Cuando Karl
Popper, austriaco nacionalizado en Gran Bretaña, predijo en su ensayo sobre el cerebro que los
humanos nunca podríamos llegar a comprenderlo puesto que se trataba de un
órgano complejo tratando de explicarse a sí mismo, el mundo científico se
enmudeció. Popper era considerado en ese momento el ícono de la cultura
occidental imperante. Personalmente me atrevería a decir que se trata de uno de
los últimos científicos respetables con concepción dualista del mundo. Los
títulos de dos de sus trabajos más importantes así lo demuestran: El yo y su
cerebro y El cuerpo y la mente. El primero lo escribe en compañía del
neurobiólogo John C. Eccles, con quien posteriormente trabajó Rodolfo Llinás en
la Universidad Nacional de Australia.
Esta idea se
mantuvo hasta el momento en que aparece en la palestra el monista colombiano,
diciendo que a su parecer el cerebro sí era un órgano muy complejo, pero que él
confiaba en que resultaría más inteligente que complejo. De aquí en adelante
las teorías sobre el funcionamiento del cerebro dieron un vuelco total. Llinás
se convirtió en la figura estelar de la Neurología: sus investigaciones eran
reconocidas en todo el planeta por su originalidad y trascendencia. Sus amigos
en todo el mundo no se explicaban el porqué al colombiano no se le había
otorgado el Nobel de Física, no obstante haber estado nominado en varias
ocasiones. Algunos colegas estadounidenses, como queriendo paliar la situación,
comentaron en su momento que tal distinción no le había sido entregada debido a
que su trabajo era tan extenso y complejo que resultaba casi imposible
sintetizarlo.
Se dice que su
legado vuelve trizas las ideas que se tenían sobre este órgano, único en el
universo, al punto de generar un nuevo paradigma en cuanto al entendimiento de
nosotros mismos y de la forma en que interactuamos con la realidad. Tanto así,
que en este mes España le otorgará la
Medalla de Oro del Instituto de Investigación de España. Honor que sólo se le
ha concedido a tres neurobiólogos, a quienes previamente se les había concedido el Premio Nobel.
Siempre tuve la
inquietud de cómo era eso de que su trabajo era tan extenso y complejo que
resultaba imposible sintetizarlo; posteriormente me percaté que eso no era
cierto, porque Llinás ha hecho aportaciones importantísimas al mundo de la
Neurología, entre la que se puede destacar La Ley de la no intercambiabilidad
de neuronas, más conocida como la Ley de Llinás. Según esta ley, las neuronas
de un determinado tipo, neurona talámica por ejemplo, no pueden ser
funcionalmente remplazada por una de otro tipo, caso neuronas de la oliva inferior,
aun suponiendo que su conectividad sináptica y el tipo de neurotransmisor
liberado sean idénticos, esto debido a que las propiedades electrofisiológicas
intrínsecas son diametralmente distintas. Hasta
ese momento en el ámbito científico se aceptaba como cierto que sólo las
conexiones y los neurotransmisores liberados por las neuronas determinaban las
funciones; el colombiano demostró que el concepto estaba errado. Como este
descubrimiento otros 15 de igual o mayor importancia han sido aportados por
este hombre de ciencia al conocimiento universal.
La respuesta la dio el mismo Llinás en una entrevista concedida
recientemente a un periodista en Colombia, a quien al preguntarle sobre el
tema, le respondió: “A lo mejor en
Suecia se preguntarán: ¿Qué ganamos dando un Nobel de Física en Suramérica? Un
Nobel de literatura es muy diferente. Un premio Nobel en Ciencias, para un
país suramericano, sería una bomba
atómica”.
Como diría
cualquier costeño: ¡Carajo, zipote respuesta tan clara y contundente!
Muy buena entrada amigo, el Dr Llinas es un ejemplo a seguir.
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