Hacía rato venía intentando explicarme cómo era eso que un
país como Venezuela con tanto petróleo estuviera, según la prensa nacional e
internacional, al borde del colapso económico. El asunto parecía no tener
explicación. Casi que había perdido la esperanza de que alguien me lo
explicara, cuando me topé con el artículo y algunas declaraciones de un
economista estadounidense de nombre Mark Weisbrot, codirector del Centro para
la Investigación Económica y Política en Washington, columnista del The New
York Times, The Guardian en el Reino Unido y el Folha de Brasil. Sostiene este
investigador, que sectores de derecha nacional e internacional con sus medios
de comunicación, producción y
financiero, se empecinan en desatar una guerra económica contra Venezuela distorsionando
su economía mediante el manejo perverso del sistema de cambio, pero en su
criterio ninguna representa una amenaza sistémica a dicha economía.
En su
concepto, estos grupos se han dedicado por más de 12 años a predecir el
derrumbe de la economía venezolana, pero no ha sido así. A su modo de ver,
afirmar que la inflación es consecuencia del gasto público es irresponsable;
ella es más bien consecuencia de la falta de dólares, pero en ningún caso
porque el país no los tenga o porque el gobierno esté agotando sus reservas; se
trata de una falta de dólares en el mercado internacional, debido a un corte en
el suministro de dólares para el mercado de divisas que a finales del 2012 se
redujo a la mitad y a principios del 2013 prácticamente fue eliminado,
generando el fortalecimiento del mercado negro al que acuden exportadores e
importadores.
Estima, que mediante una soterrada guerra económica, el dólar ha
sido puesto en el mercado a una tasa exageradamente alta ante el bolívar,
gracias a un control de cambio manipulado, el mismo que ha permitido que el bolívar haya podido caer tan bajo. A
este mercado también acude la gente que especula con el dólar, creyendo en el
tan cacareado colapso económico que rendiría para ellos pingües ganancias, pero
todo parece indicar que lo que se está generando es una especie de burbuja, similar a la
inmobiliaria en USA y Europa, que los puede llevar a grandes pérdidas, por lo
que en los últimos meses esta tasa de compra ha venido bajando.
Ya el temor a
que no suceda la hecatombe, comienza a aterrorizar a estos especuladores de
bolsillo. No obstante, la oposición nacional e internacional sólo emite malas
noticias: Que los precios al consumidor subieron desde un 49% hasta un 1.200%,
lo que socava la confianza en la economía y la moneda provocando la fuga de
capitales; en el mercado negro el dólar ha recuperado hasta siete veces la tasa
oficial; que la reserva de los bancos centrales cae, a lo que se suma la
inflación y la emisión de dinero por parte del gobierno. Todo apuntando a una
probable hecatombe de un proceso sobre el cual el planeta tiene puestos los
ojos y muchos países la esperanza.
Pero por qué se siente tan seguro este estadounidense de lo
que dice? Sencillamente porque a su entender, un gobierno con más de 90 mil
millones de dólares por ingresos petroleros no puede terminar nunca en una
crisis de balanza de pagos. De otra parte, el Banco Central tiene reservas en
oro para cubrir por lo menos 8 meses de importaciones y normalmente se
considera como buena aquella que alcance como mínimo para 3 meses. Ahora, que
la mayoría de las reservas del Banco Central sea en oro, puede ser un
inconveniente para su venta, pero
resultaría inverosímil que el gobierno permitiera sufrir una crisis de la
balanza de pagos, que pondría en jaque su estabilidad, en lugar de vender su
oro. Todo apunta a que este señor tiene razón. En conclusión, lo que afirma
este estadounidense es que Venezuela tiene estabilidad económica y social para
rato. Así la oposición se desgañite diciendo lo contrario.
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