sábado, 25 de marzo de 2017

¿Cómo así?


Arsada.
Ciertas noticias aparecidas en estos días en los medios mundiales de comunicación, nos ponen a pensar que en este planeta se están cocinando sucesos que no llevan a pensar nada bueno para el futuro.
En Perú, por ejemplo, un pastor fundamentalista y ortodoxo a morir, no tuvo problema alguno para incitar a sus seguidores a asesinar a las lesbianas, homosexuales y a todo miembro perteneciente a la comunidad LGTB, en tanto que “son gente podrida” que, como los corruptos y ateos, no son obra de Dios.
Pero allá, al igual que por aquí, al conocer de su llamado a juicio logró huir del país, y desde San Salvador se defendió diciendo que él no había hecho sino leer dos capítulos de la Biblia, del Antiguo Testamento. Cómo así?
De otra parte, el Secretario General de la OEA, atribuyéndose funciones que no le corresponden, comienza a vociferar que en Venezuela no existe el Estado de derecho. 
En su criterio, en aquel país existe una crisis económica terrible, además de una impresionante escasez de alimentos y medicamentos, violencia callejera y violación de derechos humanos, pero se cuida de señalar el origen de los cuatro primeros y no le tiembla la voz ni el pulso para sostener el último, que no es más que una vulgar infamia.
Pero, amigo lector, si usted mira desprevenidamente el rostro del señor Almagro y centra su mirada en su boca, encontrará que es la típica boca de un amargado, de un resentido, de un ser triste y mediocre que no puede gustar de la vida y por eso sólo es capaz de alimentarse de odios y rencores.
Su propuesta sólo apunta a un propósito: justificar un bloqueo para una posterior invasión a Venezuela. Piensen y verán.
Pero como bien lo expresó Roy Chaderton, ex embajador de aquel país en dicho organismo, la vida sin la Organización de Estados Americanos es posible. Y tiene toda la razón si pensamos en la República de Cuba. ¿Cómo así?
Ahora en la OTAN nos encontramos con otra perla intervencionista, cuyo papel quieren asumir ahora  estas organizaciones con clara influencia usamericana:

Resulta que en Abjacia se realizaron unas elecciones en las que el pueblo abjaciano se declaró libre y autonomo, pero como los resultados fueron adversos a los intereses de los aliados y socios de la OTAN, el Secretario general de la Alianza para el Cáucaso Sur y Asia Central, James Appaturai, manifestó olímpicamente, que la OTAN no aceptaba los resultados y punto. ¿Cómo así?
Igual, el presidente de los Estados Unidos ha autorizado a la CIA para que con sus drones puedan bombardear objetivos terroristas, papel que estaba reservado de manera exclusiva para el pentágono.
De acuerdo con el diario Wall Street Journal, a partir de la expedición de dicha orden, la CIA no necesitará del permiso del Departamento de Defensa, ni de la Casa Blanca, para realizar ataques con aviones no tripulados en misiones antiterroristas.
El asunto es tan delicado que Chistopher Anders, actual subdirector de la Unión Estadounidense por las libertades civiles, ha manifestado que “la CIA debería ser una organización de análisis y espionaje y no una organización paramilitar¨. ¿Cómo así?










viernes, 10 de marzo de 2017

El mundo de la ciencia también se desorienta.


Arsada.
Por estos días, una de las más importantes revistas científicas a nivel mundial ha mostrado su preocupación por la forma negativa en que puede incidir la administración de Donald Trump,  en relación con la investigación científica y el cambio climático en el planeta.
El asunto es como para preocuparse, teniendo en cuenta los nombramientos con que el presidente estadounidense ha venido estructurando su equipo ministerial de trabajo. Para comenzar, en la vicepresidencia y en la cartera de educación posesionó a dos connotados creacionistas, esto es, a dos peligrosos representantes de la derecha más obscurantistas del establecimiento.
Mientras que en la cartera encargada de la política energética ha colocado a reconocidos lobistas (empresarios privados) de la explotación del petróleo y del gas. Y como si lo anterior no fuera suficiente, ha encargado de la Agencia de Protección del Medioambiente a un reconocido escéptico del cambio climático.
La conmoción ha sido de tal magnitud que, la revista Nature ha hecho sonar las alarmas de manera tal que los expertos no han dudado en calificarla como la ruptura de la burbuja científica.
La revista, en un alarde de suspicacia, diría yo, considera que el problema no radica en las veleidades oratorias de Trump, sino en saber qué impulsó a la sociedad usamericana para llevarlo a la Casa Blanca. Interesante cuestionamiento que tampoco apunta a la solución real del problema.
Después, en forma por demás elegante, se va lanza en ristre contra el mundo de la ciencia vigente en nuestro tiempo, haciéndonos caer en cuenta a los ciudadanos del común, pero muy especialmente a los hombres de ciencia, que infortunadamente aquella, como tal, no siempre ha estado al servicio de la sociedad y menos ahora cuando los altos costos de los medicamentos, por ejemplo, han aumentado escandalosamente la brecha social.
En opinión de la revista, la ciencia como tal debe asumir un mayor compromiso con los problemas de la sociedad; en otras palabras, que los científicos deben salir de los laboratorios para averiguar qué necesita la gente y no pensar tanto en la utilidad material del inversor privado. El lío radica en que estos últimos, a consecuencia de un sistema “fríamente calculado”, son quienes les pagan.
En lo que a mí respecta, creo que la revista está tomando el rábano por las ramas. Pensar que el problema son los científicos y los laboratorios, sólo contribuye a distraernos en el análisis.
La anterior es la razón por la cual me atrevo a decir que, de alguna manera y por razones obvias, esta permisividad de penetración por el capital privado transnacional, sólo es posible gracias a la permeabilidad de un sistema de producción que así lo permite y promociona.
Todo apunta a que el problema radica en la existencia de un sistema estructurado de producción egoísta al que sólo le interesa la acumulación, el acaparamiento y la manipulación del poder, para someter al resto y atesorar en el mangoneo. Lo demás es pura morisqueta.