Armando Brugés Dávila.
En un artículo anterior,
decía que los samarios habíamos perdido hasta la vergüenza y la verdad sea
dicha, creo que mi señalamiento resulta algo injusto si hacemos un parangón con
lo que está sucediendo a nivel nacional y mundial. Por estos días leía un artículo
de Emir Sader, sociólogo y politólogo brasileño de origen libanés, refiriéndose
al nefasto papel que la prensa de la derecha conservadora mundial venía
ejerciendo contra los gobiernos progresistas. En su criterio, los mismos, por
ejemplo, han promovido al interior de
estos, campañas de terrorismo y pesimismo económico con el objetivo perverso,
según él, de generar desconfianza entre
la ciudadanía y crear un caos al interior de los respectivos países, incluso
generando denuncias de corrupción falsas o no, de las cuales posteriormente no
responden, pero logrando su propósito de afectar la opinión ciudadana, mediante
la fabricación antidemocrática de una opinión pública distorsionada.
De igual manera, por
estos mismos días leí en La Silla Vacía, un artículo escrito por Laura Ardilla
Arrieta titulado “Los mata la crisis de Venezuela: viaje por la región
wayuu” y una de las frases con que
inicia dice: En la lista de lamentos
para explicar esta desgracia, aun no se detalla el detonante: el colapso de la
economía venezolana. Raro que diga lo anterior dado que desde que se
iniciaron las noticias al respecto uno de los factores tomados como causa fue
la crisis venezolana. Obviamente que se refiere a los niños que por
desnutrición han muerto al interior de la etnia wayuu, los cuales según
Bienestar familiar ascienden a 4.700 en los últimos cinco años, pero que según
el gobierno nacional es de 179, más grave todavía, según ella misma relata, es
que el Ministerio de Salud desconoce su origen.
Es más, una joven wayuu
le manifiesta que el problema viene mucho antes de que cerraran la frontera;
sospechosamente, cuando se refiere al contrabando, sólo habla de un barco
atracando en Puerto López, el mismo en donde el buque Almirante Padilla de la
Armada nacional dejara arruinado al Tite Socarrás, según la canción de
Escalona, pero el de ahora cargado sólo de whisky y procedente de Aruba. En
otras palabras, el contrabando de alimentos de Venezuela para Colombia está
controlado en un cien por ciento, y por
esa falta de alimentos se están muriendo de desnutrición los niños wayuú. Qué
lástima que la articulista no hubiese pasado por los mercados públicos de
Riohacha o de Santa Marta, para que se hubiera dado gusto viendo alimentos de
contrabando traídos del vecino país, expuestos a plena luz del día sin ningún
problema.
Pero más incomprensible
todavía resulta, que ella misma asevere que “en Colombia nadie responde por los
979 mil millones que por regalías ha recibido el departamento de la Guajira
desde el 2012, y que históricamente se han perdido a través de contratos del
ICBF (que según, ella misma señala, ha manejado localmente el Grupo Nueva Guajira)
para atender a niños indígenas.”
Igual habla de empresas
pesqueras, supongo que nacionales, porque no lo dice, como tampoco sus nombres,
las cuales según los pescadores wayuu no les están dejando ni siquiera para
satisfacer sus necesidades primarias de alimentación.
Pero Cecilia López Montaño
en un artículo publicado en Las 2 Orillas, titulado Que no pasen “de agache”, nos dice que los actores principales de
la tragedia wayuu son los partidos políticos y los prohombres que manejan la
mayoría de ellos, y que ha llegado la hora de desenmascararlos y de que asuman
la responsabilidad que tienen en esta tragedia y en las otras que seguramente
se destaparán tarde que temprano.
Infortunadamente, con el
sólo título y la segunda parte del primer párrafo, la articulista de La Silla
Vacía parece lograr su objetivo primario, esto es, tergiversar la realidad
culpando a otros que muy poco o nada tienen que ver con la tragedia que viven
nuestros nacionales, abandonados a la buena de Dios por un Estado y unos
dirigentes corruptos, máxime cuando la situación al otro lado de la frontera
pasa por uno de sus peores momentos, precisamente a consecuencia de la guerra
mediática que le ha declarado la extrema derecha mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario