Por Armando Brugés Dávila.
Nunca antes en
la historia de las Naciones Unidas, Latinoamérica se había hecho sentir con
tanta fuerza como en esta 68 Asamblea General y nunca antes la organización
había sido cuestionada con tanto fundamento.
La presidenta de
Brasil Dilma Rouseff, una vez conocidas las filtraciones del ex espía de la
CIA Edward Snowden, tomó una decisión que bien puede
calificarse de histórica, dado que al no obtener respuesta del presidente
estadounidense, determinó de manera valiente y digna cancelar la cita que para
el 23 de octubre tenía programada con su par en Washington, y en la Asamblea de
las Naciones Unidas calificó tal comportamiento como contrario a los derechos
humanos y a la privacidad de los pueblos, hasta considerarla como una verdadera
invasión por parte de USA a su país.
En tanto que el
presidente de Bolivia, el indígena Evo Morales, en su parlamento aparentemente
infantil proponía nada más ni nada menos que la sede de la ONU pasara a un país
que cumpliera con el hecho elemental de haber firmado todos los tratados y
convenios que se hubiesen suscrito en su seno. Idea que tiene mucho sentido, ya
que no es lógico que la sede de organismos tan importantes, se encuentre
ubicada en un país que suscribe los
tratados que consideran conveniente a
sus intereses y nada más. Pero Morales no quedó allí; propuso una reforma a
fondo de los estatutos de la organización, ya que los mismos permitían que el
querer de las mayorías fuera burlado por unos pocos, por lo que decía que la
carta de la ONU era valiosa pero los poderosos la violaban. Nunca antes, en
aquella asamblea, se había hablado tan claro en lenguaje tan sencillo.
Por su parte, el
Canciller de Venezuela Elías Jaua, señaló en su discurso que infortunadamente
la Organización de las Naciones Unidas, estaba secuestrada por un Estado
poderoso que a veces cambiaba de nombre pero que todo el mundo sabía de quién
se trataba, esto es, del mismo que en
aquella Asamblea no se comprometió a garantizar la seguridad de la delegación
venezolana que, con el presidente Maduro a la cabeza, se preparaba a ingresar a
territorio estadounidense. Argentina y Cuba
por su parte pidieron acabar con el derecho a veto. Incluso Chile y Perú
también pidieron reformas.
Por su parte, la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), a nombre de América Latina,
planteaban que resultaba insustentable, por decirlo de alguna manera, decir que las armas atómicas y químicas sólo
deberían estar en manos adecuadas. Para ambas instituciones, esas armas son un peligro en cualquier mano,
comenzando por Estados Unidos, el único
que las ha utilizado, pero que con sus aliados, obviamente incluido Israel, se
ufanan de ser “los cuerdos” del mundo y por tanto los de “manos adecuadas”.
Habrase visto mayor pendejada; de allí que la propuesta
de ALBA y CELAC sea la eliminación total de las armas nucleares y químicas
existentes en los arneses de las grandes potencias. De lo contrario, sólo
quedaría repetir las palabras con que García Márquez terminara su discurso en
la reunión internacional sobre temas nucleares en Ixtapa, México, el 6 de
agosto de 1996:
Con toda
modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, hagamos ahora y
aquí el compromiso de construir y fabricar un arca de la memoria, capaz de
sobrevivir al diluvio nuclear. Una botella de náufragos siderales arrojada a
los océanos del tiempo, para que la humanidad de entonces sepa por nosotros lo
que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella
prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos
el amor y hasta fuimos capaces de imaginar la felicidad. Y que sepa y haga
saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre,
cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor
de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan
mezquinos la borraron del universo.
Estupendo y muy centrado artículo. Felicitaciones....!
ResponderEliminarRoger Capmartin Retat