miércoles, 5 de octubre de 2011

Detalles de la Expedición Padilla.

Por Armando Brugés Dávila.

Dice la filosofía popular que los seres humanos hablan de la fiesta de acuerdo a como les va en ella, y este pecho no podía ser la excepción.
Para comenzar, el día 26 asistí a un seminario programado para la fecha en las instalaciones del Banco de la República, con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia y de la Afrocolombianidad. Infortunadamente ese día sólo alcancé a escuchar las intervenciones de Adelaida Sourdis y Aline Helg, las que en mi concepto no supieron manejar los tiempos de manera adecuada. Si bien es cierto, temas como “El Caribe neogranadino antes de la independencia” y “De la sociedad colonial a la sociedad republicana en el Caribe”, no son temas para 45 minutos. Pero ese no es problema de los asistentes si no responsabilidad de los organizadores y en última de los conferencistas. Me llamó mucho la atención, eso sí, que salvo uno que otro muchacho o muchacha vinculados directamente a la Expedición, la raza negra brilló por su ausencia en el auditorio.
Pero lo que sí me pareció una falta de respeto de la Expedición para con los niños y docentes, fue la invitación al buque ARC Cartagena de Indias, donde se anunciaban dos actividades: Punto Vive Digital y Estrategia pedagógica “Negro tenía que sé”. Cuando el grupo escolar llegó a la escalerilla del barco, a los maestros acompañantes se les ordenó quitarse los zapatos para una revisión de rutina; Esta acción a más de ridícula, resultaba humillante: Ridícula porque igual habría que habérselos quitados a las 28 niñas y 17 niños que iban con ellos, que también llevaban dicha prenda, pero que no lo hicieron por considerar, seguramente, que no tenía sentido. Humillante, porque que hagan este tipo de requisas a los colombianos que salen hacia el extranjero, vaya y venga. Pero que lo hagan aquí, en un modesto puerto como el de Santa Marta, a unos modestos docentes nacionales y delante de sus humildes estudiantes, no parece serio. Pero qué vieron los niños en el barco. Muy poco. Subieron en mucho orden y allí en rigurosa fila esperaron durante más de 10 minutos. Posteriormente los introdujeron a un espacio rectangular en donde les anunciaron que a partir de ese momento les iban a enseñar cómo funcionaban los llamados Punto Vive Digital, como espacios tecnológicos, cuyo propósito era brindar acceso a las tecnologías de la información y de las comunicaciones, para de esta manera el Estado contribuir a la reducción de la pobreza y minimizar la brecha digital de los colombianos. No creo que les quedara muy claro a esos niños como podría esa tecnología reducir la pobreza en sus casas y proporcionarles la comida que tan escasa les resultaba.
Dicho de otra manera, parecía más bien una forma elegantísima de hacerse propaganda el Ministerio de Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones. Allí encerraron a los niños durante una hora, al final de la cual, salieron por donde entraron. La ilusión de siquiera conocer un barco se les esfumó en sus narices. Y digo esto porque no tiene sentido mover un barco de no sé cuántas toneladas, (y para colmo de males de la segunda guerra mundial, por lo que debe consumir gasolina como loco), para transportar tan pequeña muestra tecnológica. Un yate de los que se encuentran parqueado en nuestra flamante Marina para moverlo de Barranquilla a Santa Marta, en un paseo de un solo día, requiere de un millón de pesos en gasolina. Cuánta gasolina no consumirá semejante armatoste viajando de Cartagena a Barranquilla, Santa Marta y Riohacha, incluido el regreso. Esto sin meter costos de mantenimiento de equipo y sostenimiento de personal a bordo. Pero el chiste no termina aquí; resulta que para que los niños pudieran ingresar al barco a que les mostraran semejante propaganda ministerial, la institución respectiva tenía que poner el valor del transporte, esto es, $120.000 pesos. Suma que no representa mayor cosa, pero para esas instituciones, sumidas casi en la miseria, puede significar muchas tizas, mechas, escobas, papel higiénico, etc. Pero que vivan los “Punto Vive Digital”, que en un total de 800 piensa instalar el Ministerio en toda la nación, cuidándose, eso sí, de decir cuándo y en dónde. Esta burocracia nos va a matar.
armandobrugesdavila@gmail.com

3 comentarios:

  1. Siempre es bueno que alguien mire el detalle, porque en lo general creo el asombro que causó en los expedicionarios conocer el estado del archivo del Magdalena es una denuncia que deja como estela el paso del buque -que no se mueve con gasolina sino con ACPM-
    Respecto de la historiadora Suiza la hicieron hija adoptiva de Riohacha, un abrazo.

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  2. Una precisión, esos barcos funcionan con diésel, no con gasolina, fueron unos pocos millones menos.

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  3. O a lo mejor con un combustible pesado que es prácticamente petroleo medio purificado, con eso andan los grandes trasatlánticos y muchos cruceros, así que siga quitandole millones.

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