Por Armando Brugés Dávila.
Hace días quería
escribir sobre el tema pero siempre algo se atravesaba y todo quedaba en la
intencionalidad. Lo del descuido tiene que ver con esa falta de cuidado que
como comunidad debemos tener sobre las cosas que nos pertenecen y que a ninguna
otra tiene porque importarle en absoluto y lo de indolente hace referencia a que pareciera que como grupo
social nada nos conmoviera o afectara,
que lo mismo nos da Chana que Sebastiana.
A principios del mes de
octubre decidí visitar el Museo del Oro del banco de la Republica, de cuya
remodelación había recibido muy buenos comentarios. Y efectivamente en mi primera visita quedé gratamente
impresionado, pero en mi mente quedó una cierta inquietud que no podía definir,
una cierta desazón que me decía que algo sucedía al interior de esa reforma.
Pero como bien lo señalan los neurólogos si algo no soportamos los humanos es
la incertidumbre y con ella a cuestas resolví volver al sitio e intentar
resolver esa sospecha instintiva que invadía mi mente. Detallando más el lugar
y recordando visitas pasadas recordé que en la nueva versión faltaba una momia indígena
y algunas otras cosas que obviamente no podía precisar pero relacionadas con
objetos de pedrería (jade, cuarzo, cornalina) y oro. Pero habida cuenta que
solo estaba contando con mi imaginación tomé la decisión de preguntarle a una
persona de las que allí trabaja quien sin pensarlo dos veces me confirmó mis
dudas. Efectivamente muchas piezas con la remodelación no regresaron a su
sitio, posiblemente se mudaron a Bogotá sin avisar. En tanto que nosotros los
samarios continuamos encantados con los mismos espejitos con que nuestros
ancestros españoles estafaron a nuestros ancestros indígenas.
Otro aspecto al que
quiero referirme en esta columna es a la Gran Jornada de Recolección de
Residuos Pos consumo en Santa Marta, al parecer liderada por INTERASEO. No hay
duda que se trata de una campaña ambientalmente descomunal, de una proyección
realmente abrumadora por su importancia. La contaminación ambiental por la sola
utilización y posterior lanzamiento en cualquier parte de las pilas de radios,
teléfonos, relojes, etc. es algo preocupante, ahora que si hablamos de desechos
de luminarias, computadoras, empaques y botellas de productos tóxicos y demás,
la situación puede calificarse como de alarma roja. Los samarios estamos
envenenando diariamente nuestro ambiente, siendo lo más triste de todo, que lo hacemos sin la más mínima mala
intención de nuestra parte. Simplemente no hay sitios destinados a la seguridad
ambiental en donde se pueda arrojar con seguridad ambiental esta basura tóxica.
De allí la importancia de este tipo de
campañas, el problema radica en que no debe ser campaña de un día ni de dos.
INTERASEO debe asumir el liderazgo de una campaña de carácter jurídico para
obligar a los productores y distribuidores nacionales de estos productos para
que financien el mantenimiento, en sitios claves de la ciudad como supermercados almacenes de cadena, incluso
tiendas de barrios, de canecas
especialmente diseñadas para la recolección de esta basura tóxica que ellos
producen o distribuyen a nivel nacional y que tantos beneficios económicos le
dispensan a ellos como empresas. Incluso conozco una multinacional, por no
decir que todas, de bebidas gaseosas y agua que dice preocuparse por el
ambiente pero en la práctica no es capaz de generar una política de empresa que
permita facilitar en las ciudades la recolección de esos desechos plásticos que
pululan como células cancerosas no solo en estas últimas sino también en
pueblos y veredas. Y nosotros? Muy bien, gracias
Publicado en El
Informador de Santa Marta, enero 9 de 2016
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