jueves, 19 de diciembre de 2013

Cría cuervos y te sacarán los ojos.



Por Armando Brugés Dávila.
No puedo olvidar los momentos estelares de Gustavo Petro en el Senado, en donde llegó a sentar cátedra no sólo como aguerrido orador sino también como brillante analista de los procesos delictuosos por los que estaba pasando en ese momento la Nación y a los que la mayoría  parecía no querer ponerle tatequieto por terror al innombrable. Surge entonces la figura valerosa de Petro y asume con decoro y valentía el compromiso de sacar a la luz pública lo que sucedía en la hacienda Las Guacharacas, los falsos positivos en Soacha, el carrusel de las contrataciones, entre otros. Todo iba sobre ruedas: el senador estaba haciendo una de las mejores carreras parlamentarias del momento; era a no dudarlo el senador más carismático de la izquierda y del Congreso. Cuando este hombre hablaba la nación se ponía expectante, se sabía  que sus planteamientos no sólo resultaban claros sino también contundentes y arrolladores.
Pero un buen día, de esos que no faltan, el senador Gustavo Petro, no se sabe motivado por qué razones, resulta haciendo algo que aún no he podido entender. Ese día, el Petro que admiraba cayó hecho pedazos. Por más que lo intente no logré conseguir una sola razón que justificara el comportamiento del senador Petro, al votar favorablemente por Alejandro Ordoñez para ejercer el cargo de Procurador General de la Nación. Pero más triste fue saber que con su voto dicho inquisidor ganó el puesto. Y más triste aún, que  el Senador nunca quisiera o pudiera  dar una explicación coherente que permitiera justificar semejante disparate ideológico ante sus seguidores. Ese señor, a quien bien se le califica de “fanático religioso” por su sectarismo clerical, era ya más que conocido  por sus posiciones sectarias, y a este senador de izquierda, lo que se le ocurre es defender la aspiración del mismo sin tener en cuenta el peligro que representaba este siniestro personaje para la democracia y la libertad de pensamiento en Colombia. Escuchando su discurso en la Plaza de Bolívar, le oí decir al parlamentario que no tenía de qué arrepentirse y personalmente creo que lo decía sinceramente, pero no le entendí, porque para bien o para mal, el que lo estaba mandando a la calle era el mismo tétrico personaje, que él con su voto y vehemencia ayudó a lograr esa posición, la misma  que hoy utiliza para destruirlo no sólo como Alcalde sino también como político. Y de eso tiene que estar arrepentido, pero no lo dijo. No fue capaz de asumir su responsabilidad, no obstante conocer que Alejandro Ordoñez se había opuesto feroz y públicamente a que las mujeres pudieran detener la gestación en cualquier circunstancia; el mismo que siendo estudiante de bachillerato en Bucaramanga había participado  en la quema de libros, con motivo de la celebración del día de la Virgen María, textos aquellos que se encontraban en la Biblioteca Gabriel Turbay de aquella ciudad, muchos de los cuales pertenecían a autores de la literatura universal como Flaubert, Victor Hugo, Rousseau y Proust, entre otros. Se trata del mismo que ha combatido la adopción de las parejas del mismo sexo e intentado la supresión del matrimonio civil en Colombia; también se le conocía como opositor al derecho de los enfermos terminales a disponer sobre el final de sus vidas. Pero igualmente, para la época de su elección también se sabía, de acuerdo a Diego Olivares, en su artículo publicado por Las Dos Orillas el 13 de diciembre, que pertenecía a la Orden de la Legitimidad Proscrita, una especie de comunidad secreta dentro del ala extrema y más radical de la iglesia católica. Según la misma fuente, el grupo en referencia hace de la política una herramienta para expandir su ideario radical y sectario, en donde la diferencia no es posible. Como se puede anotar, todo apunta a que se trataba de un personaje totalmente contrario a las ideas liberales y obviamente a las de izquierda. Surge entonces la pregunta: ¿Qué determina al Senador Petro a dar semejante paso al vacio? Nadie lo sabe y él muy inteligentemente elude el tema.
Si bien es cierto el Procurador actuó en Derecho, la sanción de  inhabilidad política por 15 años al Senador no tiene explicación teniendo en cuenta lo que viene sucediendo con el exalcalde Moreno Díaz, pero lo que sí tiene la ya famosa sanción es un fuerte tufo  político. Señor Procurador: se le fueron las luces y quién sabe a qué costos en su contra. Sólo el tiempo lo dirá.