sábado, 26 de abril de 2014

Relatividades que desconciertan.


Por Armando Brugés Dávila.

Por estos días sentí envidia de la buena al leer que en la ciudad de Antofagasta (Chile) se había realizado el Festival Puerto de Ideas. Asistieron el primer día como expositores a esa orgía del conocimiento, el neurobiólogo y psicólogo italiano Giacomo Rozzolatti, ganador del premio Príncipe de Asturias en ciencia y tecnología, por su descubrimiento de la Neurona  Espejo, responsable de la conducta imitativa que permite el aprendizaje y sobre la que se edifica nuestra civilización y reposa nuestra capacidad  empática. El físico Andrés Gomberoff, hablando del espacio y del tiempo aseveró en su conferencia, que con el conocimiento que hay, si se tuviese la tecnología adecuada, viajar al futuro sería posible hoy día. Michel Menu, director del Museo del Louvre, participo con su trabajo “En busca de nuestros orígenes cósmicos.”  El certamen duró tres días y en ella participaron otros importantes conferencistas. Allí todo fue gratuito y con asistencia masiva de jóvenes y adultos. En nuestro país, mientras tanto, se realizará entre el 29 y el 30 de abril, la Cumbre de Líderes por la Educación, organizada por Semana Educación y el Colegio Gimnasio Moderno, con motivo de la celebración de sus 100 años de fundación,  a la que asistirán científicos de la talla de Rodolfo Llinás, Howard Gardner, David Perkins y otros más de talla internacional. Pero en nuestro caso, el inconveniente radica en que la “contribución” para poder asistir, es de $1.000.000. Y aquí es donde surge el dilema de la relatividad, puesto que los eventos son relativamente congruentes desde el punto de vista del conocimiento, pero totalmente antagónicos ante la posibilidad de acceso a uno y otro.
De otra parte, José Mujica, ese hombre sabio que ejerce la presidencia de Uruguay, nos hace caer en cuenta de una de las contradicciones más grandes que se plantea la sociedad  global, en base a esa compleja ley que llamamos de la relatividad. Los demócratas del planeta saludamos con alborozo el mundo cibernético en que nos habría  tocado  vivir, ya que con el mismo la democracia alcanzaría su máximo desarrollo. Todo estaba muy claro. La participación  planetaria que permitía internet a través de sus redes, era la mejor herramienta concebida para alcanzar el perfeccionamiento del sistema de gobierno, que a decir de los estadistas, es el más perfecto jamás concebido por la humanidad. Pero el estadista uruguayo nos sorprende haciéndonos caer en la cuenta, que la tal herramienta está generando un efecto totalmente contrario, al ser utilizada no para luchar contra dictaduras por el camino menos cruento de la desobediencia civil, como fue su intencionalidad primaria, lo que la hacía moralmente defendible, sino que viene siendo aprovechada en sociedades democráticas por sectores minoritarios, que al discrepar con la mayoría y los representantes que eligió “masifican estrategias planificadas” con la pretensión de “paralizar los gobiernos”, generando peligro para la sociedad. Se trata de movimientos que en su afán de no respetar las decisiones de las mayorías, generan agresivas movilizaciones buscando, con una torcida desobediencia civil, la parálisis de los Estados democráticos que realmente respetan los derechos de todos y cada uno de sus ciudadanos, para favorecerse ellos, ya que en sus cerebros no les cabe la existencia de un Estado que de manera vergonzosa no los privilegie a ellos, así les toque negociar el poder y la riqueza nacional con intereses extranjeros que solicitarán obviamente la tajada más grande del ponqué. Algo que llama poderosamente la atención es que, la situación la califica Mujica como una especie de patología contemporánea, ya que son las ONGs del mundo más rico, las que se encargan de financiar económica e ideológicamente a esta nueva forma de subvertir el orden en los países más débiles, política, económica y militarmente, pero inmensamente ricos en recursos naturales. Hoy más que nunca, Suramérica y el Caribe necesitan estar unidas en un sólo haz de propósitos, para hacer frente a esta nueva e irregular forma de lucha planetaria.



