Resulta
por lo menos inquietante que la mayoría de los ciudadanos de este país
parecieran no tener ni idea de lo que está sucediendo. La mayoría de nuestros
nacionales no saben o no quieren saber que en Cuba nos estamos jugando algo más
que el pellejo; dicho de otra manera, la posibilidad de continuar o no esta
guerra fratricida o por el contrario optar por la paz que en el fondo anhelamos
todos y cada uno de nosotros. Y a lo mejor tienen razón de tener un
comportamiento semejante, dado que esta guerra, en la que tenemos más de 50
años, no la hemos sufrido los que por suerte nos ha tocado vivir en centros
urbanos grandes. Esa lucha cruel en la que diariamente mueren soldados y
campesinos, destrozados por la metralla asesina importada, se viene dando desde
hace tiempo pero en los campos y veredas de nuestra patria. Muy seguramente si
sintiéramos el tronar de morteros y cañones y el tableteo de ametralladoras al
frente de nuestras casas, el comportamiento sería muy diferente.
La gente
pareciera no querer saber nada de tan importante suceso, tanto así que cuando
se les inquiere al respecto sobre el tema, lo que hacen es radicalizarse a favor de uno u otro bando pero sin fundamento alguno o diciendo
cualquier tontería, con lo que se demuestra a las claras que no tienen idea de
lo que dicen. En lo relacionado con nuestra juventud, la cuestión es aún más
grave: la avasallante tecnología que debiera ser su más importante herramienta
para asumir un pensamiento crítico que les permitiera liderar la vanguardia de
la transformación nacional, ha servido para todo lo contrario, esto es, para
que los interesados en mantener este
estado aberrante de cosas en salud, educación, administración pública y demás,
lo estén utilizando como un efectivo instrumento para mantenerlos idiotizados,
no sólo a ellos sino a sus padres, con programas televisivos como El Patrón del
mal, Sin tetas no hay Paraíso, El Patrón, Yo me llamo y La pista, entre otros.
A los tres primeros bien lo podríamos definir como una taimada y peligrosa
apología al delito, mientras que a los dos últimos se le pueden considera como
un monumento a la imitación y a la mediocridad. Aún no hemos caído en cuenta
que seguimos como en la Colonia, cuando no nos dejaban sino imitar, pero nunca
crear porque eso afectaba sus intereses. Pero como si esto no fuera suficiente,
les crearon Facebook y Twiter, además de cientos de juegos donde el personaje
central es la guerra, la que termina de manera perversa presentándose como el culto supremo de la actividad humana.
El
ciudadano común y corriente debiera estar inquieto por lo que se está
debatiendo en aquella lejana isla, por la simple razón que allí de una u otra
manera se juega no sólo su futuro sino también el de su familia, el de sus
hijos y el de todos sus seres queridos. Ese hombre y esa mujer del común,
deberían preocuparse por conocer lo que allí se está negociando y resistirse
desde lo más profundo de su ser a no tener que actuar como borregos llevados
del cabestrillo por el amo de turno, para después, como siempre, tener que
llorar sobre la leche derramada. Aunque usted no lo crea, amable lector, lo que
se debate en la Habana es el futuro del país, razón por la cual tenemos la
obligación ética y patriótica de averiguar lo que allí se dice y se hace, para
poder posteriormente y con conocimiento de causa, asumir posiciones serias y
valientes al respecto. Salga sapo o salga rana.
Que atal su comentario, será que no es más comico lo que se está haciendo allá donde el grupo armado engaña a todo un país. Vive usted en Colombia?. No parece porque la realidad que nosostros vivimos es otra, ya todos sabemos que el engaño traje que se viste en Cuba es una farsa.
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