sábado, 2 de enero de 2016

La precariedad mundial del trabajo amerita una reingeniería urgente.


Por Armando Brugés Dávila.
No quisiera terminar el año con un tema pesimista pero la realidad global así lo exige teniendo en cuenta el último informe que sobre desarrollo humano ha presentado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en lo que al trabajo decente se refiere.
Si bien es cierto que en dicho documento se reconoce que en los últimos 25 años un promedio de dos mil millones de personas han salido del nivel más bajo de desarrollo humano, igualmente se dice que la globalización y su acelerada revolución digital están generando un mundo cada vez más desigual. La desigualdad entre ricos y pobres, hombres y mujeres es cada vez mayor, contribuyendo ello a un peligroso crecimiento del trabajo informal lo que conlleva a la pérdida de los trabajadores a salvaguardar sus derechos y a asegurar el empleo que es uno de los aspectos que más contribuye al desarrollo.
De acuerdo con el administrador adjunto y director de la Oficina de Política y de Apoyo a las operaciones del PNDU, el 61% de la gente que trabaja en el planeta lo hace sin contrato alguno, de este privilegio laboral solo goza un 26% y lo que es peor, tres cuartas partes de la gente que labora en el planeta no cuentan con ningún sistema de protección social. De otra parte la revolución tecnológica está generando magnificas oportunidades para los trabajadores cualificados pero al mismo tiempo serias incertidumbres para los que no gozan de cualificación alguna  dado que las diferencias salariales entre unos y otros es cada vez más grande, tanto así que mientras en 1978 un director ejecutivo en USA ganaba 30 veces más que sus subalternos, hoy día esa diferencia se ha ampliado a 296 veces más  o sea que en solo 37 años la diferencia porcentual salarial entre estos dos sectores aumentó en un  5.533%.  Luego no queda si no hacerse una pregunta obvia y que se la hacen los expertos de PNDU: ¿Habrá económica o moralmente una justificación para tan semejante desigualdad salarial?
En lo que a la mujer concierne  nos dice el informe que existe una persistente desigualdad laboral en relación con el género masculino ya que las primeras ganan un 24% menos que los segundos y  solo ocupan un 22% de las posiciones de dirección existentes en el planeta.
Pero el problema toma proporciones inusitadas cuando en el informe se dice que 74 millones de jóvenes (entre 15 y 24 años) no tienen empleo en el mundo. Lo que le permite solicitar  a Martínez Solimán, quien fuera director del Instituto de la Juventud en España, que se apueste por la formación de los jóvenes más vulnerables en los temas que generen empleo como son la economía verde, la digitalización, las energías renovables y los servicios. Entre otras cosas porque considera que a consecuencia de semejante estado de cosas países como España e Italia e incluso Grecia corren el riesgo de contar con una generación perdida. Si esto piensan europeos de alguna  de sus naciones que pelecharon de la bonanza mundial después de la segunda gran guerra, cuando se repartieron África y desmembraron el mundo árabe, qué estará sucediendo en América Latina y el Caribe, en donde un coloniaje económico nos ha acostumbrado a cambiarlo todo para que nada cambie.
Ojalá la dirigencia latinoamericana y caribeña tenga la sensatez suficiente para mantener a esta área del mundo como Territorio de Paz, tal y como lo declaró en su momento la CELAC en su segunda cumbre, y de esta manera por lo menos  impedir que la región sea embarcada  en guerras fratricidas como ha sucedido y viene sucediendo en África y Oriente Medio, acciones bélicas que solo benefician a los productores de armas y a las transnacionales devoradoras de mala fe de las riquezas energéticas del tercer mundo.



Publicado en El Informador el 2 de enero de 2016.

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