Por Armando
Brugés Dávila.
En estos días
me topé con un artículo de la española Agnés Meléndez Díaz, haciendo referencia
al Glutamato de Sodio o Glutamato Monosódico, conocido también como GSM o GMS, pero
que en las etiquetas de los alimentos aparece también como aromatizante,
potenciador del sabor, Accent, Aginomoto, Suavizante Natural de Carnes,
Caseinato de calcio de gelatina, Proteína vegetal hidrolizada, Proteína
Texturizada, Glutamato monopotásico, Fitoproteína hidrolizada (HPP), Extracto
de levadura, Glutamato, Fitoproteína Autorizada, Alimento o alimento de
levadura, Ácido glutámico, Caseinato de sodio, Levadura Autorizada, Extracto de
proteína vegetal, Senomyx (extracto de trigo etiquetado como saborizante
artificial), Caldo en Polvo (Knorr), Condimentación o Saborizante natural (V8
Splash de Campbell´s), Concentrado o aislante de proteína, Maltodextrina (Power
Ade), y Malta de cebada, entre muchos otros, o con la letra E y tres números:
E620, E621, E622, E623, E624, E625,E627, E631, o E635, los cuales según
informan distintos investigadores vienen a ser la misma cosa. Se trata de una
sustancia química que se le viene agregando a los alimentos procesados, sin estudio alguno que respalde sus bondades
alimenticias para la salud humana. En amplios sectores del mundo científico es
considerada como una sustancia excitoxica, neurotóxica, altamente adictiva y
que puede llegar a ser mortal. Pero al igual que el azúcar que sacan del maíz conocido
como “jarabe de maíz de alta fructosa” y que es también altamente nociva a la
salud, está legalizada no obstante ser la
causa de adicciones indiscriminadas a cierto tipo de alimentos envasados tales
como salsas, frituras, dulces, pollos, bebidas saborizadas, o no, lácteos y muchas otros alimentos
procesados. Pero entonces, por qué las utilizan? Porque producirlas resulta muy
barato y son saborizantes espectaculares, pero más importante aún para los
productores de alimentos es, que como cualquier otra droga, su gran capacidad
de adicción les garantiza a futuro un mercado cautivo FABULOSO para mantener
sus ganancias
en permanente ascenso sin importarles las consecuencias letales que para sus
clientes implica el consumo de los mismos.
A decir de los entendidos el Glutamato
Sodico, como todos los de su especie tienen la particularidad de excitar a las
neuronas y células gustativas, magnificando el sabor de los alimentos y haciendo
que las primeras se disparen rápidamente para después morir repentinamente.
Nos cuenta Meléndez Díaz que fue en 1907
cuando un quimico japonés, aisló el acido glutámico de la alga kombu, utilizada
en la cocina tradicional japonesa y le
puso el nombre de umami. Producto este que en los años 60 se hizo popular como
sazonador con la marca AJINOMOTO, el cual se usaba como sal en todos los
alimentos, pero tuvo que ser retirado del mercado al descubrírsele su alto
poder cancerígeno. Pero igual lo siguieron utilizando combinado con otros
aditivos para sazonar alimentos industrializados.
Científicos como Nahale, Backman y Meléndez Díaz, aseguran que el Glutamato provoca desórdenes mentales como el autismo, depresión, ansiedad, Alzheimer, fatiga crónica, diabetes, esterilidad, impotencia sexual, enfermedades cardiovasculares, tensión arterial y cáncer. Todo en la mayoría de los casos dependiendo obviamente de la predisposición genética de las personas.
Este adictivo tiene una relación directa
con la pandemia de obesidad que vive el mundo occidental, su uso incide en que
cada vez nos hagamos más adictos a una serie de alimentos con alto valor
calórico que al llegar al organismo se transforman en grasa razón por la cual
el número de obesos es cada vez mayor en el planeta y con ellos el aumento de
enfermedades cardiovasculares, diabéticas, cancerígenas, etc.
Como lo he venido sosteniendo no se
trata de no morir, ello afortunadamente es inevitable, de lo contrario la
especie hubiera desaparecido hacia mucho rato, se trata de vivir con la mejor
calidad de vida posible. Evitando de esta manera muertes lentas y dolorosas que
no tienen razón de ser. Ya se dice públicamente que a las transnacionales farmacéuticas,
para sus grandes utilidades, sólo le sirven los enfermos, los sanos y los
muertos no juegan para nada. Lo que
tiene sentido para ellos es que al sano se le debe enfermar y mantenerlo en ese estado de recuperación
y recaída porque así es como produce ganancias.
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