Por Armando Brugés Dávila.
Hasta hace poco tiempo, al profesor Shlomo
Sand sólo lo conocían en su casa. Se trata de un intelectual judío, catedrático
en propiedad de Historia Europea en la Universidad Judía de Tel Aviv, quien
acaba de lanzar su libro “¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?” Cómo él
mismo lo señala, se puede decir que más
grande que su audacia de escribir el libro,
fue su paciencia en la espera del momento oportuno para hacerlo. Supo
esperar hasta que lo nombraran en propiedad como catedrático en la universidad,
porque sabía perfectamente que expresar
opiniones como las que pensaba tenía su precio en la universidad israelí. Tomada
la decisión de escribirlo, inició entonces una minuciosa investigación histórica
y arqueológica que servirían de fundamento a su teoría. Hoy su libro lleva ya
más de 19 semanas en la lista de bestsellers de Israel. En Francia la edición
se está vendiendo con tal rapidez que ya se han hecho tres reimpresiones. Está
siendo traducido a una docena de lenguas incluidas el árabe y el inglés.
Este intelectual judío sostiene en su
libro, que la idea de una nación judía es un mito inventado hace poco más de un
siglo, asegurando además que los judíos jamás fueron expulsados de la Tierra
Santa y que los judíos actuales no tienen conexión histórica alguna con el
territorio denominado Israel. De acuerdo a su investigación los judíos se
consideraban judíos por compartir una religión común. Pero esta idea comenzó a
ser puesta en entredicho a principio del siglo XX por el sionismo internacional
un movimiento político que comenzó a estructurar una historia nacional en la
que se inventaron un pueblo judío separado de su religión, propugnando entonces
por una patria para “el pueblo judío”, para lo cual proponían recobrar el
territorio de Palestina y formar un Estado independiente, propósito que se
alcanzó en 1948 con la fundación del Estado de Israel por parte de ONU. Pero en
realidad, la idea sionista de que los judíos estaban obligados a regresar a la
Tierra Prometida, en su criterio era totalmente ajena al judaísmo. El autor
hace caer en cuenta que el sionismo cambió la idea que de las ciudades sagradas
tenían los judíos; estos consideraban a Jerusalén como lugar para añorar, de
ninguna manera para vivir ellos. Y señala que durante más de 2000 años los
judíos permanecieron lejos de ella, no porque no pudiesen regresar sino porque
su religión les prohibía hacerlo hasta la llegada del Mesías.
Cuenta que en su investigación no pudo
encontrar una sola prueba de la existencia de los reinos de David y Salomón,
por lo que los califica de pura y física leyenda; menos aún del famoso exilio
ejecutado por los romanos en su contra en el año 70. En lo relacionado con esto
último, el asunto se vuelve más complicado puesto que la judeidad no se puede
explicar sin el exilio, pero resulta que
buscando los pormenores de dicho exilio no pudo encontrar ningún dato. La
razón, según él es sencilla, los romanos no exiliaron a nadie. Los judíos en
Palestina eran mayoritariamente campesinos y todo indica que se quedaron en sus
tierras, lo que a decir del autor es lo que ha permitido que la mayoría de los
lideres sionistas iniciales, incluido David Ben Gurión, creyeran que los palestinos eran los
descendientes de los judíos originales de la región.
Y aunque al parecer los judíos no lo han
respaldado, algunos como el prestigioso periodista Tom Segev lo califica de
“fascinante” y un “auténtico desafío”. Lo sorprendente para el autor es que sus
colegas universitarios se han abstenido en comentar la obra. Sólo Israel
Bartal, profesor de Historia Judía en la Universidad Hebrea de Jerusalén lo ha
hecho, pero no rebatiendo sus teorías, sino defendiendo a sus colegas en el
sentido que no eran tan ignorantes sobre la naturaleza de la historia judía,
como lo plantea el autor.
Como es de suponer, el mundo político
mundial está estupefacto dado que el Estado judío es el aliado carnal de la potencia
estadounidense y la conclusión del catedrático judío es clara y contundente: La
única solución política para el conflicto palestino-israelí es la abolición del
Estado judío. La razón es sencilla, este Estado nunca existió. Lo que viene de
aquí en adelante es algo realmente interesante en lo que a geopolítica mundial
se refiere.
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