Si hay algo que no entiendo como ciudadano común es la actitud
adoptada por el paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40 y su familia.
Esta última, por ejemplo, dice sin problema alguno que las advertencias de la
Fiscalía de perder éste su inclusión en Justicia y Paz si no comienza a
confesar sus crímenes, no les preocupa. Pero lo desconcertante de todo es que
él dice que lo hace por puro y físico resentimiento contra la justicia
colombiana. Con este proceder se puede pensar que el pacto de los Paramilitares
en Ralito para refundar la patria, lo hicieron fue con la justicia y no
con los congresistas como hasta ahora lo
han dado a entender todas las pruebas existentes. Aquí algo no huele bien. Cómo
así que está resentido con el pueblo colombiano
y por eso se abstiene de contar una verdad que contribuiría en grado sumo al logro de la paz en este
país. El problema es con la Nación y su paz, no es con las fiscalías ni con las
cortes; estos personajes cambian con el transcurrir de los tiempos, pero en los
campos colombianos mientras no se sepa la verdad, y él sabe mucho sobre ella,
no dejará de correr sangre inocente. Y los gestores intelectuales de todo ese
estado de violencia fratricida seguirán muriéndose de la risa en sus casas o
fincas de recreo.
Pero de acuerdo a la prensa nacional, hay algo que resulta más curioso
aún y es que el señor Tovar Pupo al parecer sí está colaborando con la justicia
norteamericana. Esto se desprende del hecho, de acuerdo a los penalistas de
aquel país, que cuando no se puede conocer de determinado proceso es
consecuencia de que el detenido está colaborando con la justicia
estadounidense. El Estado colombiano sólo sabe que dicho sujeto no ha
colaborado en absoluto con el programa de justicia y paz e ignora totalmente qué ha negociado con la justicia de aquel
país. Con la otra curiosa situación, que después de cinco años de su
extradición no ha recibido condena alguna.
Al parecer, al establecimiento estadounidense mediante estas extrañas
negociaciones, sólo le interesa conocer y recoger los trapos sucios del notablato criollo, para mantenerlos en
una especie de horno y sacarlos en los momentos oportunos para ablandar a algún
irreverente avezado que quiera pasarse de la raya, o cuando requieran de
colaboraciones especiales e imperiosas, como sucedió con el Narcotraficante Nº
82. Tan confiado anda el señor Tovar Pupo que a más de su poco interés por
colaborar con el sistema legal colombiano, se ha dado el lujo de entregar para
reparación lo que le dio la gana y al parecer por su mente no ha pasado nunca
el pedir perdón a nadie por sus actos. Estamos hablando de una persona que tuvo
mando al interior de una organización criminal en la que lo cotidiano
fueron las torturas, masacres, asesinatos
selectivos y desapariciones forzadas. Además, que no sería nada raro que este
señor resultara dando no sólo información vital para ellos lograr propósitos
políticos y financieros favorables a sus intereses al interior del país,
mediante manipulación de la información, en la cual son expertos como bien lo
demuestra el caso del señor Eduard Snowden, sino que además termine otorgando
una gran tajada de dólares al Estado americano en aras de un mejor arreglo,
quedando el país en este caso con el pecado y sin el género.
Siendo prácticos, tenemos que llegar a la conclusión que la paz de
Colombia sólo beneficia a los colombianos y sólo a nosotros nos interesa
realmente; de lo contrario seguiremos haciendo el papel de bobos útiles. Por
tal razón, los que no estamos ni en uno ni en otro bando y los que integran los
bandos en contienda, debemos tener claro que sólo alcanzaremos la paz teniendo la valentía de reconocer que tendremos que tragarnos más
de un sapo en aras de la misma. Tengamos el coraje y la responsabilidad de
hacerlos nosotros y no dejarles semejante tarea a nuestros hijos y nietos que
como nosotros, nada tuvieron que ver con esta locura fratricida. No permitamos
que la sangre de nuestros jóvenes se siga derramando en nuestros campos por la
avaricia y prepotencia de unos pocos. Por la paz, sacrifiquemos lo que sea
necesario. No hay de otra.
Artículo publicado en
Hoy Diario del Magdalena de Santa Marta,
Colombia, el 12 de agosto de 2013.
La persona que no quiera recibir mi blog, favor informármelo,
no es mi intención importunar.
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