Por Armando Brugés
Dávila.
Desde que
comenzaron los primeros escarceos de las elecciones en Venezuela, se comenzó a
notar una cierta tendencia a querer
deslegitimar las elecciones, si el ganador resultaba siendo el candidato
Chávez; todo como consecuencia de un supuesto fraude en el proceso electoral.
Es más, hace pocos días escuché al candidato Capriles, manifestar que sus
partidarios estaban organizando grupos que saldrían a las calles si el gobierno no quisiera reconocerles el
triunfo, dejando con ello un peligroso manto de dudas sobre la seriedad del
Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela,
que pudiera servir para justificar
a la larga el surgimiento de focos de violencia al interior del país que
en nada bueno podrían terminar.
Hasta donde tengo
conocimiento, una “misión de acompañamiento” fue solicitada a UNASUR por el
gobierno venezolano, para seguir los comicios, la cual se encuentra integrada
por funcionarios judiciales y magistrados altamente calificados de diferentes
países, lo que le da garantía de imparcialidad y confiabilidad. De igual
manera, la presidenta del ente comicial venezolano informó sobre la presencia
de representantes de la Unión Africana de Naciones, además de unas 157
personalidades invitadas, que también servirían de garantes del proceso. En
reciente visita, el titular de la misión de acompañamiento de la Unión de
Naciones Suramericanas manifestó: “el sistema electoral venezolano es altamente
confiable en todos los sentidos posibles. Tanto así, que las últimas cuatro
elecciones se caracterizaron por la transparencia, donde nadie discutió los
resultados y no se cantó fraude, gracias al sistema electoral que no permite
que lo haya”.
Pero si lo
anterior no fuera suficiente, nos encontramos con que el ex presidente estadounidense Jimmy Carter,
en un conversatorio anual en el Centro Carter, fundación presidida por él,
aseveró que el proceso de elección en Venezuela era el mejor del mundo,
conclusión a la que había llegado, según él, después de haber monitoreado más
de 90 comicios en diferentes países del globo. Allí felicitó a Venezuela por contar con semejante automatización de
votación capaz de arrojar una boleta en físico y facilitar la verificación de
los resultados. Y terminó llamando la atención en el hecho de que mientras en
América Latina, los procesos comiciales habían mejorado ostensiblemente, en su
país, éste ha ido poco a poco siendo
amordazado por un cordón financiero que
lo ha convertido en uno de los más corruptos del mundo, debido a la excesiva
entrada de dinero, mediante las eufemísticamente denominadas “donaciones
anónimas”.
A la
declaración del señor Capriles, se le suma el sospechoso hecho de que dos
encuestadoras venezolanas aparecen en estos días dando un empate técnico entre
Chávez y la oposición, y esta es las que nos hacen conocer los medios locales.
Más de una, entre nacionales e internacionales le dan al primero una ventaja hasta
de 20 puntos, razón por la cual bien podemos pensar que algo se está cocinando
entre bambalinas. No olvidemos que Venezuela posee la reserva petrolera más
grande del mundo y que los super desarrollados centros de producción mundial
requieren tanto de este combustible que están dispuestos a lo que sea para
obtenerlo. Irak y Libia, sin olvidarnos de Siria e Irán, son unos ejemplos muy concretos y recientes.
La oposición venezolana no puede cometer la necedad de hacerle el juego a las
grandes transnacionales, coadyuvando
a convertir a su país en otro horno
crematorio de guerra planetaria, en donde ellos sólo tendrán derecho a poner
los muertos y a aportar la destrucción física de su patria, la misma por cuya
independencia y soberanía dieron su vida
Bolívar y Sucre. Hacerlo, no les daría derecho sino al mísero título de
traidores. Sólo aspiro a que esa oposición, a la que considero valerosa por el
simple hecho de serlo, sea más inteligente que tonta.
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