  

martes, 15 de abril de 2014

Nos esperan esfuerzos supremos.


Por Armando Brugés Dávila.
Por estos días, he tenido la oportunidad de leer un interesante libro titulado “Y el cerebro creó al hombre” de Antonio Damasio, un neurocientífico estadounidense que ha asumido el monumental reto de esclarecer el proceso, mediante el cual el cerebro creó al yo consciente y la mente humana. Pero coincidencialmente, también llegó a mi correo una especie de grafiti internáutico, de los tantos que circulan por el espacio cibernético, que coinciden de manera increíble. El grafiti decía que, “la corrupción en nuestro país declinaría cuando la misma fuera despreciada y no celebrada por la sociedad como hasta ahora ha sucedido”; para infortunio de todos, diría yo. La dignidad, el decoro y otras palabras más, no han desaparecido porque  pasaron a formar parte de la artillería pesada de algunos políticos para engañar al común. Damasio nos dice que, los hechos y los objetos que admiramos son consecuencia de una categorización cultural, al igual que nuestras reacciones ante quienes son responsables de esos actos y objetos. Considera que, cuando en una sociedad no median recompensas adecuadas, la posibilidad de que comportamientos considerados admirables sean emulados, esto es, imitados por los otros miembros con la intención no sólo de igualarlos sino incluso de superarlos, se reducen peligrosamente. En la cultura colombiana, los comportamientos admirables han pasado a ser sinónimos de ingenuidad o idiotez. El problema no es nuevo y es mundial, así nos lo da a entender Enrique Santos Discepolo, quien en 1934 creó el famoso tango Cambalache, aquel que dice: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor… ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!”. Lo grave es que en nuestro país, tal estado de cosas parece haber llegado a su máxima expresión, y Santa Marta no es la excepción. Los samarios de la época no podremos olvidar cómo en una ocasión, un famoso y reconocido narcotraficante, hizo una fiesta donde fue invitada la crema y nata de la sociedad samaria y las autoridades de más alta rango distrital y departamental, y casi todos asistieron. Es más, algunas personas con ínfulas de “dedoparado” llegaron a comprar la tarjeta de invitación para no perderse de semejante acontecimiento social. Esto se dio y se sigue dando en el resto del país. Una buena muestra lo fue la boda de la hija del procurador general de la Nación, quien contrajo nupcias con el hijo de un ex procurador provincial, destituido e inhabilitado por cinco años por parte de la Procuraduría Delegada para la Moral Pública. Según el informe publicado por elespectador.com, éste no fue el único asistente con prontuario; allí también estuvo Fernando Londoño, destituido por la Procuraduría General de la República de su cargo de Ministro del Interior y Justicia, por abuso de autoridad y conflicto de intereses. Igual estuvo Juan José García Romero, senador condenado por peculado por apropiación de manera sucesiva, según el mismo artículo, el Honorable se hacía consignar en su cuenta bancaria, auxilios parlamentarios o los hacía girar a una fundación de su mamá o sacaba el cheque a nombre de la empleada doméstica de la casa materna. Igual, posteriormente a su esposa quien le acompañó a la boda, le fue dictada una orden de captura por parte de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. En dicho artículo, se recuerda que  Juan José García es hermano del Honorable senador Álvaro García Romero (el Gordo), condenado a 40 años de prisión por vínculos con paramilitares y autor intelectual de la masacre de Macayepo. Pero también se dice que, muchos de los que asistieron a tan fastuosa fiesta, son procesados actualmente por el procurador general de la Nación y otros más están en peligro de ser investigados. No olvide amable lector que, el Procurador general de la Nación es el encargado de proteger la moral pública. Pero no crean, también estuvieron allí altos representantes del Estado, entre ellos el presidente y el vicepresidente de la República, el comandante de las Fuerzas Militares, cuatro ministros, la Corte Suprema en pleno, magistrados de la Corte Suprema, del Consejo de Estado y de la Corte Constitucional, además del Fiscal General y la Contralora General de la Nación, así como el señor Registrados del Estado Civil. En fin, como bien lo sentencia la filosofía popular, pedirles peras al olmo es una solemne pendejada, por no decir otra cosa,  y comportarnos de otra manera, con semejante ejemplos, requerirá de un esfuerzo supremo de la Nación.


domingo, 6 de abril de 2014

A qué juega la izquierda.


