miércoles, 22 de febrero de 2012

Las motos, un problema insoluble?

Por Armando Brugés Dávila.

Las motos se llegaron a identificar como "La Venganza Japonesa". El mito asegura que después del ataque nuclear en Hiroshima y Nagasaki, los japoneses encontraron en las motos la forma de vengarse de occidente. Tanto así, que se dice que desde el día en el que los japoneses introdujeron la primera moto a USA hasta la fecha, este país ha tenido el doble de muertos por accidentes en moto que los que hubo en el ataque con bombas nucleares en el Japón. Cierto o no, la verdad es  que dicha venganza, por la fuerza de las circunstancias, se ha hecho extensiva a poblaciones inimaginables, incluida nuestra pacífica y desvencijada ciudad cuyos habitantes nada, pero absolutamente nada, tuvimos que ver con aquel infausto suceso.
La estadística de accidentalidad de motos en la ciudad es impresionante, al punto que se les comienzan a identificar como las mensajeras de la muerte o a definir como la irresponsabilidad montada sobre un ruido. Son cientos de hogares en la ciudad que hoy se encuentran de luto, golpeados por la ola de accidentes de estas máquinas, las que a decir verdad en sí no son buenas ni malas; son eso, unas máquinas. Somos los seres humanos los que las convertimos, por pura y física ignorancia o desprecio por la vida, en instrumentos de muerte.
Personalmente tengo la convicción que las medidas coercitivas pueden no ser lo más adecuado para solucionar tan engorroso problema. Pensar que la delincuencia callejera motorizada o los asesinatos del crimen organizado van a desaparecer porque desaparezca el parrillero, es ingenuo por decir algo. Creer que los que se vuelan el semáforo van a dejar de hacerlo porque los sancionen económicamente, puede que sea cierto pero no acaba con la mentalidad de querer hacerlo, que es donde radica el problema. Tratar a los padres de irresponsables por permitir que sus hijos e hijas acudan a este medio de transporte para ir al colegio, sin pensar que están atrapados en una necesidad económica difícil de superar, no es justo. En una urbe en donde el trabajo es de una escasez aterradora, negarle esa posibilidad laboral al mototaxista, es colocarlo contra la pared. Es cuestión de instinto de supervivencia, el trabajo es la única manera que tienen los seres vivos para conseguir el alimento que ellos y su prole necesitan  para sobrevivir como seres y como especie. Esa es la razón por la cual el derecho al trabajo está contemplado en nuestra Constitución como derecho fundamental.
Somos una nación que no hemos podido o querido entender que la posibilidad que tienen los pueblos para desarrollarse comienza por la educación. Los accidentes de tránsito tienen su fundamento, en la ignorancia que los conductores tienen sobre la norma y los beneficios vitales que el cumplimiento de las mismas trae. Un curso de manejo,  para obtener el pase de conductor, se limita a 2 o 3 horas diarias, durante 15 días con una que otra información verbal sobre normas de tránsito. En el caso de las motos, la cosa es como para llorar. Se la venden a cualquier persona con sólo presentar la cédula y el nuevo propietario lo único que sabe de la moto es que eso anda pa´lante. Lo ideal sería que cualquier persona aspirante a manejar una moto o cualquier otro vehículo, se le exigiera un curso de por lo menos un mes sobre normas de tránsito. Un curso realizado con personal idóneo, no hecho a la loca pensando sólo en ganarse el dinero, en donde se hiciera énfasis sobre las bondades que el  cumplimiento de tales normas genera, y en el dolor y traumas emocionales que se pueden evitar a la familia y a los seres queridos. Iniciados estos cursos de capacitación vial, se podría entonces dar un tiempo determinado a partir del cual, ninguna persona podría transitar por la ciudad en moto o cualquier otra clase de vehículo si no demostraba su asistencia a dicho curso. Y entonces sí, a sancionar de manera drástica a los muy poco infractores que seguramente no faltarán.

2 comentarios:

  1. son la catastrofe de final de siglo
    apesar que nosotros somos los culpables de esto por que antes tomabamos el bus y todo era paz y tranquilidad.

    ROSADO

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  2. Son una peste que hasta averguenza a los motociclistas responsables que sí existen. Siempre he dicho que una forma de regular este desastre es circuncribiendo su actuar económico por sectores de ciudad,utilizando la filosofía de los servidores de los transportes Metro de las grandes ciudades, con normas, carnetización e identificación clara para evitar transgresiones. Así ellos trabajan y los demás podemos vivir.
    Govip_1

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