Por Armando Brugés Dávila.
En Estados Unidos, la
respuesta a una solicitud realizada por el denominado grupo de Liberación de
Información de la Universidad de Bath, hecha por el doctor Matthew Alford, es
como para preocupar a los demócratas en cualquier parte del mundo. Se trata de una
organización académica cuyas investigaciones se centran en la relación entre el
entretenimiento, el poder político, y la propaganda en los Estados Unidos. La
misma ha puesto al descubierto, la forma casi alucinante cómo el Departamento
de Defensa estadounidense ha intervenido, para que muchos guiones de películas
sean alterados para beneficio de intereses de Estado. Tal es el caso de la
película BlackHawk, en donde se obligó a cambiar el perfil de uno de los
personajes, un militar pedófilo, lo que fue considerado por los estamentos
militares estadounidenses como algo que no contribuía a una buena imagen del
soldado norteamericano a nivel mundial. Pero el asunto, de acuerdo con el
demandante, va mucho más allá al encontrar
con que en el informe entregado, el mismo tipo de intromisión estatal también
se encontró en serie de películas como Transformers y en programas televisivos
como American Idol, la serie de TV Hawaii 5-0, e inclusive en un reality de
cocina llamado CupcakeWars. Por el informe se puede concluir, que el nivel de
influencia del Departamento de Defensa en la industria del entretenimiento
estadounidense es sencillamente no democrático, máxime si tenemos en cuenta que
productores de Hollywood manifestaron haber sido obligados incluso, a cambiar
los guiones de sus películas en determinadas escenas ante exigencias del Pentágono.
Mientras tanto, en el
Reino Unido se presenta un proyecto que pretende prohibir las comunicaciones
cifradas, como las que ofrecen servicios iMessage, WhatsApp, Snapcht, con la
excusa de la lucha contra el terrorismo incluyendo a sitios de redes sociales
como Facebook y Google, los cuales deberían entregar toda la información que el
gobierno requiera y cuando lo quiera. Según los expertos, lo más triste radica
en que esas medidas no van a funcionar y que lo único que conseguirán será
destruir Internet. Ya los defensores de las libertades ciudadanas comienzan a
considerar que el gobierno del Reino Unido empieza a bordear de manera
peligrosa los límites de la tiranía.
Pero si en el Reino
Unido llueve en España no escampa en tanto que se esta llegando a extremos
inimaginables de antidemocracia, con la llamada Ley de Seguridad Ciudadana o
Ley Mordaza como la llama la oposición. Tan grave ha resultado la afrenta que
cinco relatores de Derechos Humanos de las Naciones Unidas han llegado a
manifestar a través de un comunicado, que confían que España adopte las medidas
necesarias para garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales y las
libertades públicas de conformidad con los estándares internacionales, en tanto
que consideran que los derechos a manifestarse pacíficamente y expresar
colectivamente una opinión, son fundamentales para la existencia de una
sociedad libre y democrática. Obsérvese como se insiste en presentar como libre
y “democrática” a una monarquía. Mientras tanto, el New York Times, no obstante
calificarla de ley ominosa y acusar a Rajoy de promoverla para mantenerse en el
poder, no se atreve a señalarlo de dictador como lo hubiera seguramente hecho
de haberse presentado el suceso en un país de Suramérica. Es más,
manifiesta el mencionado periódico que una ley como esa no puede existir en una
nación democrática como España; cuánta generosidad de su parte para con el
señor Rajoy. De haber sucedido el caso en
esta parte del mundo, especialmente en un país contrario a sus intereses, no lo
hubieran bajado de horrenda y oprobiosa dictadura totalitaria.
Si nos atenemos a
definir el totalitarismo como al régimen político en donde la libertad se
encuentra seriamente restringida y el
Estado ejerce el poder sin limitación alguna, bien podríamos decir que en
algunos países del norte del planeta se está
empollando más de un huevito con un alto contenido de esta propuesta
política. Vaya…Vaya…
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