Cuando creíamos que sólo quedaban rezagos de las
brujas en películas y dichos populares tales como:”De las brujas se dicen que
no existen, pero de que las hay las hay.” Nos encontramos con que en pleno siglo XXI en un municipio (Santa
Bárbara) de uno de los departamentos (Antioquia) más desarrollados de este
país, miembros de su comunidad quemaron viva a
una mujer por considerarla culpable de las brujerías que algunos
parroquianos decían que padecían. Se trata de algo realmente triste y
desconcertante. En otras palabras, como en la nefasta época de la inquisición,
a unos desquiciados se les da por quemar a una señora, soltera y sin hijos,
porque se les metió en la cabeza que era bruja. Pero lo que más confunde, es
que lo hicieron previo el veredicto de otro brujo al que buscaron y quien
señaló que efectivamente la señora era una bruja y la culpable de los males que
sufrían los individuos arriba señalados. Sin embargo y a pesar de que había
sido víctima de agresiones, las que ella misma había denunciado a las
autoridades, estas, ni oficiales ni religiosas actuaron para evitarle a la
indefensa mujer más maltratos. Llama la
atención que al suceso le hayan dado la categoría de tragedia de género. Quede claro que a la
señora no la matan por mujer, en eso tenemos que ser diáfanos, a ella la
eliminan por bruja. Esta categorización
de género lo único que logra es evadir el problema en sí y nos conduce a un
callejón sin salida, al no poder
encontrar la solución al mismo al no saber de qué se trata. Esto no tiene nada que ver con el género, esto
tiene más que ver con una sociedad enferma en lo que mucho tiene que ver una ignorancia crasa, resultado de la no
existencia de un proceso de escolaridad, o la existencia de una escolaridad
distorsionada por intereses mezquinos, todo esto aunado al fomentos de un
fanatismo religioso del más irracional oscurantismo El
comportamiento de estas personas es exactamente igual al de los fanáticos
cristianos católicos en la edad Media, que en su momento instituyeron la
tristemente célebre Inquisición para combatir la herejía y que se extendió de
1184 hasta 1521. Pero en lo que tiene que ver con la brujería
se inició con Inocencio VIII, quien en 1484 en la bula “Summis desideratis
afecctibus” no tuvo inconveniente en manifestar, obviamente basado en rumores,
que muchos hombres y mujeres no evitaban el fornicar con los demonios y que con
sus brujerías podían hacer perder a las mujeres y animales la capacidad de
procrear, y a la tierra su fertilidad. Con semejante fundamentación quién dijo
miedo. Absurdo ideológico que llega a su máxima expresión con la elaboración
por parte de los dominicos del “Malleus Maleficarum” (Martillo de las brujas)
el cual, aunque nunca fue reconocido por la iglesia, sí fue utilizado por ella
durante casi 200 años, en su alucinante cacería de brujas en todo el orbe
cristiano. No fueron pocos los quemados en la hoguera tanto en Europa como en
América acusados de semejante disparate conceptual. Juana de Arco, resulta ser
un buen ejemplo de ello. Situación que dejó de tener vigencia hace unos 500
años, pero que infortunadamente en algunos sectores de nuestro país sigue
vivita y coleando. Manera de pensar que puede resultar funesta en estos momentos de
diálogo y concertación en aras de la paz nacional.
Y cuando aún no nos
habíamos recuperado de semejante acto de barbarie sucedido en nuestro país, los
noticieros internacionales nos sorprenden con que un Embajador americano y tres
de sus colaboradores habían sido asesinados al interior de su sede diplomática
de la ciudad de Bengasi, segunda ciudad de la otrora floreciente república de
Libia y en su momento baluarte de los que combatían contra Muammar al-Gaddafi. Por lo que en un principio la noticia tenía
visos de ser falsa. Pero resultó siendo cierta. Irónico resultaría que las
armas utilizadas en este irracional acto de barbarie fueran de las mismas que
el gobierno americano diera a los “rebeldes” que derrocaron a Gaddafi. El caso
fue que a los fundamentalistas islámicos les pareció infamante que por internet
se exhibieran apartes de una película titulada “La inocencia de los
Musulmanes”, en la que el profeta Mahoma es señalado como pedófilo, homosexual y corrupto.
Realizada por un cineasta israelí-estadounidense, de 56 años, Sam Bacile,
residente en California. Al parecer promovida por un movimiento anti musulmán
al que pertenece el mencionado señor, para quien “el islam es un cáncer” y “una
religión odiosa”. Bacile quien al parecer se encuentra escondido, sólo atinó a
decir que se trataba de una película política, no religiosa. . Una manera muy
torpe de defender su acción, dado que estas dos formas de ideología, cuando
juegan al fundamentalismo, tienden a retroalimentarse la una de la otra. Algunos sectores opinan que bien podría ser una estratagema del gobierno de Israel para cambiar la opinión de USA en torno a un ataque nuclear a Iran.Ojalá
los seres humanos seamos capaces de superar estos fundamentalismos y evitemos
el holocausto nuclear al que parecen estar muy inclinados estos desadaptados
religiosos.
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