lunes, 11 de julio de 2011

A quién engañamos abuelo.

Por Armando Brugés Dávila.
De un familiar recibí un artículo de Juan Gossain, titulado El vivo vive del bobo, publicado en EL TIEMPO.COM el domingo 10 de julio de 2011. Al terminar de leerlo quede con un sabor agridulce porque un lector desprevenido podría correr el riesgo de terminar creyendo que el fenómeno de la deshonestidad en este país se genera de abajo hacia arriba, es decir, desde el pueblo para luego irse desplegando cual hiedra maligna hasta llegar con arrolladora fuerza a enmarañar y enredar el pulcro comportamiento ético de nuestra muy ilustre clase dirigente.
Es decir, el pueblo raso con su caprichosa y malévola capacidad de producir refranes es quien per-se construye los adagios callejeros, los dichos populares, eso que él articulista acertadamente denomina "la herencia refranera de nuestros antepasados", que terminan incentivando y promoviendo de manera soterrada y perversa el delito y la corrupción al interior de nuestra nación.
Si el refranero popular colombiano, en algunos casos, se ha llenado de insolencias, como lo afirma el columnista, es porque a eso lo ha inducido el comportamiento delincuencial de los detentadores del poder, incluidos dirigentes y esa realidad ha sido la que la inteligencia popular ha querido plasmar en sus dichos y refranes en su afán de dejar constancia histórica de lo que aquellos han hecho o dejado de hacer en procura de sus particulares intereses. Pero en otros casos se nota que la autoría no viene, no puede venir, de la sabiduría popular, si no de otra parte.
Veamos los siguientes ejemplos:
Quien paga lo que debe se roba a sí mismo”. Esto no puede salir si no de sectores que tienen con qué pagar y no lo hacen por malandrines. El pueblo raso generalmente no tiene con qué pagar, aunque curiosamente le gusta hacerlo.
"La ocasión hace al ladrón" y “En el arca abierta la mano del justo peca", son dos refranes que los poderosos repetían y siguen repitiendo a sus hijos para que desconfiaran y desconfíen siempre de sus criados. De qué arca y ocasión va hablar el pueblo raso que lo unico que tiene para cuidar es su pobreza.
Lo importante en este caso no es hablar del refran si no de los inventores, o de los que con sus actuaciones generan las pautas para generarlos. Eso de decir que los colombianos somos víctimas de nuestro propio invento cuando de descomposición social se trata, es meterle mucha gente al asunto, es socializar de manera injusta el fenómeno. Pero es que así actúan ellos siempre, recordemos que un principio vital de este sistema económico en el cual nos encontramos inmersos y que ellos dirigen, es la privatización de las utilidades y la socialización de las pérdidas. Ahí está el inmortal ejemplo del 4xmil el cual, no obstante habérseles arreglado ya el chico a los banqueros, nos siguen cobrando como si nada. Alabado sea el señor.
Asumido de esta manera, todos seriamos culpables pero a la final ninguno seria culpado. Las cosas no son tan sencillas. Para nadie es un secreto que los países que han logrado un desarrollo respetable en el mundo, lo lograron porque su dirigencia se comprometió con una política de desarrollo coherente cuyo primer paso siempre fue una reforma educativa seria. Luego, sí hay culpables y no son otros que los sectores de poder que nos han gobernado, a quienes, no les conviene, por ejemplo, la implementación de una reforma educativa provocadora, que apunte a futuro a cambios importantes en el comportamiento ético y científico de nuestros jóvenes, porque les resulta más rentable a sus intereses particulares que la “filosofía nacional” se mueva en función de refranes tales como: “No hay más moral que el de la mata de mora"
Si no hacemos esta reestructuracion moral producto y consecuencia de un gran compromiso nacional liderado por la educacion con el tiempo nos faltaran carceles y cementerios, las primeras para encerrar a tanto delincuente y los segundos para enterrar tantas lenguas podridas que se atrevieron a decir que el vivo vivía del bobo.

2 comentarios:

  1. Terriblemente ecertado. Eso de los refranes amerita un estudio, sobre todo para ubicarlos, pero buen; amanecera y veremos, aunque no hay mal que por bien no venga y al que madruga Dios le ayuda, 1:27a.m.. Un abrazo

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  2. "A quién engañamos abuelo" es una excelente radiografía de la elástica moral colombiana. Tú sabes que estoy muy bien enterado por haber sido operador judicial y hasta la fecha, ni siquiera recibo la pensión a la que tengo derecho; lógicamente, por haber actuado, con suma honestidad. Te felicito.

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