Una característica muy
propia de los indígenas americanos fue su aparente ingenuidad, recibían
abalorios y espejitos a cambio de oro. Posteriormente al establecimiento criollo le termino pasando
lo mismo, esto es, pecando de ingenuos ante imperios que como el británico
terminaron metiendo sus garras en las nuevas repúblicas instauradas en América,
con una sutileza tal que solo el tiempo ha permitido develar. Es el caso de la
tan cacareada Guerra del Pacifico, conflicto en el que se vieron involucrados
Chile, Perú y Ecuador.
Que sabemos de esta
guerra? Que se dio en un área muy pequeña, entre Antofagasta y Pisco, unos 2000
kilómetros; que solo tuvo dos combates navales, el de Iquique y el de Punta de
Angamos, con duración de pocas horas; que se peleó por un territorio, el
desierto de Atacama, al que antes ni Chile ni Bolivia le habían parado bolas. Pero
las cosas cambiaron de repente, alguien descubre que el área es rica en
salitre, una mezcla de nitrato de sodio y nitrato de potasio, asociado además a
depósitos de yeso, cloruro de sodio, y otras sales; que el mismo para la época
era utilizado en la fabricación de ácidos nítrico y sulfúrico, así como también
para la producción del nitrato de potasio; como fertilizante nitrogenado podía
reemplazar a la urea. Igualmente servía para fabricar dinamita, vidrio, fósforos,
conservantes de alimentos y otras cosas más.
La guerra comienza por
el control de estas áreas pertenecientes a Bolivia y Perú. Pero ya en
Antofagasta (Bolivia) en 1872 había comenzado a funcionar la Compañía de Salitre
de Antofagasta, aparentemente de capital chileno. En 1872 se funda en Tarapacá,
la oficina salitrera de Santa Laura, de propiedad de un limeño de apellido Wendell y la otra oficina es La
palma, de propiedad de la "Compañía de Nitratos del Perú". Curiosamente
en 1874, a la provincia de Tarapacá (Perú), un año antes de la crisis llegó el inglés
Robert
Harvey, a quien el gobierno
peruano había designado Inspector General de Salitreras. Resulta que al año
siguiente, el gobierno de Chile lo confirma también en ese cargo con amplias
atribuciones. Y este señor feliz de la vida recibía salario de los dos países
con el agravante de que entregaba informes falsos a ambos. No queda claro que
sucedió, pero el 28 de marzo de 1875 de manera un tanto inexplicable el
gobierno peruano pone en vigencia una ley por la cual expropia las oficinas salitreras
de Tarapacá, pero pagando a sus antiguos propietarios con certificados. Ya en 1866 había llegado a Chile con una mano
adelante y otra atrás, el inglés John Thomas North, quien en llave con Harvey, aprovechan la caótica situación y con
generosos prestamos de bancos chilenos compraron gran cantidad de los devaluados
certificados emitidos por Perú, cuya propiedad reconoció más tarde oficialmente
el gobierno chileno, con lo cual estos señores y otros capitalistas ingleses
pasaron a transformar el norte de Chile en una factoría británica en ultramar.
Con Bolivia la cuestión
fue diferente, ante el aumento del impuesto a la salitrera en Antofagasta, de
capital chileno, esta se niega a pagarlo y Bolivia ordena el embargo y remate
de la misma. El gobierno chileno ocupa entonces a Antofagasta, obligando al
estado boliviano a declararle la guerra,
a la que se une un Perú obligado más por el Pacto de 1.873 que por otra cosa.
Resultado final; entre
los tres bandos murieron 23.000 soldados; Chile se anexo dos provincias,
Tarapacá en Perú y Antofagasta en Bolivia, y añadió a su frontera 535 millas de
costa; Bolivia quedó sin acceso al mar; pero el salitre, causa del conflicto
quedó en poder de los británicos y sus aliados. Por su parte John Thomas North,
se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo, fortuna que inicio con el monopolio de toda la actividad
comercial de la pampa chilena, fundando después un banco y posteriormente
realizando millonarias inversiones en su país y en otras partes del mundo. Y
pensar que a estas alturas todavía Chile se opone no precisamente a la reivindicación, que implicaría la devolución de la totalidad
del territorio ocupado, sino a reintegrarle a Bolivia,
un decente y soberano acceso al mar. Por lo pronto el presidente de
Bolivia ha tomado la inteligente determinación de llevar el caso a la Corte
Internacional de Justicia, con lo que evita fricciones peligrosas al interior
de UNASUR y la CELAC pilares de la UNIDAD CONTINENTAL, ahora más necesaria que nunca.
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