domingo, 4 de marzo de 2012

Zarzuela de mariscos?

Por Armando Brugés Dávila.
  Nuestra falta de identidad y pertenencia es el inicio de todas nuestras desgracias, máxime cuando ésta se deja notar en lo que hoy por hoy se considera el instinto primario y fundamental de la vida: la alimentación.
Si bien es cierto, a los gobiernos les corresponde velar para que a su población no le falte la alimentación, mediante una política que apunte a una soberanía alimentaria. Es a sus nacionales a quienes corresponde mantener en alto esa soberanía mediante el consumo masivo de lo que se produce en el país. Pero en nuestro país estamos haciendo las cosas al revés; de una parte, los gobiernos promueven la producción agrícola para la exportación, sin importarles que muchos de sus gobernados se mueren de hambre por no producir el país suficientes alimentos,  y de otra, una parte de la nación y no la mayoritaria precisamente, consume como loca productos importados, en un irracional afán de esnobismo arribista. Es más, de manera inexplicable, se les concede  licencia a empresas extranjeras, para que vengan a ofrecer artículos por debajo de los precios del mercado nacional, con lo cual no hacemos sino darle entierro de tercera a la producción nacional. Y después, de manera cretina nos preguntamos qué por qué el desempleo? ¡Con semejante política de desarrollo tan absurda, jamás veremos una Colombia próspera y soberana!
El problema radica en que esta falta de identidad permea toda la sociedad colombiana, iniciándose en su élite, y desde allí bajando como en una especie de cascada, hasta los más modestos sectores populares. Es tan pobre nuestro sentido de identidad y pertenencia, que en nuestros restaurantes típicos no resulta fácil encontrar, un plato que es común  en todas las latitudes costeras del mundo: el salpicón de pescado, que  además de delicioso, porque se puede adobar como se desee, es económico por lo rendidor, con la ventaja que se puede hacer con cualquier pescado, desde la sierra, pasando por la cachorreta hasta llegar al cazón. Este plato acompañado de un arroz de coco, unos buenos patacones y una ensalada de cebolla, lechuga y tomate, se convierte en un apetitoso manjar para cualquier ciudadano del mundo.
Pero mi sorpresa fue mayúscula al visitar un restaurante típico de la ciudad y encontrar en su carta un plato con el nombre de Zarzuela de mariscos. Al preguntar a la niña en qué consistía el plato, me dijo: Se trata de una especie de cazuela, pero en leche de coco. No entendía lo del extraño maridaje de una zarzuela oriunda de España y el coco oriundo de los climas tropicales. Pero la combinación me sonaba apetitosa y le aposté pidiéndola.
Esa misma noche me fui a mi oráculo (Internet) y una vez  invocado, me contestó sin demora, como siempre lo hace: “La zarzuela de mariscos (en algunas ocasiones indistintamente zarzuela de pescado),[] es un estofado (guiso) de diversos pescados y mariscos que resulta ser muy típico en las cocinas del norte del Levante español. Es muy popular en la provincia de Castellón y en ciertas zonas costeras de Cataluña 
Como pueden ver amables lectores, la famosa zarzuela no es una cazuela si no un estofado. Las primeras se sirven en cazuelas de barro, de allí su nombre. Pero además, el plato español en referencia no lleva leche de coco. Y aquí es donde radica el colmo de los colmos, pues a la par que le damos valor agregado al plato conocido como cazuela de mariscos, lo que se nos ocurre es ponerle un nombre copiado, y entre otras cosas mal copiado por lo del coco. Y no es para menos si recordamos lo que viene aconteciendo con el mondongo, que en la capital de la república, se ha transformado en “cayos a la madrileña”.  De dónde identidad y pertenencia, si somos una parranda de acomplejados de nuestra propia cultura?






1 comentario:

  1. Lo que lograste fue abrirme el apetito y no comentas si te gustó. Lo que veremos en adelante serán propuestas gastronómicas con personalidad y entre ellas el sabor de lo genuino se va difuminando de la misma manera que cambiamos el paisaje y todo se está tornando irreconocible.
    La parte de los Mercados Macro viene a garantizar unos productos que aplican control de calidad en el procesamiento de los alimentos, cosa indispensable en n Distrito Turístico.
    La comida callejera (fritos y demás, forma parte del costumbrismo y es cómplice del bolsillo)

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