viernes, 15 de junio de 2012

Un suceso que pasó inadvertido...

Por Armando Brugés Dávila.
...Y que bien vale la pena no pasar por alto, por su incidencia en la geopolítica mundial.
La calle estaba repleta de vecinos apostados viendo jugar a los chicos de la vecindad. Los equipos habían iniciado el juego a la hora precisa. Corría el segundo tiempo y el “entrenador” del equipo que iba perdiendo decide cambiar a un jugador, por otro cuyas características podía empatarle e incluso ganarles el partido. Así lo hizo. De pronto el partido se paró. Nadie sabía cómo pero el balón había desaparecido. Lo último que vieron fue a Luchito, el jugador al que habían cambiado, entrando a su casa en bolas de fuego, con la pelota abrazada. El balón era de él. Su lógica infantil le decía que si él no jugaba, estaba en su derecho de llevarse la pelota. De malas si no tenían con qué terminar el partido.
Algo similar sucedió hace algún tiempo en la UNESCO, cuando una abrumadora mayoría de 107 estados decide dar su voto afirmativo para que Palestina ingrese como Estado miembro de pleno derecho, porque hasta antes de dicha elección su calidad era de misión observadora. Al gobierno  estadounidense lo acompañaron en su posición negativa,  Alemania, Israel, Canadá y diez países más, en tanto que otros 52 se decidieron por la abstención. Pero llama la atención que de los 194 Estados Miembros, el 11% de los mismos no asistieron a tan importante asamblea, es decir 21 de sus miembros no se hicieron presentes. Resulta interesante también observar que países como España y Francia resultaran votando favorablemente. Es más, en un descuido, previo a una rueda de prensa que posteriormente tenían que dar Obama y Sarkozy, un micrófono abierto por descuido puso al descubierto una charla  que sostenían los mandatarios, y uno de los temas captados fue cuando el primero reclamaba al segundo no haberle comunicado previamente la intención de votar a favor del estado Palestino. Pero la situación estuvo tan complicada para USA e Israel, líderes del voto en contra, que países como Gran Bretaña e Italia, resolvieron formar parte de los abstencionistas.
Recordemos que la UNESCO se constituye en 1.946 con el propósito de generar condiciones fundamentadas en el respeto de los valores universales, en un dialogo civilizado entre los distintos Estados, en el propósito de un desarrollo sostenible fundamentado en los derechos humanos y en la reducción de la pobreza. En ella se logró algo que a futuro resultaría de suma importancia y fue, que contrario a lo sucedido en la ONU no se instauró el derecho a veto. Los propósitos eran tan altruistas y etéreos que ni a los poderosos les pareció necesario. Lo que significa que para que un nuevo miembro sea aceptado con calidad de pleno derecho sólo necesita de las dos terceras partes de la plenaria, como en la ONU, pero sin la posibilidad de veto por parte Estado alguno.
Por lo anterior y ante la debacle de la votación en la UNESCO, al gobierno estadounidense  no le quedó otra cosa que hacer lo del muchachito malcriado dueño del balón con el que comenzamos esta nota. Es de advertir, que previendo lo que se venía, días antes a la reunión, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en una especie de chantaje manifiesto, expresó que la legislación estadounidense prohibía a su gobierno financiar a organizaciones que aceptaran a Palestina como miembro. Palabras que se concretaron con la manifestación de la  portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, quien una vez conocida la votación, en el colmo de la desfachatez y la mala crianza que genera el poder, no tuvo ningún problema en manifestar: “Teníamos que hacer un pago de 60 millones de dólares a la UNESCO en noviembre pero, ante lo acontecido, no lo vamos a hacer.”
Al interior de la Unesco, Estados Unidos es, sin lugar a dudas, el  dueño del balón, como que aporta el valor de lo que deberían consignar 88 estados, esto es, el 22% del total que debieran aportar los 194 Estados miembros de la entidad. Pero con todo y eso, ello no debiera darle derecho a la extorsión planetaria en forma tan descarada.



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