Por Armando Brugés Dávila.
Pareciera
que dos países de Europa, uno perteneciente a la Unión Europea y otro no, quieren
hacer el papel de muchachos fanfarrones y bronquinosos en un soterrado
propósito de buscar desviar la atención
pública mundial, apareciendo ellos como los fajadores guerreristas del tinglado
planetario, para de esta manera rebajar la tensión que se está presentando
entre Estados Unidos y los países de América Latina que a través de UNASUR comienzan a alzar la voz reclamando
reconocimiento.
Es
así como por una parte, vemos a un Estado español pretendiendo dar órdenes al
poder judicial de Venezuela, en una actitud muy parecida a la orden ejecutiva
emitida por Obama contra el mismo país. Parece que los que gobiernan en la
península, olvidaron que ya no son lo que fueron hace doscientos años.
Entre
tanto, el Reino Unido anuncia que la presencia militar en las Malvinas se
aumentará ostensiblemente, dado que Argentina es “una amenaza muy viva y concreta”
para los británicos que allí viven. Frase que pareciera calcada de la misma
orden ejecutiva arriba citada. Posición que se ratifica con las declaraciones
del ministro de Defensa del reino, quien por estos días manifestó que su
ministerio tiene un plan por más de 258 millones de dólares, con el único propósito
de modernizar y ampliar la presencia militar de Londres en el archipiélago del
Atlántico Sur durante los próximos 10 años. La noticia causó tanto impacto al
interior del reino que sus mismos nacionales, como el Centro por la Paz y la
Justicia, la han considerado como preocupante además de desafiante, en tanto
que sólo apunta a provocar al gobierno argentino, razón por la cual urgen al
Estado inglés a buscar una solución no militar al conflicto. En criterio de
esta organización, la historia enseña que incrementar el gasto militar en
situaciones de gran tensión, conduce al enfrentamiento armado y causa victimas
mortales innecesarias. Pero mientras en España todo apunta a una estrategia
política para hacer un favor de distracción estratégica, lo del Reino Unido
tiene ostensibles intereses económico-estratégicos, lo que la convierte en algo
más serio y peligroso. En el área de Las Malvinas se encontraron yacimientos de
petróleo y gas, y fueron las compañías petroleras británicas, Premier Oil,
Falkland Oil & Gas y la Rockhopper Exploration las que lo anunciaron, las
cuales, junto a las estadounidenses Noble Energy (NBL.N) y Edison International
(EIX.N), se encuentran en los trabajos iniciales de explotación, a lo cual se
opone Argentina por considerarlo un atentado a sus intereses, dado que estas
compañías estarían “operando ilegalmente” en lo que describe como “territorio
marítimo” argentino.
Mientras
tanto, el Canciller de Argentina Héctor Timerman, manifiesta que su país va a
seguir demostrando que América Latina y el Caribe han elegido ser una zona de
paz, no belicista, pero que no obstante seguirán reclamando la restitución de
las Islas Malvinas, porque ellas han sido y serán siendo parte integral del territorio
argentino.
María
Cristina Perceval por su parte, representante argentina en las Naciones Unidas,
expresaba que resultaba un disparate lo que pretendía el Reino Unido, cuando
daba a entender que los que no eran una amenaza, eran los que amenazábamos,
según ellos, a quienes de manera constante nos amenazan. En su criterio, Gran
Bretaña ocupa ilegalmente las Malvinas desde 1833, e ignora con prepotencia el
reclamo mayoritario del mundo a que dialogue con Argentina sobre las mismas,
pero no de cualquier manera, sino eligiendo una vez más el camino de la amenaza
militar: la guerra.
Por
su parte, el Canciller declaró que su país denunciará en la ONU, la escalada
militar británica en Las Malvinas y ratifico que Argentina no tiene interés
alguno en participar en un conflicto armado en aquel archipiélago, razón por la
cual, se apresta a presentar ante el Comité de Descolonización, una queja
contra la actitud belicista y armamentista del Reino Unido.
Pareciera
existir una intención soterrada de crear focos de guerra al interior de América
del Sur y todo por el maldito petróleo.
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