Por Armando Brugés Dávila
Hace poco en Venezuela le fue otorgado el
premio "Libertador al pensamiento crítico" al sociólogo argentino
Atilio Boron, ganador entre otros premios del José Martí concedido por la Unesco,
por su contribución a la unidad e integración de los países latinoamericanos. Su
discurso llamó mi atención en dos aspectos que resultan trascendentes. El
primero de ellos tiene que ver con una frase que dijera el Libertador en el
Congreso de Angostura: “Uncido el pueblo americano al triple yugo de la
ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni
poder, ni virtud”. “Por el engaño se nos ha dominado más que por la
fuerza y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición”.
Actualmente a los pueblos no sólo de América Latina sino del mundo, se les
mantiene en una total desinformación a través de un engaño mediático de
proporciones gigantescas. Sobre todo en Latinoamérica. De vicios ni hablemos.
Sin hacer mucho esfuerzo fácilmente se observa que entre más marihuana, cocaína
y heroína producen los países tercermundistas para exportar a los grandes
centros de poder, más degradados o sometidos se muestran sus gobiernos.
Coincidencias? No lo parece. El otro aspecto tiene que ver con una idea que se
nos ha venido vendiendo en el sentido que Latinoamérica, es una región de
quinta categoría en lo relacionado con las prioridades estadunidenses. Y
cita este politólogo el caso del Secretario de Estado Adjunto de Relaciones
Interamericanas, Arturo Valenzuela, a quien en su momento al inquirírsele
sobre el golpe de Estado contra Correa en Ecuador, manifestó que al
presidente Obama le preocupaban prioritariamente otros temas, caso Medio
Oriente con su petróleo y su incondicional aliado Israel, siguiéndole en su
orden Irán, Europa, China y en un quinto lugar América Latina. Pero todo no es más
que un sofisma de distracción si tenemos en cuenta algunos detalles
geopolíticos acaecidos en el área y en el mundo y en los cuales nos hace caer
en cuenta Atilio Boron. El primero de ellos, es que la primera doctrina
de política exterior que produce Estados Unidos, lo hace en 1823 con América
Latina, la famosa Doctrina Monroe. Luego la segunda doctrina de política
exterior es de 1918 conocida como la doctrina Wilson la cual tuvo que ver con Europa solamente; pero cuando
se elabora la doctrina de contención en los años de la guerra fría, antes de
que el gobierno americano firmara una serie de tratados regionales con países
de Europa, Extremo Oriente y Asia, incluso antes de firmar el de la OTAN,
Estados Unidos firma el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca). Todo lo anterior solo tiene una explicación a criterio del
homenajeado y es que América Latina en términos de contención es más decisiva
que todas aquellas otras regiones. Pero en su criterio hay una segunda razón
más importante que las anteriores, se trata de la fagocitósica carrera
energética del mundo industrial. En el cual América Latina y el Caribe
entran a jugar un papel definitivo y por lo mismo peligroso para ellas.
La región cuenta con la mayor riqueza de recursos naturales del mundo, a saber:
el,7% de la población mundial; el 45% del agua dulce del planeta; el país que
dispone de las mayores reservas comprobadas de petróleo, Venezuela, que
desplazó a Arabia Saudita, sin contar con las reservas existentes en Brasil,
México, Colombia, Ecuador, Perú y Argentina. De igual manera sin incluir los
grandes yacimientos de gas ni los grandes ríos potenciales generadores de
energía hidroeléctrica. Dicho en otras palabras contamos con el fundamento del
desarrollo de la economía mundial. En su área además se encuentran los 10
países que producen los minerales estratégicos que requiere la industria de la
defensa estadounidense; la mitad de la biodiversidad del planeta tierra; tenemos
la más alta capacidad para producir alimentos y somos, con La Amazonía, el
pulmón del planeta. En mi criterio esta inconmensurable riqueza es la que
resulta peligrosa para nosotros los latinoamericanos porque nos pone en el ojo
del huracán de la avaricia mundial de las grandes potencias. De allí la
necesidad urgente que tenemos de concretar eso que Bolívar denominó la Gran
Alianza, porque de no lograr esa UNlÓN, nuevamente los intereses foráneos nos
tomaran con los pantalones abajo, y la esclavitud será peor que antes, algo que
la historia y nuestros descendientes jamás nos perdonarán.
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