Algunos sectores de opinión consideran que las Fuerzas
Armadas podrían resultar un palo en la rueda en este proceso de paz y
seguramente a ello contribuyeron las declaraciones un tanto altisonantes de su
comandante cuando dijo a los medios de comunicación que la paz solo era posible
en los campos de batalla con la derrota del enemigo. Realmente con una
concepción semejante jamás se alcanzará la paz en ninguna parte del mundo; se
trata de una concepción de la guerra más del siglo XVIII, que la de un siglo XXI sumido en la
incertidumbre de una hecatombe planetaria. Máxime teniendo en cuenta que tal
declaración la hizo unas horas después de que el presidente de la república,
comandante supremo de las fuerzas armadas, acabara de dar su guiño al proceso.
Sin embargo otros más suspicaces señalan que los 24 billones de pesos que el
gobierno destina anualmente en su presupuesto para la guerra, pueden ser un
detalle que juegue un papel clave en esta actitud. Claro que muy seguramente
puede haber algunos que al interior de la institución piensen en función de esa
premisa, sobre todo en los altos niveles de mando, pero eso no quiere decir que
todos o la mayoría de los miembros de las fuerzas armadas no participen
decididamente de la frase del presidente: La paz es la victoria.
La historia parece indicar que en la mayoría de los
intentos anteriores ha imperado la desconfianza entre las partes. Para no ir
muy lejos en la última realizada en el Caguán y liderada por el ex presidente
Pastrana, todo parece indicar que
mientras la guerrilla aprovechaba la tregua para rearmarse, el gobierno firmaba
en los Estados Unidos lo que posteriormente se conoció como el Plan Colombia;
es decir, las partes realmente no estaban pensando seriamente en la paz. Pero
resulta que la guerra nos está saliendo muy costosa no sólo en dinero sino
también en vidas, viudas y huérfanos de lado y lado y sobre todo en lo que
respecta a la población civil, que al encontrarse en medio de los combates
recibe plomo porque sí y porque no. Es
la hora que los colombianos respaldemos la propuesta del presidente y la
apoyemos, convencidos que esta vez, la buena fe será el fundamento de las partes, de lo contrario, será una
frustración más en este doloroso proceso en que se ha
convertido la búsqueda de la paz en nuestro país.
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