sábado, 9 de enero de 2016

Somos una comunidad descuidada e indolente.


Por Armando Brugés Dávila.

Hace días quería escribir sobre el tema pero siempre algo se atravesaba y todo quedaba en la intencionalidad. Lo del descuido tiene que ver con esa falta de cuidado que como comunidad debemos tener sobre las cosas que nos pertenecen y que a ninguna otra tiene porque importarle en absoluto y lo de indolente  hace referencia a que pareciera que como grupo social nada nos conmoviera  o afectara, que lo mismo nos da Chana que Sebastiana.
A principios del mes de octubre decidí visitar el Museo del Oro del banco de la Republica, de cuya remodelación había recibido muy buenos comentarios. Y efectivamente   en mi primera visita quedé gratamente impresionado, pero en mi mente quedó una cierta inquietud que no podía definir, una cierta desazón que me decía que algo sucedía al interior de esa reforma. Pero como bien lo señalan los neurólogos si algo no soportamos los humanos es la incertidumbre y con ella a cuestas resolví volver al sitio e intentar resolver esa sospecha instintiva que invadía mi mente. Detallando más el lugar y recordando visitas pasadas recordé que en la nueva versión faltaba una momia indígena y algunas otras cosas que obviamente no podía precisar pero relacionadas con objetos de pedrería (jade, cuarzo, cornalina) y oro. Pero habida cuenta que solo estaba contando con mi imaginación tomé la decisión de preguntarle a una persona de las que allí trabaja quien sin pensarlo dos veces me confirmó mis dudas. Efectivamente muchas piezas con la remodelación no regresaron a su sitio, posiblemente se mudaron a Bogotá sin avisar. En tanto que nosotros los samarios continuamos encantados con los mismos espejitos con que nuestros ancestros españoles estafaron a nuestros ancestros indígenas.
Otro aspecto al que quiero referirme en esta columna es a la Gran Jornada de Recolección de Residuos Pos consumo en Santa Marta, al parecer liderada por INTERASEO. No hay duda que se trata de una campaña ambientalmente descomunal, de una proyección realmente abrumadora por su importancia. La contaminación ambiental por la sola utilización y posterior lanzamiento en cualquier parte de las pilas de radios, teléfonos, relojes, etc. es algo preocupante, ahora que si hablamos de desechos de luminarias, computadoras, empaques y botellas de productos tóxicos y demás, la situación puede calificarse como de alarma roja. Los samarios estamos envenenando diariamente nuestro ambiente, siendo lo más triste  de todo, que lo hacemos sin la más mínima mala intención de nuestra parte. Simplemente no hay sitios destinados a la seguridad ambiental en donde se pueda arrojar con seguridad ambiental esta basura tóxica.  De allí la importancia de este tipo de campañas, el problema radica en que no debe ser campaña de un día ni de dos. INTERASEO debe asumir el liderazgo de una campaña de carácter jurídico para obligar a los productores y distribuidores nacionales de estos productos para que financien el mantenimiento, en sitios claves de la ciudad como  supermercados almacenes de cadena, incluso tiendas de barrios,  de canecas especialmente diseñadas para la recolección de esta basura tóxica que ellos producen o distribuyen a nivel nacional y que tantos beneficios económicos le dispensan a ellos como empresas. Incluso conozco una multinacional, por no decir que todas, de bebidas gaseosas y agua que dice preocuparse por el ambiente pero en la práctica no es capaz de generar una política de empresa que permita facilitar en las ciudades la recolección de esos desechos plásticos que pululan como células cancerosas no solo en estas últimas sino también en pueblos y veredas. Y  nosotros? Muy bien, gracias



Publicado en El Informador de Santa Marta, enero 9 de 2016

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