Por
Arsada.
Desde
hace mucho tiempo sectores que se oponían a la explotación petrolera mediante
la técnica del fracking, venían sosteniendo sobre la inconveniencia de tal
procedimiento dado los costos materiales y sociales que la misma podría
conllevar.
Como era
de esperar los sectores que más se beneficiaban con tal estrategia de
explotación como la Shell, la Exxon Mobil, y Chevron, entre otras, no solo
rechazaron aquella posición por ridícula si no que se montaron en ese boom de
explotación petrolera.
Y no solo
arremetieron contra el tercer mundo, en donde las poblaciones campesinas e
indígenas, de manera valiente y casi
solitaria, levantaron sus voces de protestas; si no que además, estos energúmenos, adoradores de la
utilidad, igual terminaron utilizando la misma estrategia de explotación al
interior de EE.UU. en donde también han tenido fuerte oposición por parte de
importante sectores sociales. Infortunadamente el poder del dinero lo tapa y lo
calla todo.
Lo
interesante de la historia es que ahora de acuerdo a un estudio dado a conocer
en el Bulletin of the Seismological Society of America (BSSA), científicos
estadounidenses, señalan que precisamente la producción de petróleo y gas bien
pudieron haber contribuido de manera importante en cuatro de los cinco
terremotos más demoledores ocurrido en Los Ángeles a principios del siglo XX, (Inglewood en 1920,
Whittier en 1929, Santa Mónica en 1930, Long Beach en 1933). En este
territorio se dio una relación directa entre la alta explotación petrolífera que
se dio a principio del siglo XX, la cual llegó a representar el 20% del total
nacional y la alta actividad sísmica de la zona en el mismo período.
Tomando
como base la anterior información, estos científicos son del criterio que esta
investigación, de alguna manera confirma, que la explotación de petróleo y gas
puede incidir en la generación de terremotos de grandes magnitudes. Tal estado
de cosas en Los Ángeles, igual los induce a pensar que a la misma conclusión se puede llegar en lo relacionado
con los temblores que se vienen presentando en Oklahoma y Texas, causados muy
posiblemente por el empleo del sistema de fracking o fracturación hidráulica
que se viene utilizando en aquellos territorios.
Todo esto nos lleva a concluir que a nuestros campesinos e indígenas en
Latinoamérica, les asiste toda la razón del mundo cuando levantan sus voces
para oponerse a semejante sistema de explotación petrolera que implica tan alto
costo ambiental., sobre todo si pensamos en la cantidad de agua dulce que el
mismo utiliza. Ahora, que si escasea el agua, el negocio resulta de una
rentabilidad mucho mayor y entonces quién dijo miedo.
No
olvidemos que Latinoamérica está ubicada en un área eminentemente montañosa y por ello el fracking puede llegar
a causarnos muchísimo daño, máxime cuando el planeta atraviesa por una inestabilidad sísmica poco
común consecuencia de un reacomodamiento
de sus placas tectónicas.
Si a lo
anterior le agregamos las largas sequias que se vienen presentado como
consecuencia del cambio climático la situación toma un color casi que de
tragedia planetaria, pero esto parece no importarle mucho a los adoradores del
dios Utilidad, convencidos que a ellos no les va pasar nada.
¿Ingenuidad
o demencia posesiva?
http://inquietudesajbd.blogspot.com.co/
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