Para ser científico se
necesita inteligencia pero para ser un intérprete de lo social se necesita
sabiduria. El hecho que el senador excremental, Roberto Gerlein, acuda a textos
bíblicos que la misma iglesia ha terminado por reconocer como
manifestaciones concebidas para la época, deja mucho que desear. Y esto lo hizo
cuando manifestó: "El padre les
dijo a Adán y Eva, creced y multiplicaos. Si la mayoría fueran homosexuales el
planeta sería árido". Resolver las cosas así, aparentemente no sólo
resulta descomplicado, sino también poco inteligente. Vuelvo e insisto, la
comprensión e interpretación del mundo de lo social, requiere más de sabiduría
que de inteligencia y más cuando esta última parece ser escasa y con visos de
perversidad. Tanto así, que mientras en el mundo de la matemática dos más dos
no pueden ser sino cuatro, en el mundo de las ciencias sociales un mismo
fenómeno puede tener cuatro o más interpretaciones, todas lógicas y
aparentemente verdaderas. Sólo el hombre sabio luego de discernir profundamente
puede asumir como correcta la que a su criterio haya seleccionado; No obstante
debo advertir que en esta toma de decisión, el sabio tampoco se encuentra libre
de ese oscuro y complejo mundo que es su ser emocional, al cual está sometido
de manera irracional, por lo que ya no resulta tan fácil hablar del libre
albedrío como tal. No se asusten amables lectores: el mundo de la neurobiología
avanza a una velocidad impensable a principios del siglo pasado. Todo
apunta a creer que no somos tan libres como creíamos. Que conste que no intento
posar de sabio, nada más lejos de mi carácter, pero mi discernimiento me
ha llevado a pensar lo siguiente: los identificados como grupo LGBT existen
desde el momento mismo en que se inicia el fenómeno de la vida en el planeta,
la reproducción celular mediante la partición de la misma es una buena prueba
de ello. También los encontramos entre los animales mal llamados inferiores. En
la especie humana los ejemplos son infinitos, Nerón, Carlomagno, el mismísimo
Lincoln y muchísimos más a quienes una sociedad machista los obligó a
mantenerse en el closet, viéndose obligados a permanecer disfrazados de
heterosexuales cuando en su intimidad
más profunda, sus cerebros habían desarrollado comportamientos sexuales
diferentes, lo que la neurociencia comienza a llamar cerebros femeninos en
cuerpos masculinos y viceversa. Ellos no se hacen, la naturaleza los produce,
luego nadie es culpable que ello suceda. Y hasta donde sabemos ninguna persona puede abrogarse el derecho de
calificar o descalificar los designios de la naturaleza.
Mi interpretación del fenómeno apunta a que
debemos tener en cuenta que el aumento de la población LGTB en el mundo, es una
manera de la naturaleza de defender el planeta, porque si bien es cierto en un
principio hubo tierra a granel para toda la humanidad, la tasa de crecimiento
poblacional mundial hizo explotar los esquemas normales de reproducción humana
y esto terminó afectándolo todo: tierra, flora y fauna. Sólo una salida es
posible: detener la reproducción geométrica poblacional en que
se encuentra empeñada la sociedad de producción consumista a la que sólo le interesa aumentar, aumentar
y aumentar cada vez más el consumo y con ello multiplicar de manera demencial
sus ganancias. Tengo la impresión que la naturaleza se ha inventado esta salida
del aumento de la población LGTB como forma de contrarrestar el irracional
aumento poblacional en el planeta, que de no detenerse nos llevará
irremediablemente a la desaparición de
la especie humana sobre la tierra.
El día llegara, si nos lo permiten los guerreristas nucleare, en que la
especie humana agradecerá a la madre naturaleza haber tomado tal decisión
evolutiva y a nosotros nos tocara arrepentirnos de haber intentado
invisibilizar a tan importante grupo de la sociedad en aras de una moral
machista que nosotros mismos nos inventamos.
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