Por Armando Brugés Dávila.
Casi sin darnos cuenta, el mundo que creíamos hasta hace poco conocer con alguna certeza se nos está viniendo abajo y de qué manera. A mediados del siglo XIX la ciencia, por ejemplo, participaba de la idea que los vegetales no tenían proteínas. Hoy día está comprobado no sólo que la contienen, sino que además para los seres humanos resultan superiores como nutrientes a las de origen animal por su alto contenido de antioxidantes.
Hasta ayer teníamos claro que las diferencias entre personas con comportamiento lógico, análisis crítico o detallistas y personas creativas, reflexivas y subjetivas, tenían su fundamento en el funcionamiento de uno de los dos lados del cerebro. Para nadie era un secreto, que en los primeros predominaba el lóbulo cerebral izquierdo. En tanto que, en los segundos la parte predominante era el derecho. Esto se había convertido en un axioma neurológico. No era sólo de cultura popular: en varias revistas y libros científicos serios de actualidad se encuentra aún esta concepción. Pero resulta que, una investigación realizada en estos últimos tiempos y publicada recientemente por científicos de la Universidad de Utah, esto no ha resultado ser sino otro falso supuesto de la ciencia. Según el estudio en mención, en los escáneres realizados en diferentes individuos no se encontró evidencias, que uno de los hemisferios domine más que el otro. Las imágenes no distinguieron ninguna predominancia de hemisferio alguno. Según Jeff Anderson, director del estudio, las funciones cerebrales se producen de uno y otro lado del cerebro de manera mayoritaria. Es el caso del lenguaje, que se localiza en el hemisferio derecho, mientras que el centro de la atención se localiza en el izquierdo; pero a la vez, explica que el estudio les permitió observar, que ello no significa que las personas tengan una red neuronal mayoritariamente derecha o izquierda, sino que la misma está determinada de acuerdo a las conexiones. No se detectaron patrones en toda la red de ninguno de los hemisferios, que evidenciaran que uno de ellos estuviera más activo o conectado que el otro, razón por la cual se puede afirmar, que los tipos de personalidad no tienen nada que ver con la actividad o conexión de un determinado hemisferio. Esta conclusión coincide con el planteamiento del científico colombiano Rodolfo Llinás, quién habla de una especie de sinfonía neuronal que se realiza en el cerebro dado que, siendo éste una totalidad, actúa como tal. Concepto similar al que llegó Colin Campbell, el autor de El Estudio de la China, cuando investigaba sobre el proceso nutricional al interior de los seres humanos. En su criterio, los alimentos no actúan como comúnmente se cree, por ejemplo que tal verdura por contener tal vitamina, debía administrarse en tales casos. No; los alimentos deben balancearse de forma tal, que actuando en una especie de sinfonía, tipo universo, logren el bienestar de la totalidad corporal. Para él, focalizar las enfermedades y darles tratamiento específico es una forma incorrecta de manejar la salud humana. La ciencia avanza a una velocidad, que a algunos asusta pero que a otros nos alegra, en la medida que vamos develando misterios aparentemente insolubles, dando así la razón a nuestro compatriota Llinás, quien sostiene que los misterios no existen y que el ser humano es capaz de conocerlo todo si cuenta con las herramientas adecuadas. No es por la ciencia que la humanidad se encuentra como se encuentra, esto es, al borde de un holocausto nuclear. Estamos como estamos, no por la ciencia sino por culpa de nuestros propios instintos animales, entre ellos el egoísmo, que si bien es cierto en un principio fue vital para la conservación de la especie, hoy día, cuando ya casi no lo necesitaríamos por el desarrollo logrado, no hemos podido sobreponernos a él con toda y nuestra tan cacareada racionalidad consciente.
Perfectamente de acuerdo con el profesor Rodolfo Linas El ser humano funciona integramente de manera integral, por ende el cerebro no puede operar por sectores sino como una totalidad integrada al organismo, al punto que no es lo mismo pensar sin padecer dolecia alguna que con el dolor de un uñero. Se ha sostenido que los animales actuan por instinto, lo cual dejo en duda; pero lo que si es inexacto en que el egoismo sea un insrinto animal. Aunque ese es un término que amerita un serio análisis, se trata de que uno quiere lo que tiene el otro y éste no lo afloja, he ahí la balanza.
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