Por Armando Brugés
Dávila.
Por estos días sentí envidia de la buena al leer que en la ciudad de
Antofagasta (Chile) se había realizado el Festival Puerto de Ideas. Asistieron
el primer día como expositores a esa orgía del conocimiento, el neurobiólogo y
psicólogo italiano Giacomo Rozzolatti, ganador del premio Príncipe de Asturias
en ciencia y tecnología, por su descubrimiento de la Neurona Espejo, responsable de la conducta imitativa
que permite el aprendizaje y sobre la que se edifica nuestra civilización y
reposa nuestra capacidad empática. El
físico Andrés Gomberoff, hablando del espacio y del tiempo aseveró en su conferencia,
que con el conocimiento que hay, si se tuviese la tecnología adecuada, viajar
al futuro sería posible hoy día. Michel Menu, director del Museo del Louvre, participo
con su trabajo “En busca de nuestros orígenes cósmicos.” El certamen duró tres días y en ella
participaron otros importantes conferencistas. Allí todo fue gratuito y con
asistencia masiva de jóvenes y adultos. En nuestro país, mientras tanto, se
realizará entre el 29 y el 30 de abril, la Cumbre de Líderes por la Educación,
organizada por Semana Educación y el Colegio Gimnasio Moderno, con motivo de la
celebración de sus 100 años de fundación,
a la que asistirán científicos de la talla de Rodolfo Llinás, Howard
Gardner, David Perkins y otros más de talla internacional. Pero en nuestro
caso, el inconveniente radica en que la “contribución” para poder asistir, es
de $1.000.000. Y aquí es donde surge el dilema de la relatividad, puesto que
los eventos son relativamente congruentes desde el punto de vista del
conocimiento, pero totalmente antagónicos ante la posibilidad de acceso a uno y
otro.
De otra parte, José Mujica, ese hombre sabio que ejerce la presidencia
de Uruguay, nos hace caer en cuenta de una de las contradicciones más grandes
que se plantea la sociedad global, en
base a esa compleja ley que llamamos de la relatividad. Los demócratas del planeta
saludamos con alborozo el mundo cibernético en que nos habría tocado
vivir, ya que con el mismo la democracia alcanzaría su máximo
desarrollo. Todo estaba muy claro. La participación planetaria que permitía internet a través de
sus redes, era la mejor herramienta concebida para alcanzar el
perfeccionamiento del sistema de gobierno, que a decir de los estadistas, es el
más perfecto jamás concebido por la humanidad. Pero el estadista uruguayo nos
sorprende haciéndonos caer en la cuenta, que la tal herramienta está generando
un efecto totalmente contrario, al ser utilizada no para luchar contra
dictaduras por el camino menos cruento de la desobediencia civil, como fue su
intencionalidad primaria, lo que la hacía moralmente defendible, sino que viene
siendo aprovechada en sociedades democráticas por sectores minoritarios, que al
discrepar con la mayoría y los representantes que eligió “masifican estrategias
planificadas” con la pretensión de “paralizar los gobiernos”, generando peligro
para la sociedad. Se trata de movimientos que en su afán de no respetar las
decisiones de las mayorías, generan agresivas movilizaciones buscando, con una
torcida desobediencia civil, la parálisis de los Estados democráticos que
realmente respetan los derechos de todos y cada uno de sus ciudadanos, para
favorecerse ellos, ya que en sus cerebros no les cabe la existencia de un
Estado que de manera vergonzosa no los privilegie a ellos, así les toque
negociar el poder y la riqueza nacional con intereses extranjeros que
solicitarán obviamente la tajada más grande del ponqué. Algo que llama
poderosamente la atención es que, la situación la califica Mujica como una
especie de patología contemporánea, ya que son las ONGs del mundo más rico, las
que se encargan de financiar económica e ideológicamente a esta nueva forma de
subvertir el orden en los países más débiles, política, económica y
militarmente, pero inmensamente ricos en recursos naturales. Hoy más que nunca,
Suramérica y el Caribe necesitan estar unidas en un sólo haz de propósitos,
para hacer frente a esta nueva e irregular forma de lucha planetaria.
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