Por Armando
Brugés Dávila.
La prensa colombiana ha pasado por alto un inmenso logro
alcanzado por América Latina al no darle la importancia que merecía el hecho de
haber alcanzado Bolivia por aclamación la presidencia del Grupo de los 77 +China.
Elección que convierte a este país y obviamente a su presidente Evo Morales, en un referente internacional. Y aunque
pareciera que hubiese sido para resarcirle en su dignidad por lo sucedido a su
delegación en Europa cuando venía de Rusia, su merecimiento tiene una
fundamentación más seria. Para nadie es un secreto que cuando el indio Evo
asumió la presidencia en diciembre de 2005 el país era el más atrasado de
América Latina, después de Haití.
Cuando este indio asumió la presidencia, la derecha boliviana
le daba sólo seis meses para que fuera derrocado, incluso para muchos
suramericanos su elección resultaba un
insulto a la inteligencia
latinoamericana. Pero como decía Héctor Lavoe, la vida te da sorpresas, y este
indio de América ha resultado dictándole
catedra de economía social y política no sólo a los tristemente célebres Chicagos
boys (Economistas liberales educados en la Universidad de Chicago en los años
70) sino también a los cepalinos de todos los pelambres que en el mundo han
sido. No es fácil mostrar el palmarés de logros que este indio aymara puede
mostrar al mundo en tan sólo siete u
ocho años de gobierno, logrado todo ello con un aparentemente inocente nadadito
de perro y sin un solo tiro. Todo en el más perfecto orden democrático.
Ese hombre, del que muchos se burlan porque no sabe hablar
como los políticos profesionales nuestros, ha logrado multiplicar por cuatro
el Producto Interno Bruto (PIB) de su
país que pasó de ocho mil millones de dólares en 2007 a 32 mil en la
actualidad. Una de sus primeras decisiones de gobierno fue nacionalizar el
petróleo. En el 2006 cuando imperaba la lógica de que el petróleo era boliviano
mientras estaba bajo tierra pero que a boca de pozo ya era extranjero, el
Estado boliviano sólo tenía derecho a un 18% de los ingresos producidos por la
industria petrolera y las compañías extranjeras se llevaban el 82%, con lo que
el país sólo recibía 400 millones de dólares. La nacionalización permitió
revertir la proporción y hoy día el
ingreso al país por exportación de hidrocarburos supera los cinco mil millones
de dólares. Pero la cosa no termina ahí, en lo concerniente a reservas
internacionales de divisas se sabe que del 2006 a esta parte estas han
aumentado ocho veces más alcanzando un
monto superior a los 15 mil millones de dólares. Por su parte la CEPAL considera que Bolivia alcanzara al finalizar
el 2013 un crecimiento de 5,6 %, crecimiento que ellos consideran será el
segundo mayor de Latinoamérica. Pero lo dicen de forma tal que el suceso
pareciera no tener ninguna importancia. Es necesario recordar así mismo que
este indio patirajao durante los siete años de gobierno ha mantenido un
promedio anual de crecimiento superior al 4,8%, lo que ningún otro país de la
región ha podido alcanzar en el mismo periodo.
Todo lo anterior nos revela de manera clara y contundente que
los cambios económicos y sociales si se pueden lograr, siempre y cuando los
pueblos tomen la decisión de asumir con responsabilidad la construcción de su
destino como nación mediante una acción colectiva y participativa. Pero más
importante aún es que ese pueblo sea consciente que no requiere de una
dirigencia plena de intelectualidad pero carente de honestidad. El mundo actual
necesita de hombres como Evo Morales o José Mujica, ambos monumentos vivientes
de la ética. No se necesita ser economista o politólogo para lograr los cambios
que requieren estos países de américa del Sur, solo se necesita tener sentido
común y arrojo para imponerlo. Afortunadamente todo parece indicar que estamos
cambiando, en Boyacá han comenzado a sonar trompetas de insurrección y coraje.
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