miércoles, 11 de septiembre de 2013

Diálogo, no hay otra opción.


Por Armando Brugés Dávila
En los últimos tiempos, el presidente Santos está actuando como sin norte. No es el hábil jugador de póker que hemos conocido. Primero salió a decir que el paro campesino no había tenido la magnitud esperada, intentando con ello minimizar el proceso de protesta, que a todas luces parece justo, dado que para nadie es un secreto que los Tratados de Libre Comercio provocarían este desbarajuste de la producción nacional, con la consabida muerte laboral del campo colombiano. Y precisamente esta es la lucha que se está llevando a cabo al interior de la CELAC (Comunidad Económica Latinoamericana y Caribeña) en donde la propuesta, encabezada por Brasil, es que América Latina y el Caribe entren a negociar con las grandes potencias en bloque y no de manera individual. Hacerlo cada uno por su lado es el suicidio, tal como lo está sintiendo en carne propia la producción y el trabajo colombiano. Esto no es nuevo, ya Simón Bolívar lo había dicho en su Carta de Jamaica. De allí que la respuesta a la fundación de la CELAC (Comunidad Económica Latinoamericana y Caribeña) en febrero 23 de 2010, fue la contrapropuesta de Alan García, hoy día con problemas judiciales por corrupto en su país, solicitando la creación de la Alianza del Pacifico, invitando para ello a Chile, Colombia, México y Panamá. Todos con Tratados de Libre Comercio firmados con Estados Unidos. Pero si el anterior detalle no fuera suficiente, para vislumbrar lo perverso de la misma, nos encontramos con que en la Declaración de Lima, que es como se llama el documento fundante de la A.P. (Alianza Pacifico), se dice que la intención de la misma es: “alentar la integración regional…”.  ¿Luego, esto no fue a lo que se comprometieron estos mismos países cuando firmaron el documento constitutivo de la CELAC? A qué juegan entonces estos gobiernos? Al divide y reinarás para beneficio de terceros? ¿Será que esta alianza los beneficia a ellos realmente o hay otros intereses tras bambalinas? Por lo que se observa, la firma de los TLC no han beneficiado a estos países y la actualidad  colombiana es un buen ejemplo de ello.
Pero volviendo al tema, resulta que al presidente sus palabras se le devolvieron, al provocar la ira y solidaridad de un sector del campesinado que por pereza o cualquier otra circunstancia no había participado. Y quién dijo miedo; motivados desde la misma presidencia de la República, este campesinado se lanza a las carreteras, ahora sí a participar activamente y a decirle al señor presidente que la cosa sí tenía la magnitud que él se había imaginado. Y entonces, el primer mandatario de los colombianos dando palos de ciego, comienza a buscar culpables en su afán de desviar la atención pública, cada vez más solidarizada con el movimiento campesino. Primero fueron las Farc, pero no le cuajó el señalamiento y apuntó entonces no al Polo como organización política, sino a uno de sus más importantes representantes, el senador Jorge Robledo reconocido nacionalmente por su oposición a la firma de los TLC, pero también por su posición pacifista cien por ciento. Obviamente tampoco le cuajó y entonces sin saber para dónde coger se le ocurre echarle la culpa al grupo Marcha Patriótica. Pero el paro seguía en aumento cual bola de nieve rodando en pendiente y no había forma de detenerlo. Mientras tanto su ministro de defensa, cada vez que hablaba no hacía sino demostrar que nunca ha tenido un arma en la mano y menos los pantalones para dispararla, obviamente no tiene ni idea de lo espantoso que es una guerra, su vida la ha pasado entre las pesas y el modelaje, de allí su discurso guerrerista, ampuloso, poco pragmático y fuera de tono que en nada contribuye a un proceso de paz ya de por sí complicado. Todo parece indicar que al gobierno se le creció el enano.







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