoría de los colombianos, incluido el establecimiento, en la idea de que pretender cambiar el comportamiento social de un país sin tocar su modelo pedagógico, es simplemente una solemne majadería.
Si bien es cierto que por algo hay que empezar, y en eso tiene mucha razón la senadora, ese inicio debe ser por la parte más obvia, la educación y no precisamente referida a los tiempos, sino al cómo y al qué se va  enseñar. No se trata de copiar modelos pedagógicos, es crear nuestros propios patrones educativos que nos permitan hacer de la adquisición del conocimiento algo placentero,y del respeto por el otro un imperativo cultural.
En el mientras tanto, tocará seguir en este desconcierto que nos tiene al borde de una inviabilidad que como sociedad no conviene a nadie.


sábado, 14 de enero de 2017

Quién es Warren Edward Buffet?


Arsada.

Esta fue la pregunta que me hice cuando leí la declaración que hiciera el  estadounidense Warren Edward Buffet, al New York Times, el 26 de noviembre de 2006,  y que al parecer no causó la conmoción que se suponía causaría en su momento.

El señor en cuestión, es el mismo que la famosa revista Forbes declarara el año próximo pasado como el tercer hombre más rico del mundo, detrás de su compatriota Bill Gates y del español Amancio Ortega. El órgano especializado  calcula su fortuna en 60.800 millones de dólares, pero que además de millonario tiene una sospechosa fama de ser tacaño a morir; todo pareciera indicar que lo que le gusta del dinero, es el poder que genera.

En aquella oportunidad, a este exponente del capitalismo mundial no se le cimbraron sus neuronas para manifestar con una insolencia poco usual entre su gremio, la siguiente sentencia lapidaria: “Claro que hay lucha de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando.”

Y míster Warren Edward Buffet, tiene toda la razón del mundo. Las estadísticas e informes mundiales para el año 2016,  así lo confirman. Comencemos por decir que la población planetaria es aproximadamente de 7.310 millones de habitantes, de los cuales el 1% más rico controla la mitad de la riqueza mundial. La mitad más pobre de la población del mundo dispone de un poco menos del 1% de dicha riqueza, mientras que el 10% más rico posee el 88% de la totalidad de la riqueza mundial.

De acuerdo a revistas especializadas como Wealth-X y UBS, contra toda lógica,  a partir de 2009 el número de millonarios creció en un 81%. Más interesante aún resulta saber  que un 0,334% de la población mundial, esto es, un aproximado a 16,6 millones de personas, posee cerca de 77 billones de dólares; estamos hablando de una cifra cercana al producto interno bruto mundial.

Pero estos especialistas llegan a una conclusión mucho más dramática, en el sentido de señalar que el 0,004% de la población del planeta, esto  es, cerca de 211.275 millonarios, son dueños del 12.8% (unos 29.7 billones de dólares) de la riqueza planetaria, en tanto que los multimillonarios, que no son más de 2.325, resultan siendo los dueños de 7,3 billones de dólares.

De acuerdo a los informes de los expertos, a partir del cambio de siglo la mitad más pobre del planeta ha recibido solo el 1% del total del aumento de la riqueza mundial, mientras que la mitad de dicho aumento ha terminado en manos del 1% de la población planetaria (léase multimillonarios, millonarios y otros menos ricos que en el  mundo existen).

Mientras lo anterior sucede en el alto mundo del capitalismo salvaje, en donde prima la producción irracional y el poder de la paz romana, una organización como las Naciones Unidas declaran que en este mismo planeta, 780 millones de personas no cuentan con acceso al agua potable, al igual que 2,5 millones carece de acceso a los servicios básicos de saneamiento.

Y como si lo anterior no fuera suficiente para avergonzarnos como especie, informan también que cada año, 3.500.000 niños mueren en este planeta de pura y física hambre.

Pero con todo y eso, en mi concepto, la trascendencia de la declaración del señor Warren Edwar Buffet, radica en que nunca antes los ideólogos del capitalismo, ni sus generales de producción y mucho menos sus chupa medias de siempre, habían aceptado públicamente la realidad de un concepto como el de la lucha de clases; para ellos, eso no era más que una entelequia de una izquierda resentida, llena de odios y envidiosa.

Se trató de una expresión desconcertante, por no decir desatinada y poco afortunada, por la sobrades manifiesta de su contenido, pero que dice muy a las claras lo que se vendrá de aquí en adelante.