Por Armando
Brugés Dávila.
El fenómeno de la escases de agua que se presenta en la
ciudad, es algo que se viene anunciando desde la década de los 90, pero al
parecer a nuestros dirigentes, como ahora, pareció importarle muy poco.
Recuerdo que teníamos que esperar a partir de las doce de la noche, a ver si
llegaba un poquito en una de las casa vecinas y entonces tocaba hacer cola para
conseguir unos baldes del preciado líquido y poder resolver las labores del día
siguiente. En aquel entonces se
habló del río Piedras, de la construcción de pozos, incluso de una tubería que
nos conectara con el río Magdalena. Mejor dicho, exactamente lo mismo que se
dice ahora y el mutismo de nuestra dirigencia igual de desconcertante como
ahora.
A qué le tendrá miedo nuestra dirigencia local? Qué será lo que la paraliza ante semejante
calamidad pública? Por qué no actúa en
función de los intereses de las
comunidades que dice defender?
Problema tan complejo y de tanta envergadura económica no
creo que tenga solución a nivel
municipal, con tantos intereses creados, con tanta mediocridad y corruptela administrativa que
aquí existe. No nos engañemos; la municipalidad distrital, incluido su Concejo,
no van a ser capaces de coger ese toro por los cachos. Les falta mucha agalla y
lo que es peor, les falta mucho amor y sentido de pertenencia por esta ciudad
que les ha dado todo, hasta su confianza y credibilidad. Echarle la culpa a Metroagua, es de un infantilismo
ridículo; a esos españoles les ofrecieron un negocio redondo en donde no ponían
nada, salvo la administración del fluido líquido y a cambio se lo llevaban casi
todo y ellos, como era apenas lógico, no
dudaron un instante en tomarlo.
Debo aclarar que cuando hablo de dirigencia, no me refiero
sólo a los administradores de la cosa pública, quienes seguramente son los más
vulnerables, porque de su posición
genuflexa o no, puede depender en muchos casos el mantener su “status social” y
de pronto lo que resultaría aún más
delicado: la comida de sus hijos.
Hago referencia también a ese otro mundo, en donde alguno de
sus integrantes incluso pueden también estar
medrando en la clandestinidad de
los intereses creados, lo que les conduce de manera inexorable a una sospechosa
y nada envidiable incompetencia de no
ser los fieles defensores de los intereses de la comunidad que debieran ser.
A donde voy con toda esta perorata? Sencillo; este tipo de
problemas deben asumirlos los que pueden solucionarlos y por la cuantiosa
inversión que se requiere y la
urgencia de su solución, esta escases que tenemos de agua potable, sólo
el Estado sería capaz de afrontarla con éxito. Pero el gobierno no lo va a asumir por nuestra linda cara.
Necesita que se le presione, pero no de cualquier manera, necesitamos que las
fuerzas vivas de la ciudad como sindicatos, asociaciones comunitarias, sector
empresarial, cámara de comercio, comerciantes, obreros, magisterio,
organizaciones juveniles, deportistas, transportadores, representantes y
senadores que salieron electos con votos de estos lares y profesionales en general, se lancen en
manifestaciones masivas pero pacificas a las calles, exigiendo al gobierno
nacional su intervención para solucionar de una vez por todas semejante
vergüenza de desidia administrativa.
Los habitantes de Santa Marta no podemos seguir durmiendo
sobre el colchón de la incapacidad de sus dirigentes.
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