Armando Brugés Dávila.
Se trata de dos eminencias del mundo de la ciencia, que a pesar de no
tener la misma temporalidad, sí coinciden en dos aspectos: el primero de
ellos, haber vivido en dos épocas críticas del capitalismo, parto y ocaso,
y el segundo en la concepción del inminente colapso de la especie
humana con una sola y sutil, pero fundamental diferencia.
Mientras Malthus desarrolla una teoría que sostiene que el ritmo de
crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que
en cambio el ritmo de crecimiento de los recursos para su supervivencia lo hace
en progresión aritmética, lo que según él justificaría las hambrunas, las
guerras, las pestes y todo el resto de calamidades que afectan a la humanidad,
puesto que, en la medida que esto no se diera, el nacimiento de nuevos seres
terminaría provocando la extinción de la especie. Teoría que sirvió de
fundamento para disculpar los horrores cometidos por el naciente capitalismo en
Europa y Usamerica. Pero este economista inglés al menos daba una esperanza, y
esta es la pequeña diferencia que los separa, en la medida en que sostenía que
si los pobres contribuyeran con un control natal efectivo, el fantasma de la
llamada catástrofe desaparecería.
Richard Dawkins,
por su parte en su libro El gen egoísta,
asume una posición ostensiblemente fatalista en lo que al destino de la
humanidad se refiere, señalando que no hay ninguna razón válida para esperar
que la selección natural haga que las especies sean eficientes a la hora de
evitar la extinción, de ajustar su proporción entre machos y hembras, limitar
su población en interés del bien común, de economizar sus reservas de alimento
y conservar su medio ambiente para beneficio de las generaciones futuras. Debo
advertir que aunque comparto algunos aspectos de su teoría en lo que al gen
egoísta se refiere, pienso que si bien
es cierto, la supervivencia del grupo no es asunto que competa a la selección
natural; en el caso de la especie humana, la cuestión parece tomar otro rumbo
puesto que una consecuencia de esa selección natural ha sido el lograr la
capacidad de generar en los seres humanos pensamiento y con éste construir
categorías como el altruismo y el optimismo, a partir de los cuales se
puede llegar a generar la posibilidad de pensar en función de supervivencia,
ahora si, de la especie. Es decir, la
supervivencia del grupo deja de ser un efecto secundario afortunado, como lo
plantea Dawkins, producto del mejoramiento de la supervivencia individual para
convertirse en una razón de la existencia de la especie misma. Y no estaría
hablando de futuro, sino del aquí y del ahora, cuando amplios sectores de la
especie humana se aglutinan y empeñan en no desaparecer como tal acudiendo a la
implementación de un mundo más justo, la defensa del medio ambiente, atacando
la polución irracional, el consumismo absurdo, defendiendo el derecho
inalienable de los grupos LGBT, abogando por el control natal responsable,
combatiendo el racismo en todas sus manifestaciones, en fin, buscando fórmulas
en procura de una supervivencia de la especie. Aceptar la idea de que
como especie vamos irremediablemente al matadero, es hacerle el juego a la
derecha mundial, que no tienen creencia alguna pero que las promueven todas para
su beneficio insistiendo en que como vamos, vamos bien, dado que como
especie no tenemos otra alternativa que autodestruirnos, según la ciencia, no
ya por la progresión geométrica del crecimiento poblacional maltusiano, sino
por culpa del gen egoísta, ese sí, como
lo plantea Dawkins, inmortal, y según los fundamentalistas de todos los
pelambres, porque así lo plantean los
libros “sagrados”. Si bien es cierto la selección natural no tiene visión de
futuro, la especie humana, gracias a su alto grado de evolución, sí la tiene;
por ello se podría decir, parodiando a Rodolfo Llinás, que gracias a su aún
misterioso proceso evolutivo, el homo sapiens como especie deberá resultar, por
su propio bien, al igual que su cerebro, más optimista que pesimista y más
inteligente que compleja.
Publicado en El Informador el 7 de mayo de 2016.
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