viernes, 9 de diciembre de 2011

La CELAC, una versión mejorada del Congreso Anfictiónico de Panamá.

Por Armando Brugés Dávila.
Poco interés despertó en los medios nacionales la instalación en Caracas de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe). Actitud inexplicable, teniendo en cuenta que el sólo hecho de tratarse de la organización más grande de países latinoamericanos y Caribeños hasta ahora lograda, lo convierte en el suceso más importante de los últimos tiempos en el área.
Como bien se sabe, esto de la unión latinoamericana, no es nuevo; se trata de una idea que tiene sus orígenes en La Carta de Jamaica, pasando por el fracasado Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, propuesta a la cual se opusieron proyectos intercontinentales y continentales como La Santa Alianza, en Europa y la Doctrina Monroe, en Estados Unidos,  dando esta última pie para promover e imponer a nivel continental la tesis  del panamericanismo, fundamento teórico de lo que posteriormente se conocerá como la OEA, y que resultaba contraria a la propuesta hispanoamericanista de Simón Bolívar.
Dado que actualmente los expertos consideran que Europa está a dos pasos de la ruina y que la economía norteamericana saldrá a flote con dificultades, se puede concluir que se trata del momento ideal para que estos países den inicio al rompimiento de paradigmas económicos que los han tenido maniatados cultural y económicamente. Con la CELAC se inicia la construcción de una categoría sociopolítica propiamente latinoamericana y del Caribe, la que entre otras cosas comenzó en el momento mismo en que empieza el proceso de independencia de España y que como los buenos vinos, doscientos años después, comienza a decantarse.
Se trata de 33 países, con mas 500 millones de habitantes, con un territorio de 20 millones de kilómetros cuadrados, con la más grande reserva de petróleo del mundo, con una de las mayores reservas de tierra fértil del planeta, dos océanos y un Mar Caribe. Como dijera María Emma Mejía, algo enorme y con mucho peso, y lo que resulta más interesante, dispuestos a entenderse entre sí, no obstante las diferencias ideológicas y aún de modelos de desarrollo.
De no lograrse esta unidad continental vamos a tener que seguir soportando situaciones aberrantes como la expuesta por el presidente del Ecuador, en la cumbre de la CELAC, cuando llamaba la atención sobre el hecho que la Oficina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aprobada en el Pacto de San José en 1.969, esto es, hace 42 años, esté funcionando en Washington D.C., no obstante que el gobierno estadounidense no ha tenido siquiera la delicadeza de firmarla, después de tantos años. O sucesos humillantes como el registrado en nuestro país a principios del año pasado y difundido este domingo por un periódico capitalino, cuando un miembro de la Embajada Americana, de nombre Clifford Neal, de quien no se sabe ni el cargo, pasándose un semáforo en rojo, atropelló salvajemente con su camioneta oficial, a la esposa de un prestigioso neurocirujano, oriundo de Sincelejo, radicado en Bogotá. Dice la prensa, que tras el accidente la pareja presentó demanda ante la Corte Suprema de Justicia y ésta terminó diciendo que el caso no se ajustaba a ninguna de las excepciones para iniciar un proceso contra cuerpos diplomáticos. Si un caso como éste no lo contemplan las excepciones de la inmunidad diplomática, entonces de qué estamos hablando. Con razón el esposo, ante semejante actitud de nuestro ente judicial, sólo atinó a decir: “Es absurdo que no existan normas que protejan a sus ciudadanos frente a atropellos de funcionarios diplomáticos. Es decir, ellos pueden causar tragedias o agredir ciudadanos y no hay justicia. La inmunidad no puede ser sinónimo de impunidad”   
Como bien lo afirmara el Libertador en su momento, sólo una unión continental como la CELAC, hará posible el milagro de  que se nos respete en el concierto mundial de las naciones. Ojalá sus estados miembros tengan la sensatez de no permitir que una confabulación internacional, como la que en su momento se realizó contra el Congreso Anfictiónico de Panamá, la haga sucumbir antes de tiempo. 


1 comentario:

  1. Mientras las hegemonías persistan en imponer un solo camino en lo económico, necesariamente nos conducen a conflictos bélicos y hasta hacia una III guerra mundial, pensando quizá que los vencedores serán los únicos con derecho a permanecer sobre el planeta; pero no han entendido que la igualdad y el derecho de todos y de cada uno de los terrícolas si es una auténtica garantía porque es la vida misma que equilibra el ecosistema. El humano debería entender esto si quiere conocer un cenit de plenitud en lo material para trascender a aspectos más elevados que esconde la sencillez de una vida sana. Ya que conectas a la CEPAL con el ideal Bolivariano, aprovechemos para escuchar de nuevo a William Ospina en entrevista para Agenda Samaria y está acá http://www.agendasamaria.org/wp/?p=9407

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