miércoles, 9 de noviembre de 2011

Manuela Sáenz, la heroína.

Por Armando Brugés Dávila.
Por estos días, recibí un correo de una parienta muy querida que me hizo retrotraer en el tiempo a la época en que era partidario, aún a sabiendas de ser apócrifa, que el documento, al que me referiré a continuación, se colocara en letras de molde en el aeropuerto Simón Bolívar de Santa Marta, como un atractivo turístico más de la ciudad. Me refiero a la famosa y bella carta, supuestamente escrita por Simón Bolívar a su prima Fanny Dervieux du Villars, en su lecho de muerte. Hoy me opongo de manera rotunda a que se realice semejante infamia.
Me explico. Resulta que esa carta tuvo su origen en la malquerencia que amigos y enemigos de Bolívar construyeron en torno a la que fue sin duda alguna el amor de su vida. Los primeros por celos y envidias y los segundos por el odio visceral que tenían a Bolívar. La aristocracia criolla, independentista o no, jamás podría perdonarle su condición de hija ilegitima y menos aún su estatus de amante de El Libertador. Su temperamento provocador y extrovertido, que la llevó a montar a caballo a horcajadas, fumar tabaco y hacer presencia en los campos de batalla, así como la posterior influencia política que llegó a ejercer, serían causas más que suficientes para que fuera no solamente criticada, si no también, odiada por muchos de sus contemporáneos.
Y este correo que recibí, me dice de manera clara que doscientos años después, esa antipatía contra Manuelita Sáenz subsiste y no precisamente de manera soterrada. El encabezamiento del correo así lo da a entender:
La última carta de amor escrita por Bolívar, pocos días antes de morir y no fue precisamente a la Manuelita, sino al gran amor de su vida: su prima Fanny.
La forma despectiva con que se refiere a la heroína lo muestra claramente. Para rematar luego con:
Es impresionante su hermoso texto, de su propia mano (sin escribano), así como la lucidez de El Libertador a pocos días de su muerte el 17-12-1830. La carta está fechada el 6 de diciembre de ese año. Afortunadamente su prima Fanny la conservó para la historia.
En este párrafo nos encontramos con tres mentiras inexplicables por absurdas. La primera, la carta no se conservó para la historia, el original nunca se conoció; la segunda, radica en que por lo anterior, resulta torpe afirmar que fue escrita por su propia mano, reforzando la idea con un entre paréntesis (sin escribano) como si se tuviera el documento enfrente; y la tercera, que la carta, publicada por primera vez en 1.925, en Barranquilla, no tiene fecha 6 de diciembre si no 16 de diciembre de 1.830, fecha esta última que dice a las claras que no la pudo escribir El Libertador, porque según todo parece indicar, para la fecha se encontraba en estado agónico. Noten amables lectores, cómo el autor del malhadado correo cambia la fecha para alcanzar su perverso propósito, que no es otro que borrar de la mente de los pueblos el inmenso amor que sintió Bolívar por ella y el compromiso de Manuela Sáenz por la causa independentista de América del Sur.
Afortunadamente los historiadores, ante la tozudez de los hechos, no han podido hacer nada diferente a otorgarle a esta mujer de América la categoría de heroína. A ella, la que con su trabajo soterrado contribuyó en 1.821 a la toma de Lima por parte del general San Martín, quien le concedió por su colaboración, el titulo de Caballeresa de la Orden del Sol del Perú; la misma que combatió en la batalla de Pichincha, por cuya participación y coraje mostrado en ella se le concedió el grado de teniente de húsares del Ejercito Libertador; y que también combatió bajo las ordenes del Mariscal Sucre en la batalla de Ayacucho, quien ante la valentía demostrada por la guerrera, sugirió a Bolívar su ascenso a coronela, rango que también se le concedió.
La figura de Manuela Sáenz viene creciendo de manera inusitada a lo largo y ancho de Suramérica y cada día son mayores los reconocimientos que de una u otra manera le vienen haciendo los pueblos y gobiernos de este lado del mundo.
Para tener más claridad sobre el tema, les diré que la última carta a Manuela la escribe Bolívar el 11 de mayo desde Guaduas, en su camino al auto destierro. En ella, le cuenta de su aflicción por la separación y le pide que se cuide de hacer algo que pueda significar la pérdida de ambos, perdiéndose ella. Le dice que la ama y se despide como su amante más fiel.
No reconocer el amor y fidelidad de estos héroes de la causa independentista americana y los sacrificios que por la misma hicieron, sería el error más grave que podríamos cometer los amantes de la democracia. Recordemos, no todo lo escrito es cierto, como tampoco lo es, todo lo que circula en el mundo cibernético.

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