miércoles, 9 de enero de 2013

Año 2013: mala o buena suerte?


Por Armando Brugés Dávila.
Aunque no lo crea, amable lector, más de uno en este planeta está preocupado por terminar este año en el misterioso y cabalístico número 13.
Algunos opinan que el contenido irracionalmente maligno del número 13 se inicia con la cabala, un conocimiento dedicado al estudio de las escrituras sagradas judías, fundamentado en un criterio matemático, en la cual se participa de la creencia que a cada letra de dichos textos corresponde un valor numérico, cambio que termina por adjudicarle a los mismos valores espirituales. Esto generó lo que posteriormente se conoció como Cábala, conocimiento referido al estudio del poder de los números. Todo parece indicar que la racha de mala suerte asignada al número 13, tiene origen desde los tiempos antiguos. Las leyendas nórdicas ya atribuían cierta fatalidad a este número, al igual que la Cábala que enumera 13 espíritus malignos. Es más, el artículo 13 del apocalipsis es en donde se habla del temido Anticristo y de la Bestia, esta última  encargada de exterminar al llamado mundo de la carne. Y como si lo anterior no fuera suficiente, resulta que en el Tarot, practica exotérica rechazada por la iglesia, pero practicada por cientos de sus feligreses, el numero 13 representa la muerte, personaje no de muy buen recibo en la cultura cristiana. Por último, los homofóbicos con el propósito de darle más fuerza a sus irracionales pretensiones de ética decimonónica, optaron por determinar que ese era el numero gay por excelencia. Pero la gravedad del asunto no radica en  la superstición en sí sino en las enfermedades que la misma puede generar, entre otras la fobia a dicho número, entiéndase como el temor obsesivo o irracional y compulsivo  al número 13, al extremo que la ciencia se ha visto obligada a darle el nombre científico de Triscaidecafobia. El asunto tomó una dimensión tal que en aviones, teatros y trenes, al igual que edificios se ha llegado prescindir de estos números en sillas y pisos, con el único propósito de evitar problemas con sus potenciales clientes.
Pero existe la otra cara de la moneda, la optimista, la que sabe del poder de una sonrisa, la que le encuentra el lado bueno a todo, incluido lo aparentemente malo y torcido. En la antigüedad también existieron seres humanos que aseguraban que aprender a usar ese número daba poder. Lo consideraban como el  número que advertía sobre lo desconocido e inesperado. Era el que permitía a los hombres a adaptarse al cambio con soltura, reduciendo las potencias negativas. En la Edad Media, hubo sectores que lo asociaban con la sabiduría; su correspondencia con la muerte no anunciaba un destino fatal, antes por el contrario anunciaba cambios profundos y positivos. Se asocia con la genialidad, con la ruptura de lo ortodoxo, con lo nuevo, con el cambio. Es el número de la libertad, de la esperanza y de los riesgos meditados. El de la renovación y la luz. En los templos hindúes siempre se encuentran trece budas y en la cultura azteca son trece los dioses serpientes. En ambos casos se trata de renovación espiritual positiva.
El 13 definitivamente es más bueno de lo que generalmente creemos, al punto que culturas milenarias en Asia lo tienen como el número de la suerte por excelencia.  El problema entonces radica en la forma como  usted amable lector decida asumirlo. Es su decisión.

 

 

 

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