lunes, 17 de septiembre de 2012

El fundamentalismo religioso, un lastre de la humanidad.

Por Armando Brugés Dávila.

Cuando  creíamos que sólo quedaban rezagos de las brujas en películas y dichos populares tales como:”De las brujas se dicen que no existen, pero de que las hay las hay.” Nos encontramos con que  en pleno siglo XXI en un municipio (Santa Bárbara) de uno de los departamentos (Antioquia) más desarrollados de este país, miembros de su comunidad quemaron viva a  una mujer por considerarla culpable de las brujerías que algunos parroquianos decían que padecían. Se trata de algo realmente triste y desconcertante. En otras palabras, como en la nefasta época de la inquisición, a unos desquiciados se les da por quemar a una señora, soltera y sin hijos, porque se les metió en la cabeza que era bruja. Pero lo que más confunde, es que lo hicieron previo el veredicto de otro brujo al que buscaron y quien señaló que efectivamente la señora era una bruja y la culpable de los males que sufrían los individuos arriba señalados. Sin embargo y a pesar de que había sido víctima de agresiones, las que ella misma había denunciado a las autoridades, estas, ni oficiales ni religiosas actuaron para evitarle a la indefensa mujer más maltratos.  Llama la atención que al suceso le hayan dado la categoría de  tragedia de género. Quede claro que a la señora no la matan por mujer, en eso tenemos que ser diáfanos, a ella la eliminan por bruja.  Esta categorización de género lo único que logra es evadir el problema en sí y nos conduce a un callejón sin salida, al no poder  encontrar la solución al mismo al no saber de qué se trata. Esto no tiene nada que ver con el género, esto tiene más que ver con una sociedad enferma en lo que mucho tiene que ver  una ignorancia crasa, resultado de la no existencia de un proceso de escolaridad, o la existencia de una escolaridad distorsionada por intereses mezquinos, todo esto aunado al fomentos de un fanatismo religioso del más irracional oscurantismo El comportamiento de estas personas es exactamente igual al de los fanáticos cristianos católicos en la edad Media, que en su momento instituyeron la tristemente célebre Inquisición para combatir la herejía y que se extendió de 1184 hasta 1521.  Pero en lo que tiene que ver con la brujería se inició con Inocencio VIII, quien en 1484 en la bula “Summis desideratis afecctibus” no tuvo inconveniente en manifestar, obviamente basado en rumores, que muchos hombres y mujeres no evitaban el fornicar con los demonios y que con sus brujerías podían hacer perder a las mujeres y animales la capacidad de procrear, y a la tierra su fertilidad. Con semejante fundamentación quién dijo miedo. Absurdo ideológico que llega a su máxima expresión con la elaboración por parte de los dominicos del “Malleus Maleficarum” (Martillo de las brujas) el cual, aunque nunca fue reconocido por la iglesia, sí fue utilizado por ella durante casi 200 años, en su alucinante cacería de brujas en todo el orbe cristiano. No fueron pocos los quemados en la hoguera tanto en Europa como en América acusados de semejante disparate conceptual. Juana de Arco, resulta ser un buen ejemplo de ello. Situación que dejó de tener vigencia hace unos 500 años, pero que infortunadamente en algunos sectores de nuestro país sigue vivita y coleando. Manera de pensar que  puede resultar funesta en estos momentos de diálogo y concertación en aras de la paz nacional.

Y cuando aún no nos habíamos recuperado de semejante acto de barbarie sucedido en nuestro país, los noticieros internacionales nos sorprenden con que un Embajador americano y tres de sus colaboradores habían sido asesinados al interior de su sede diplomática de la ciudad de Bengasi, segunda ciudad de la otrora floreciente república de Libia y en su momento baluarte de los que combatían contra Muammar al-Gaddafi.  Por lo que en un principio la noticia tenía visos de ser falsa. Pero resultó siendo cierta. Irónico resultaría que las armas utilizadas en este irracional acto de barbarie fueran de las mismas que el gobierno americano diera a los “rebeldes” que derrocaron a Gaddafi. El caso fue que a los fundamentalistas islámicos les pareció infamante que por internet se exhibieran apartes de una película titulada “La inocencia de los Musulmanes”, en la que el profeta Mahoma es señalado como pedófilo, homosexual y corrupto. Realizada por un cineasta israelí-estadounidense, de 56 años, Sam Bacile, residente en California. Al parecer promovida por un movimiento anti musulmán al que pertenece el mencionado señor, para quien “el islam es un cáncer” y “una religión odiosa”. Bacile quien al parecer se encuentra escondido, sólo atinó a decir que se trataba de una película política, no religiosa. . Una manera muy torpe de defender su acción, dado que estas dos formas de ideología, cuando juegan al fundamentalismo, tienden a retroalimentarse la una de la otra. Algunos sectores opinan que bien podría ser una estratagema del gobierno de Israel para cambiar la opinión de USA en torno a un ataque nuclear a Iran.Ojalá los seres humanos seamos capaces de superar estos fundamentalismos y evitemos el holocausto nuclear al que parecen estar muy inclinados estos desadaptados religiosos.

 

 

 

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