lunes, 28 de enero de 2013

¿Armas de Asalto Automáticas?

Por Armando Brugés Dávila.

En este país parece que todo el mundo aprendió a pasar de agache; hasta nuestro presidente. Resulta que el 3 de enero de este año, una revista de estrato seis y un periódico de circulación nacional, lanzaron la primicia que el gobierno Canadiense había aprobado la exportación de armas de asalto automáticas hacia nuestro país. Qué razón dio para ello el país del norte? Simplemente que la decisión "abría nuevas oportunidades de mercado para los exportadores (de armas) canadienses". Es decir, algo así como: “Que salga el alacrán pique a quien picare”, rechazando incluso objeciones que en su momento presentaron políticos canadienses para no firmar el tratado de Libre Comercio entre los dos Estados en 2008, por razones de violaciones de derechos humanos y por el conflicto armado que se vivía en el país. Estamos hablando de armas de fuego prohibidas a la que sólo tenían acceso 32 países y ahora 33 con la inclusión del nuestro, convirtiéndonos en el primer país latinoamericano al que Canadá sospechosamente puede vender este tipo de armas prohibidas. No tiene sentido que en tan selecto grupo, entre los que se encuentran incluidos los 27 integrantes de la OTAN, la misma organización que abierta o encubiertamente destruyeron a Irak y a Libia, que están arrasando a Siria y a Afganistán y han iniciado una operación bélica de dudosa ortografía contra Mali, se incluya a un país tercermundista que como Colombia, entre otras cosas, no tiene un control serio sobre este tipo de material.
Tan cierto lo anterior, que no obstante el control legislativo existente sobre la tenencia de armas en el país, es el momento en que mientras INDUMIL considera que se han otorgado un millón doscientos cincuenta mil salvoconductos, la Oficina de Control de Armas y Explosivos de las Fuerzas Armadas estima en 850.000 ese número. En otras palabras, las mismas autoridades militares no saben cuántas armas hay con salvoconductos en el país, muchos menos deben saber cuántas sin permiso andan por ahí al servicio de la delincuencia común y organizada. Si a este desorden se le agrega el síndrome de violencia social que nos acompaña y por la cual nos matamos por cualquier estupidez, tenemos que concluir que esto de que nos vengan a vender armas de asalto, no tiene presentación alguna. Recordemos que la masacre en la Escuela de  Newtown (EE.UU.), en la que otro  desquiciado   mató a 20 niños y seis adultos, fue con un arma similar a las aprobadas para exportar a nuestro país. Pero si lo anterior resulta asqueroso, lo que le sigue es dramático; nuestro presidente, haciendo una mala copia de Obama, quien acosado por la opinión pública americana decide enfrentarse al poderoso lobby de los productores de armas, sale ahora con el cuento de estar promoviendo con la Canciller para que en la Cumbre de América Latina y Europa a realizarse en Chile, salga un llamado para que en las Naciones Unidas  se negocie un tratado que regule y controle el comercio de armas. Pero mientras tanto, contra la determinación del gobierno canadiense, al parecer tomada sin consultar al nuestro,  no se dijo absolutamente nada. Es más, algunos medios internacionales llegaron a manifestar que la consulta canadiense sí se hizo, pero al gobierno estadounidense.

 

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