lunes, 27 de agosto de 2012

De Assange a Santoyo.

Por Armando Brugés Dávila.

 Sin duda alguna, al Reino Unido se le fueron las luces al abordar  el caso de Julian Assange, ante su petición de asilo a la Embajada ecuatoriana en Londres. Al gobierno inglés se le olvidaron dos cosas: La primera, que ya no tiene el poder ni la categoría de imperio que tuviera en el pasado y la segunda, más importante aún, que los tiempos han cambiado y ya no resulta práctico ni diplomático asumir posiciones de poderío que en otros tiempos pudieron haberse asumido contra países latinoamericanos, tal como sucedió el 9 de diciembre de 1902,  cuando previa nota diplomática en la que Estados Unidos manifiesta a Inglaterra y Alemania que no se opondrá a que hagan uso de la fuerza contra Venezuela, el Puerto de La Guaira fue tomado por asalto por 15 unidades de guerra (inglesas y alemanas). La línea costera del puerto fue bloqueada y seis buques venezolanos secuestrados. Incluso tropas élites invasoras, en un despliegue sigiloso, llegaron a Caracas en la madrugada  del día siguiente,  para sacar a sus representaciones diplomáticas. El propósito de la agresión era obligar a la República de Venezuela a cancelar las deudas contraídas con banqueros europeos (Léase financistas privados). Pero no sólo exigían el pago de la deuda que ascendía a 40.000.000 de Bolívares sino también la cancelación por daños y perjuicios. En total, según los invasores, todo incluido, la deuda ascendía a 185.000.000 de Bolívares, suma ésta que pareció escandalosamente desproporcionada al presidente Cipriano Castro, quien al saber de la invasión la consideró una violación a la soberanía e hizo un llamado a la lucha nacional. La lucha se generalizó, pero ante el poderío militar del invasor, se vio obligado a acceder a la búsqueda de una solución negociada. Así era la situación hasta hace muy poco tiempo.
Hoy día, Suramérica, Centroamérica y el Caribe, es decir, 33 países, 540 millones de habitantes, repartidos en 20 millones de kilómetros cuadrados  se encuentran en un proceso de integración  imposible de concebir hace sólo 15 años. Ahora existen UNASUR, MERCOSUR y el ALCA. Este simple fenómeno geopolítico le da a la región una figuración de primera categoría en el concierto mundial de las naciones. Así lo han entendido sus dirigentes, lo que ha permitido que gobernantes como Rafael Correa, ante la solicitud de Julian Assange y la negativa del Reino Unido de garantizar  la no extradición a un tercer país del mencionado ciudadano, no le haya temblado el pulso para concederle el asilo político. A lo que Londres responde, de manera casi imperial, como acostumbraba a hacerlo, diciendo que en ningún caso autorizaría la salida del país de dicho ciudadano y amenaza con invadir en cualquier momento la embajada ecuatoriana, olvidándose que ya pasaron esos tiempos de despotismo legitimado por la fuerza. Lo otro sería el caos de la diplomacia mundial y con ello la guerra generalizada. Ojalá contemos con la sensatez suficiente. Ya la OEA dijo lo que tenía que decir, vamos a ver con qué sale la ONU.
En lo que respecta al caso del señor Santoyo, creo que tanto el presidente como el ministro de defensa, el comandante de la policía y las fuerzas militares en general deberían asumir una posición más seria. Decir que el señor los dejó mal, que les da mucho pesar su comportamiento, que los engañó, que por eso no es bueno jugar con el diablo, es pasar de agache. Santoyo es un agente de alto rango de la Policía Nacional que traicionó a su institución, poniéndola en ridículo ante la opinión pública mundial. Un señor que de General de la República de Colombia pasó a convertirse en un traidor de su patria y de la institución que representaba. Aquí no quiso enfrentar su responsabilidad. Su actitud merece una sanción ejemplar que no puede ser otra que la degradación pública, no hacerlo sólo se puede entender como una solidaridad de cuerpo más. Lo que resulta peligroso no tanto para el al prestigio de las Fuerzas Armadas sino para la institucionalidad misma del país. Hasta cuándo soportaremos tanta ignominia.
  

 

 

sábado, 18 de agosto de 2012

UNAULA, desde una perspectiva Caribe.

Por Armando Brugés Dávila.