Por Armando Brugés Dávila.
Siempre he pensado, que Maquiavelo en El Príncipe lo que trató de  decir en última instancia, fue que  el político para serlo bueno debía ser más inteligente que político. No hay de otra; si bien es cierto, el hombre es un animal político, su racionalidad lo obliga a ser más político que animal.
He sido un admirador del senador Robledo, un hombre de criterio, ponderado y sobre todo lúcido, pero no pude entenderlo cuando manifestó que ellos habían sido defensores del proceso de paz que se cocinaba en La Habana, pero que el haber escogido el presidente Santos como fórmula vicepresidencial a Vargas Lleras, los obligaba a retirarles su respaldo. En su criterio, Vargas Lleras era un personaje de la derecha que le había hecho mucho daño a los movimientos de izquierda de este país y muy especialmente al Polo. No quiero pensar, que el senador a estas alturas de la vida esté pensando que pueda existir una derecha neutra capaz de ofrecer cosas a cambio de nada. Ahora lo importante es alcanzar la paz, única manera de terminar con esta guerra fratricida que no tiene cuándo acabar, dado que hay sectores poderosos que se benefician de ella y por tanto, les conviene mantenerla por encima de cualquier cosa. No es el momento para ideologías, el pragmatismo debe primar por encima de todo; a los que no nos interesa ni conviene la guerra, tenemos que hacerlo todo por superarla con un proceso de paz digno y decoroso para las partes. Todos tendremos que tragar sapos, pero ni modo.
Cuando Aída Abella decide regresar al país, no pude sentir sino complacencia, pero me temo que tanto ella como el Polo están equivocados lanzándose a una campaña presidencial que no tiene sentido. Lanzarse a una lucha por la presidencia por el prurito de decir que son la oposición, demostrando con ello que existen como partidos, no le veo ninguna gracia, cuando con ello no hacen nada diferente que debilitar los sectores que abogan por el proceso de paz y fortalecen, con el desconcierto que generan, a los halcones de la guerra que sólo esperan llegar al poder para reiniciar su política de falsos positivos, desapariciones forzosas, robo de tierras y el arrasamiento de los sectores más productivos del país como son la salud y  el minero.
Pero suponiendo que la izquierda ganara las elecciones presidenciales, qué podría suceder. Sucedería exactamente lo que pasó con Petro: no la dejarían gobernar. Pensar gobernar este país con un congreso como el que tenemos o vamos a tener a partir del 20 de julio, no es más que un pajazo mental. La división de la izquierda es tan ostensible, que su capacidad de construir una propuesta alternativa no se ve por ninguna parte. Su trabajo político de masas no existe,  sus campañas son una copia ridícula de las que hacen los partidos de derecha tradicionales. Así jamás se logrará una mayoría en el Congreso; los votos sí los hay, prueba de ello el 60% de colombianos que  no votaron o  que votaron en contra de semejante estado de cosas. Son votos que sólo se canalizarán a través de un trabajo político arduo y honesto por medio del cual, ese cuerpo de descontentos se convenza que existe una izquierda digna de su confianza y se decida a marchar con ella hombro a hombro en procura de una independencia ética, política y económica. No olvidemos, que agazapado, casi que guardado entre la manga, viene jugando otro candidato de derecha: el señor Peñaloza mantiene una actitud que me recuerda al famoso Caballo de Troya, un engaño destructivo que ahora funge de pacifista, cuando todos sabemos que es el mejor amigo y alumno del innombrable, quien desea todo menos la paz, porque obviamente todo parece indicar que no le conviene. Sus razones tendrá. No es que Santos, sea santo de mi devoción, pero de dos males, un instinto de conservación primario  dice que se debe optar por el menos malo.
Razón tenía Maquiavelo cuando dijo que los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprender lo que ven.