lunes, 12 de agosto de 2013

La paz, un imperativo nacional.

Por Armando Brugés Dávila.

Si hay algo que no entiendo como ciudadano común es la actitud adoptada por el paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40 y su familia. Esta última, por ejemplo, dice sin problema alguno que las advertencias de la Fiscalía de perder éste su inclusión en Justicia y Paz si no comienza a confesar sus crímenes, no les preocupa. Pero lo desconcertante de todo es que él dice que lo hace por puro y físico resentimiento contra la justicia colombiana. Con este proceder se puede pensar que el pacto de los Paramilitares  en Ralito para refundar la patria, lo hicieron fue con la justicia y no con los congresistas como hasta ahora  lo han dado a entender todas las pruebas existentes. Aquí algo no huele bien. Cómo así que está resentido con el pueblo colombiano  y por eso se abstiene de contar una verdad que contribuiría  en grado sumo al logro de la paz en este país. El problema es con la Nación y su paz, no es con las fiscalías ni con las cortes; estos personajes cambian con el transcurrir de los tiempos, pero en los campos colombianos mientras no se sepa la verdad, y él sabe mucho sobre ella, no dejará de correr sangre inocente. Y los gestores intelectuales de todo ese estado de violencia fratricida seguirán muriéndose de la risa en sus casas o fincas de recreo.
Pero de acuerdo a la prensa nacional, hay algo que resulta más curioso aún y es que el señor Tovar Pupo al parecer sí está colaborando con la justicia norteamericana. Esto se desprende del hecho, de acuerdo a los penalistas de aquel país, que cuando no se puede conocer de determinado proceso es consecuencia de que el detenido está colaborando con la justicia estadounidense. El Estado colombiano sólo sabe que dicho sujeto no ha colaborado en absoluto con el programa de justicia y paz e ignora totalmente  qué ha negociado con la justicia de aquel país. Con la otra curiosa situación, que después de cinco años de su extradición no ha recibido condena alguna.
Al parecer, al establecimiento estadounidense mediante estas extrañas negociaciones, sólo le interesa conocer y recoger los trapos sucios  del notablato criollo, para mantenerlos en una especie de horno y sacarlos en los momentos oportunos para ablandar a algún irreverente avezado que quiera pasarse de la raya, o cuando requieran de colaboraciones especiales e imperiosas, como sucedió con el Narcotraficante Nº 82. Tan confiado anda el señor Tovar Pupo que a más de su poco interés por colaborar con el sistema legal colombiano, se ha dado el lujo de entregar para reparación lo que le dio la gana y al parecer por su mente no ha pasado nunca el pedir perdón a nadie por sus actos. Estamos hablando de una persona que tuvo mando al interior de una organización criminal en la que lo cotidiano fueron  las torturas, masacres, asesinatos selectivos y desapariciones forzadas. Además, que no sería nada raro que este señor resultara dando no sólo información vital para ellos lograr propósitos políticos y financieros favorables a sus intereses al interior del país, mediante manipulación de la información, en la cual son expertos como bien lo demuestra el caso del señor Eduard Snowden, sino que además termine otorgando una gran tajada de dólares al Estado americano en aras de un mejor arreglo, quedando el país en este caso con el pecado y sin el género.
Siendo prácticos, tenemos que llegar a la conclusión que la paz de Colombia sólo beneficia a los colombianos y sólo a nosotros nos interesa realmente; de lo contrario seguiremos haciendo el papel de bobos útiles. Por tal razón, los que no estamos ni en uno ni en otro bando y los que integran los bandos en contienda, debemos tener claro que sólo alcanzaremos la paz  teniendo la valentía  de reconocer que tendremos que tragarnos más de un sapo en aras de la misma. Tengamos el coraje y la responsabilidad de hacerlos nosotros y no dejarles semejante tarea a nuestros hijos y nietos que como nosotros, nada tuvieron que ver con esta locura fratricida. No permitamos que la sangre de nuestros jóvenes se siga derramando en nuestros campos por la avaricia y prepotencia de unos pocos. Por la paz, sacrifiquemos lo que sea necesario. No hay de otra.

 

Artículo publicado  en Hoy Diario del Magdalena de  Santa Marta, Colombia, el 12 de agosto de 2013.

La persona que no quiera recibir mi blog, favor informármelo, no es mi intención importunar.

 

 

 

 

 

 

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