Por Armando Brugés Dávila.
Siempre he pensado, que Maquiavelo en El Príncipe
lo que trató de decir en última instancia, fue
que el político para serlo bueno debía ser más inteligente que
político. No hay de otra; si bien es cierto, el hombre es un animal
político, su racionalidad lo obliga a ser más político que animal.
He sido un admirador del senador Robledo, un hombre de
criterio, ponderado y sobre todo lúcido, pero no pude entenderlo cuando
manifestó que ellos habían sido defensores del proceso de paz que se cocinaba
en La Habana, pero que el haber escogido el presidente Santos como fórmula
vicepresidencial a Vargas Lleras, los obligaba a retirarles su respaldo. En su
criterio, Vargas Lleras era un personaje de la derecha que le había hecho
mucho daño a los movimientos de izquierda de este país y muy especialmente
al Polo. No quiero pensar, que el senador a estas alturas de la vida esté
pensando que pueda existir una derecha neutra capaz de ofrecer cosas a cambio
de nada. Ahora lo importante es alcanzar la paz, única manera de terminar con
esta guerra fratricida que no tiene cuándo acabar, dado que hay sectores
poderosos que se benefician de ella y por tanto, les conviene mantenerla
por encima de cualquier cosa. No es el momento para ideologías, el pragmatismo
debe primar por encima de todo; a los que no nos interesa ni conviene la
guerra, tenemos que hacerlo todo por superarla con un proceso de paz digno
y decoroso para las partes. Todos tendremos que tragar sapos, pero ni modo.
Cuando Aída Abella decide regresar al país, no
pude sentir sino complacencia, pero me temo que tanto ella como el
Polo están equivocados lanzándose a una campaña presidencial que no tiene
sentido. Lanzarse a una lucha por la presidencia por el prurito de decir que
son la oposición, demostrando con ello que existen como partidos, no le veo
ninguna gracia, cuando con ello no hacen nada diferente que debilitar los
sectores que abogan por el proceso de paz y fortalecen, con el desconcierto que
generan, a los halcones de la guerra que sólo esperan llegar al poder para
reiniciar su política de falsos positivos, desapariciones forzosas, robo de
tierras y el arrasamiento de los sectores más productivos del país como son la
salud y el minero.
Pero suponiendo que la izquierda ganara las
elecciones presidenciales, qué podría suceder. Sucedería exactamente lo que
pasó con Petro: no la dejarían gobernar. Pensar gobernar este país con un
congreso como el que tenemos o vamos a tener a partir del 20 de julio, no es
más que un pajazo mental. La división de la izquierda es tan
ostensible, que su capacidad de construir una propuesta alternativa no se
ve por ninguna parte. Su trabajo político de masas no existe, sus
campañas son una copia ridícula de las que hacen los partidos de derecha
tradicionales. Así jamás se logrará una mayoría en el Congreso; los votos
sí los hay, prueba de ello el 60% de colombianos que no votaron
o que votaron en contra de semejante estado de cosas. Son votos que
sólo se canalizarán a través de un trabajo político arduo y honesto por medio
del cual, ese cuerpo de descontentos se convenza que existe una izquierda
digna de su confianza y se decida a marchar con ella hombro a hombro en procura
de una independencia ética, política y económica. No olvidemos, que
agazapado, casi que guardado entre la manga, viene jugando otro candidato
de derecha: el señor Peñaloza mantiene una actitud que me recuerda al
famoso Caballo de Troya, un engaño destructivo que ahora funge de pacifista,
cuando todos sabemos que es el mejor amigo y alumno del innombrable, quien
desea todo menos la paz, porque obviamente todo parece indicar que no le
conviene. Sus razones tendrá. No es que Santos, sea santo de mi devoción, pero
de dos males, un instinto de conservación primario dice que se debe optar por el menos malo.
Razón tenía Maquiavelo cuando dijo que los hombres
juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero
pocos comprender lo que ven.
El párrafo donde dices que "Ahora lo importante es alcanzar la paz, única manera de terminar con esta guerra" me pone a pensar si los colombianos estamos dispuestos a pagar el costo de la paz con todo lo que ella representa, desde aceptar que tu vecino sea un ex-guerrillero que secuestro a tu amigo o aun conocido o participo en el guerrilla que asesino a un familiar hasta el Dinero que le dejan de dar a personas de bien campesinos y desplazados ¿Estamos Preparados para esta Paz?
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