Mi llegada a la Universidad Autónoma Latinoamericana, coincidió con su momento estelar de gestación. Allí marxistas, trotskistas, leninistas, maoístas, liberales y conservadores de la universidad de Medellín, hastiados de la gestión autoritaria del rector Federico Estrada Vélez, se lanzan a la huelga. Son expulsados y entonces deciden fundar una universidad en donde la libertad de cátedra, de pensamiento y el espíritu democrático fueran sus líneas gruesas. Y su máxima ambición, que en ella  imperara el cogobierno universitario de estudiantes y catedráticos. A esta ambiciosa intención, se sumaron estudiantes y docentes de las universidades de Antioquia y de la Nacional. Allí llego en enero de 1.967 y me matriculo en la facultad de Sociología, y aunque sólo alcancé a cursar cinco semestres, lo que aprendí en solidaridad y trabajo en equipo me sirvió para toda la vida. Los profesores eran ad-honorem, por eso los horarios eran de 6:00 am a 8:00 am y de 6:00 pm a 10:00 pm. Lo que aportaban los estudiantes por matrícula y costos de estudios eran para gastos operativos y capitalización de la institución. Allí se me enseño que no obstante las diferencias ideológicas los seres humanos éramos capaces de vivir en paz.

Por eso, para mí no fue sorpresa que se hubiera invitado a Álvaro Uribe Vélez, a disertar en tan sagrado recinto de la democracia y de la libertad de pensamiento, no sólo de Antioquia sino de Colombia y de América. Pero él estuvo infortunado al manifestar que: “Tenía tres opciones; Quedarme callado…La otra opción era, una operación militar en Venezuela." Para terminar con un desparpajo irracional: "Me faltó tiempo.” Declaración infortunada por las consecuencias que a nivel continental tuvo la misma y porque además, coincidencialmente, al día siguiente 9 galardonados con el premio Nobel de la Paz, emitieron una declaración contra la guerra, solicitándole  a la NBC (Cadena Nacional de Televisión de propiedad de la General Electric, (empresa esta última reconocida públicamente  como una de las principales contratistas de defensa – negocio de armas con el Estado - en este país), que por favor retirara un programa tipo reality conocido con el nombre de Star Earn Stripes, el cual en su criterio no era más que un intento propagandístico para que la opción bélica fuera más aceptable en la opinión pública norteamericana. No quieren entender que cada día más gente en el planeta se convence que en la guerra nadie gana, todos perdemos y si se trata de países pobres como los nuestros, peor aún. Pero al señor Uribe pareciera no importarle mucho esto con tal, como dice él, de no dejarse. ¡Mucho hombre guapo! Las viudas, los huérfanos, los mutilados no parecen importarle mucho, al fin y al cabo los ponen las clases medias empobrecidas, los pobres  y los miserables, la eterna carne de cañón de las guerras. 

Cuando descubrimos que la General Electric, negocia armas con el Estado y que a su vez es dueña de la cadena televisiva NBC que es la misma que transmite el reality y que lo publicitó a rabiar durante los Juegos Olímpicos, no ponemos en duda lo expresado por alguien que dijo: “La guerra es una masacre de gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra.”

Personalmente creo que al señor Uribe lo que le faltó fue coraje para admitir aquella noche, en el recinto universitario, que no había sido cuestión de falta de tiempo sino temor de tener que asumir a futuro la responsabilidad absoluta de semejante locura.

Pero nada de lo anterior me causó tanto dolor institucional como el hecho que al terminar tan lamentable frase, estudiantes y docentes, comenzaran a reír y a aplaudir, como si se tratara de un triunfo inequívoco y positivo de la audacia sobre la razón. Que lo hicieran los docentes, vaya y venga, a lo mejor defendían un salario y una que otra prebenda laboral que ahora seguramente gozan y que otros ayudaron a conseguir con su trabajo gratuito. Pero que fueran estudiantes de UNAULA, atenta contra los principios señalados en su Visión institucional que habla de un compromiso con la formación en el saber, en el ser y en el convivir… Esto es, con la paz no sólo entre los hombres sino entre los pueblos. Se ve que ha pasado mucha agua bajo el puente y la que otrora fuera bastión de un estudiantado con  pensamiento libre y con profundo sentido humanistico, hoy se ha convertido en lo mismo de lo mismo. ¡Cómo van, ...no habrá historia que los absuelva!